Todos tenemos la obligación de respetar las ideas ajenas y el derecho a disentir de ellas, así que descalificarlas es actitud de intolerantes y reprimirlas una violación a los derechos fundamentales. Claro, estamos en todo nuestro derecho de pensar diferente, lo que no es correcto es la descalificación una práctica comúnmente usada en República Dominicana, que pretende de manera irresponsable y mal intencionada, reprimir la libertad de expresión y denostar a las personas y sus ideas frente a la sociedad. Dicho esto, la descalificación entender encarna la primera manifestación del empobrecimiento de ideas.

Como es de conocimiento general, la Policía Nacional impidió nuevamente la cadena humana frente a la OISOE, en franco desacato a la orden del Tribunal Superior Administrativo que permitió la protesta pacífica, derecho fundamental consagrados en la constitución. Pero no obstante a esto, la policía abarroto las calles para combatir a ciudadanos comprometidos con la nación, que de forma pacífica y justificada exigen a puro pulmón mecanismo de consecuencias para aquellos que usan los Recursos del Estado en beneficio propio y el cierre de la OISOE, lo que se traduce en una lucha contra la corrupción y la impunidad.

Esos ciudadanos valiosos merecen muestras de respeto y no ser descalificados por que pertenezcan a un partido político determinado, tildarlos de que forman parte de la oposición, o simplemente comentarios a la ligera  para denostar ante la opinión pública la lucha que a todas luces es justa y proporcionada. Estos ciudadanos hombres y mujeres de bien, que salen desde la comodidad de sus hogares o de sus oficinas a protestar lo hacen por todos los dominicanos, por nosotros, por los hijos de la patria, ellos merecen nuestro agradecimiento, porque mientras una parte de pueblo esta indiferente, ellos están inyectando fuerza, voluntad, empoderamiento y apego en la lucha de los mejores intereses de la nación.

Inconscientemente retornamos a esa cultura trujillista de criminalizar las protestas. El gobierno con una forma sutil de represión y de control de espacios públicos, evidencia una tendencia preocupante en el ejercicio que tenemos todos los dominicanos de protestar, que nos debe llamar a la reflexión. Lamentablemente, el gobierno lejos de ver a los manifestantes como una forma de impulsar los cambios que demanda la sociedad y hacer lo que nunca se ha hecho, concentra su accionar en la represión de cualquier forma de expresión del descontento social.

Ese abuso de la autoridad y el uso desmedido de la fuerza policial, manda un poderoso pero negativo mensaje a una sociedad inerte, ‘’El poder del gobierno está por encima del pueblo’’ ‘’No protestes no sirve de nada’’. Pero al final del día, la corrupción, la impunidad, el deterioro de la justicia, la desigualdad social, el abuso de poder, la poca o nula voluntad política, la indiferencia, es una afrenta más violeta que cualquier protesta.