Joaquín Balaguer murió en el año 2002. En las últimas elecciones presidenciales en que participó (las del 2000), obtuvo 25% de los votos. En las elecciones de 2004, ya sin Balaguer, el PRSC solo obtuvo 8%, y en las de 2016, un 5.6%. Como resultado, el PRSC tiene actualmente una escasa representación en el Congreso y los municipios.
Balaguer fue un caudillo neto, sin él se hundiría el partido; así lo creían él y sus devotos.
En las únicas elecciones donde no fue candidato (en 1996), se lo impidió una Constitución diseñada para sacarlo del poder. Balaguer no apoyó el candidato de su partido, el también fenecido Jacinto Peynado. Esa fue señal clarísima de que Balaguer se iría a la tumba sin escoger sucesor, dejando el Partido Reformista a la deriva-.
Desde el 2004, el PRSC se ha disminuido constantemente. Pequeñas facciones se han enfrentado y dividido, sobre todo, en cada coyuntura electoral. Unos se enganchan con los que se perfilan ganadores y otros con el partido que ofrece más nominaciones. Y en cada elección trabajan para no caer por debajo del codiciado 5% de los votos que garantiza en partes iguales, el acceso al 80% de los recursos públicos destinados a financiar los partidos. Lo de partes iguales lo aprobó el PLD y el PRD para beneficiar al PRSC en su agonía.
Los partidos políticos dominicanos deben verse en el espejo del PRSC. La corrupción, el clientelismo y el caudillismo acaban eventualmente con los partidos.
Desde el pacto conocido como el “Frente Patriótico” de 1996, que buscó impedir el ascenso de José Francisco Peña Gómez a la presidencia, el principal beneficiario de un reformismo a la deriva ha sido el PLD. La mayoría de los reformistas que han salido de la estructura dirigente han pasado al gobernante PLD. Su adicción a los beneficios del Estado es la guía. El PLD, por su parte, que carecía de masa votante para ganar elecciones, se fortaleció con el voto reformista.
En la actualidad, el PRSC enfrenta otro proceso de división. Sus principales dirigentes luchan por la franquicia que tantos beneficios ha otorgado a quienes la controlan. Es un peldaño más hacia abajo en el descenso reformista.
Sin unidad, es imposible que el PRSC se recomponga para competir electoralmente, y la unidad es dificilísima porque ya fuera del poder, el objetivo es lograr beneficios para sus principales dirigentes y activistas.
Al pasar el tiempo, el PRSC se ha quedado con pocos votos, y aún menos simpatizantes. Para el electorado joven, Balaguer no representa ni siquiera un recuerdo, y ningún dirigente reformista ha logrado destacarse a nivel nacional en los últimos 15 años. Lo que sí han demostrado los dirigentes reformistas es tener una gran capacidad de seguir ordeñando el Estado, por vía directa o indirecta.
Los partidos políticos dominicanos deben verse en el espejo del PRSC. La corrupción, el clientelismo y el caudillismo acaban eventualmente con los partidos.
El PRD entró en la misma pendiente divisionista por el control de la dirección del aparato partidario. Como resultado, el PRD solo obtuvo 5.9% de los votos en el nivel presidencial en las elecciones de 2016, comparado con casi 48% en las elecciones de 2012. Sus votantes no emigraron al PLD, sino al nuevo PRM, y así el perredeísmo ha logrado mantener una parte importante de sus electores. Pero el PRM está también atrapado en el caudillismo destructivo. Hipólito Mejía anunció que está en la calle del medio llueve, truene o ventee.
El PLD, aunque permanece formalmente unido, padece los efectos de la confrontación entre sus dos caudillos: Danilo Medina y Leonel Fernández. Los efectos más significativos de los conflictos están aún por verse. Manténgase en sintonía.
Artículo publicado en el periódico HOY