En los primeros años de la republica uno de los principales problemas que aquejaba a la joven nación dominicana era la inminencia de posibles invasiones haitianas en el intento de aquel país por ocupar nuevamente la parte oriental de la isla. Es por eso que se genera en el mismo año de la independencia nacional la epopeya del 19 de Marzo, donde menos de 3,000 hombres liderados por Pedro Santana vencen en la contienda a cerca de 10,000 soldados haitianos que, comandados por el general Souffrant, se disponían a invadir a nuestra naciente república.

Aquella contienda significó para los dominicanos el inicio del afianzamiento de las concepciones separatistas y, para los haitianos, apenas una batalla perdida. Lo cierto es que tras la independencia nacional el presidente haitiano Charles Herard dividió su ejército de 30,000 hombres en 3 grupos, cuyos flancos o espacios iban copados por una cantidad de 10,000 soldados y un comandante a la cabeza. El derrotado en Azua en la llamada Batalla del 19 de Marzo era apenas una partición de aquel enorme ejercito dividido en tres grandes grupos. En aquella ocasión la protección de la nación era la prioridad como luego lo fue el mantener segura la republica bajo el amparo de un protectorado de la madre patria, lo que equivalía a resentir la revolución independentista de “cualquier potencia extranjera”.

Llama la atención que el mismo hombre de fuerza que defendió en principio la separación de nuestro país con la nación de Haití fue la misma persona que decidió cambiar el honor de ser llamado revolucionario y prócer de la Patria por un título de gobernador en representación de la nación protectora. La decisión de anexar la republica a España empañó para siempre el legado que pudo dejar Pedro Santana, figura central de la batalla del 19 de Marzo y primer presidente constitucional de la república.

Con Santana parece que se inauguró en nuestro país una escuela de pensamiento político y social que no solo se ha caracterizado por ser conservadora y sumamente contradictoria en sus actuaciones, sino que también han gobernado indistintamente la mayoría de los procesos históricos de la nación. Lamentablemente, los liberales han fracasado en su intento por sobreponerse al poder y los conservadores han demostrado tener más habilidad para mantenerlo. Mientras tanto nuestros héroes son mártires, pero no gobernantes, y nuestras luchas son épicas pero no triunfantes.