El escritor español Alfonso Ussía -sobre el resentimiento social- dijo “La envidia y el resentimiento social, el complejo de inferioridad enardecido por la frustración, nublan los ojos y duermen las sensibilidades.”

Según la Biblia, aproximadamente 1250 años A.C. el profeta Moisés recibió de Jehová una lista de órdenes o mandamientos que los israelitas debían respetar, los Diez Mandamientos.

Dichos mandamientos son -posiblemente- una muestra de lo que debe de seguir un ser humano para entrar al reino de Dios, lo que para mi significa “vivir en paz”.

Independientemente de las múltiples creencias religiosas, podemos estar todos de acuerdo que dichos mandamientos sirven como base moral para poder vivir en sociedad/comunidad.

Dadas mis creencias/tendencias sobre temas religiosos, jamás me quitó el sueño cuestionarlas, ya que mi preocupación como persona siempre ha sido hacer el bien y tratar de hacer una diferencia en el mundo, independientemente de lo que dicta una u otra religión.

Esta semana, desde los atentados en Boston y al escuchar los discursos del recién electo Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, he estado pensando sobre lo que nos une como humanidad y lo que nos está destruyendo, llegando a una sola conclusión:

No son las armas de destrucción masiva.

No son las drogas.

Sin lugar a dudas, es el resentimiento social.

Hoy, no me cabe la menor duda de que el resentimiento social es un defecto que nos está destruyendo.

El resentimiento social no es algo de ciertos lugares del mundo; Es algo que uno ve en lugares desarrollados como Estados Unidos o en países subdesarrollados como Venezuela, México, República Dominicana y América Latina en general.

Al escuchar a Nicolás Maduro dictar un discurso, me doy cuenta que es una tristeza que aún haya gente que se emociona al escuchar términos como imperialismo, burguesía y proletariado, lo que me lleva a decir que el, como muchos otros, se empoderan de popularidad al fomentar el resentimiento social de un grupo de personas para con otras.

En esta semana escuchamos múltiples versiones de porqué Tamerlan Tsarnaev decidió llevar a cabo los atentas en el maratón de Boston y -una vez más- llegamos a la conclusión de que fue por resentimiento social.

Insisto, es el resentimiento social lo que nos está llevando al fracaso como humanidad, por lo que debería de ser un mandamiento el NO ser un resentido social.

¡Piénsenlo!

Un líder que fomenta el odio y la división dentro de la sociedad no merece tener una banda presidencial.

Un “estudiante” que decide matar personas porque no se siente integrado en la sociedad, no merece tener el privilegio de respirar el mismo aire que los demás.

@RaulBaz