Hace más de 2 meses el país viene enfrentándose a la pandemia del COVID-19, la cual ha implicado sacrificios para toda la población en sentido general. Estos sacrificios han ido desde lo económico hasta lo social y familiar. Desde los más pequeños de nuestras familias, quienes se han visto impedidos de compartir con sus familiares y amigos más queridos, hasta los más adultos, quienes, aparte de la afectación familiar y social, han tenido que cargar con grandes vicisitudes económicas, no solo por la falta de ingresos, sino también por la incertidumbre que genera el no saber qué más podría pasar. Producto de esta pandemia, han sido muchos los dominicanos que han visto fallecer a sus seres queridos. La misma no ha conocido edades, color de piel ni clases sociales.
A pesar del tiempo transcurrido y de las medidas adoptadas, esto no ha terminado. Si bien, a partir de mañana, miércoles 20 de mayo, empezaremos a abrir de manera parcial nuestra economía, el riesgo aún sigue latente en nuestras calles. Por esto, el período que se inicia es una prueba de fuego para el país. Será tarea de cada dominicano ser lo suficientemente responsable y cumplir con las medidas de higiene y de distanciamiento social adecuadas desde el espacio en donde le toque desenvolverse. Para las autoridades resulta una tarea prácticamente imposible el controlar que cada uno de nosotros cumpla con las obligaciones tendentes a la prevención del virus. No pudieron controlar que las personas salieran a la calle sin necesidad durante la cuarentena, ahora el control es mucho más difícil. Por lo tanto, se requiere de un compromiso ciudadano.
Es momento de que el sector empresarial actúe completamente apegado a las nuevas normas de distanciamiento. Producir riquezas y generar empleos es importante, sin embargo, volver a abrir sus negocios sin respetar ninguna de las medidas dictadas por el gobierno, podría resultar, a largo plazo, peor que mantenerse cerrados. Debemos asimilar que, a pesar de que a partir de mañana las empresas pueden operar con un personal limitado, esto no implica que se deban eliminar los distintos métodos efectivos de trabajo a distancia que se desarrollaron durante esta cuarentena. Muy por el contrario, debemos tomar las cosas positivas que nos ha dejado el COVID-19, replicarlo en este nuevo período y mantenerlo en el tiempo. Sigamos aprovechando herramientas tecnológicas que nos ahorran tiempo y dinero, y, bajo las actuales circunstancias, no protegen la salud.
El reto más importante que tendremos en esta prueba de fuego que inicia mañana, es el tema del transporte. Los servicios de Metro, OMSA y teleférico estarán operando con un 30% de su capacidad habitual. El cumplimiento de esta medida, al igual que las otras dictadas, son muy complicadas de controlar. Por lo cual, será necesario nueva vez un compromiso de parte de la clase trabajadora, la cual tendrá que tomar conciencia de que el no aglomeramiento en estas unidades de transporte es fundamental para evitar el contagio masivo del virus.
Queridos lectores, el éxito o el fracaso de lo que nos tocará vivir próximamente, depende en gran medida de nosotros, la ciudadanía. El gobierno dictó las medidas, ahora nos toca a nosotros cumplirlas. De lo contrario, en 4 o 5 semanas tendremos a una República Dominicana enfrentándose a un contagio masivo del COVID-19, teniendo que cerrar nuevamente su economía, y, por si fuera poco, teniendo nueva vez que postergar sus elecciones presidenciales y congresuales. Hoy, más que en cualquier ocasión, nos aplica la tan famosa frase expresada por el ex Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, en su discurso de investidura, el 20 de enero de 1961: “no preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”. La República Dominicana necesita de nuestro compromiso, solo así podremos recuperar nuestra salud y nuestra economía.