De acuerdo a mis amigos economistas, en República Dominicana, el único año en que nuestras ilusiones y parabienes con respecto a nuestros relacionados no fueron respondidas fue el año 2019. Antes y después de eso, cada vez que decíamos: “Feliz Navidad y próspero año Nuevo” resultábamos complacidos.  Ininterrumpidamente, por más de una década tuvimos años de crecimiento económico. Lo de las felices navidades es un poco más difícil de calibrar, pero al menos en cuanto a celebraciones, bodas y fiestas, la realidad estuvo a la altura de los deseos.

El problema para todos fue el fatídico 2020 que nos trajo una carga de restricciones, miedos, supersticiones, inseguridades y teorías conspirativas amén de la disminución de la actividad laboral, económica y productiva.  Pero ya este 2021 se pinta muchísimo mejor que el anterior, con una recuperación en todos los terrenos de actividad.  Si queremos seguir creciendo, si queremos acompañar con hechos la enumeración de nuestros deseos, es buena idea revisar cuáles factores contribuyeron al crecimiento que hemos ido experimentando.

Aparte de la recuperación del turismo y de la producción de equipos médicos (que es una de las actividades de las zonas francas dominicanas) un renglón que aportó muchísimos dólares al crecimiento de la masa monetaria en el país, fue el constituido por las remesas, la llamada “economía del cariño”.  Apoyados en la recuperación económica mundial, en este 2021 los dominicanos residentes en el país han recibido de manera acumulada, groso modo, dos mil millones de dólares más que los recibidos en los primeros once meses de 2020, aun cuando desde hace más de dieciocho meses muchos países contaron con ayuda financiera destinada a los ciudadanos que, eventualmente, también llegó de manera indirecta a dominicanos.

Se espera que para el cierre del año se terminarán por haber recibido más de quinientos cincuenta mil millones de pesos (RD$550,000,000,000) sin haber hecho ninguna inversión privada, pública ni mixta para estimular esta solidaridad.  Dicho en otras palabras, no ha sido un plan de producción ni de publicidad lo que le ha permitido a la economía nacional crecer en ese monto.   Ninguna empresa, ningún estado, ningún fideicomiso mixto en ninguna parte del mundo registra un crecimiento de tal magnitud sin haber hecho ningún esfuerzo. Mejor aún, por el monto promedio de las transacciones y por los llamados “receptores típicos”, sabemos que esos millones de dólares llegaron a un amplio y diverso número de personas. Fue un gran crecimiento, distribuido en un gran número de personas y afectando a numerosos sectores de la economía ya que, al tratarse de montos para hacer administrados por personas, potencialmente se destinaron a fines tan diversos como el pago de préstamos inmobiliarios, la educación, los productos alimenticios, la diversión, la reparación de autos, en fin, para tantas necesidades como pueda tener una persona. Para un próspero año 2022 y venideros, la atención a estos segmentos puede ser clave en la implementación de soluciones a situaciones nacionales.