Veo la estampida política. El proselitismo partidarista ya arrecia en República Dominicana. Las precandidaturas inundan los espacios y los añejos líderes políticos, incluso algunos que han sido presidentes de la República, están tirados calle al medio.

De igual modo la Junta Central Electoral se incrusta en un tema harto difícil, complicado y controversial: vigilará las llamadas “fakes news” o noticias falsas, que ya forman parte de la cultura cibernética en muchos países del llamado primer mundo y que en su ocasión ya han generado controversias con fuerza de vulneración de la seguridad pública.

En un país como el nuestro, donde las fakes news se esparcen como reguero de pólvora con el fósforo encendido, el tema es importante. Sin embargo, y debo detenerme un chin aquí por la importancia de lo tratado, hay que interpretar que el presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, como reputado jurista y veterano al frente del estamento electoral del país, ha estudiado a profundidad todas las aristas de esa iniciativa que decidió encaminar, y que nadie duda se ha hecho por la equidad, la salud de la colocación publicitaria igualitaria y otras áreas del tema dignas de tomar en consideración.

Si bien la intención más aparente es evitar traumas en el proceso electoral e impedir los brotes de desinformación que de manera aviesa e interesada pueden surgir al calor de la campaña política, sobre  todo en lo que atañe a las redes, es bueno que se tenga prevista una estrategia bien concebida para responder a los cuestionamientos que no dejarán de surgir con tópicos que atañen a  la libertad de expresión y difusión del pensamiento.

Esto a contrapelo de que en su información el mismo organismo indica que trabaja en la creación de una unidad de comunicación que se encargará de dar seguimiento en las redes sociales a los fines de identificar la colocación de publicidad proselitista digital y de facilitar las políticas de orientación y educación electoral en el ámbito del control del tope de gasto de campaña.

Hay  que tener pendiente no establecer nada parecido a la censura. Que nada huela a censura ni a contravenir la libertad de expresión.

Es una madeja delicada que será disputada por los intereses que sobre ella se tejerán cuando se habla de gasto y de tope, lo que vaticina próximas contiendas entre legos y especialistas, e incluso postulantes de ideas construidas al vapor de las coyunturas febricitantes.

Hay un detalle interesante,  el proyecto se limita  a las redes sociales y  o incluye medios de comunicación en general.

Independientemente de la idea, la esencia y la intencionalidad de la Junta Central Electoral, el tema será desbrozado quizás no en los próximos días, pero sí en los próximos meses, cuando cunda el fervor de la campaña y los aprestos de recaudación financiera dibujen el signo de peso (RD$), que tanto énfasis recala en la democracia.

      Mientras esto ocurre, el torbellino proselitista se intensifica, se cuadran las posiciones, los precandidatos movilizan gente en las provincias y los municipios, se aceitan los motores para una lubricación perfecta del motor del tren de las elecciones.