Pasan tantas situaciones en el mundo, que en muchas ocasiones se nos olvida que

la mayor resistencia es la alegría.

Pasan tantas situaciones en el mundo, que en muchas ocasiones se nos olvida que

el acto más revolucionario es tener la capacidad de vivir felices.

Así quiero conmemorar este 25 de noviembre y otra vez recordar a Minerva Mirabal en su lucha por la libertad. Con la seguridad de que ella libró esas batallas con la conciencia más absoluta de saber a lo que se enfrentaba y reconociendo el peligro en que se encontraba. Posiblemente por eso fue capaz de afirmar: “Si me matan sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”. A mi esa expresión me da la certeza de que las anécdotas sobre su vida y su lucha, que hablan de su entereza, de su valor y de esa actitud que le permitía cantar en la prisión y entonar el himno nacional en la mascarada de juicio que le seguían, son indicativos de que su revolución partió de la más firme convicción de que nos merecíamos un mundo mejor.

Minerva, la que en plena dictadura se atrevió a escribir una tesis para optar por su grado de licenciada en derecho, sobre la irretroactividad de la ley como fundamentación teórica que ponía en evidencia los desmanes del régimen de oprobio, con sus “leyes” dictadas a capricho del sátrapa y aplicadas de forma retroactiva. Definitivamente una mujer política, revolucionaria y consciente de su rol trascendente por la libertad de nuestro terruño.

¿Qué decir de sus hermanas? Patria, tan hogareña, tan madre, tan artista, tan hermosa y tan decida a apoyar con lo que fuese necesario la lucha por la libertad. A esa que le incendiaron y expropiaron su casa, que le hicieron prisionero a su hijo mayor y a su esposo, y a la que persiguieron y encarcelaron. Nada pudo amilanarla, ahí estuvo, dispuesta a acompañar a sus hermanas a Puerto Plata a visitar a sus maridos prisioneros. Y junto a sus hermanas, esa ¡noche de noviembre, allá arriba en la montaña… junto al dulce  y claro arrollo… sin luz en aquel silencio, fueron inmoladas ellas…!  (1)

María Teresa, tan niña, tan bonita, tan inocente y tan firme en su decisión de vivir en un mundo libre. Cuenta su amiga Tomasina Cabral, que cuando Minerva quiso sentirse culpable porque ellas estaban prisioneras tan jovencísimas, ella le dejo clarísimo que no tenía que tener ese sentimiento, pues no se arrepentía de su decisión. Sigue narrando Sina, que, a pesar de estar prisioneras, María Teresa, no pensaba en la muerte, sino en la libertad, sin miedo, porque el miedo solo debe servirnos para entender que el oprobio y la amenaza es necesario combatirlo siempre.

Así quiero conmemorar este 25 de noviembre, desde el agradecimiento y el reconocimiento, desde el amor y desde la voluntad de seguir creyendo que podemos vivir en una sociedad equitativa, coherente y justa.

Y recordar con mujeres como las Mirabal, asesinadas ese funesto 25 de noviembre de 1960, que sus vidas, valieron la pena, y que realmente con sus asesinatos lograron sacar los brazos de la tumba y ser más fuertes. Y desde ahí, asumir la enseñanza sagrada de saber que vale la pena creer, luchar y defender que el mundo funcione sobre la base del respeto a los derechos. Hay personas a las que les cuesta mucho entender que luchar por un mundo inclusivo y no discriminador, no es una lucha “en contra” de nadie, sino a favor de una sociedad en la que podamos actuar desde la dignidad.

¿Quién podría asumir como negativo el deseo de que nuestras niñas puedan crecer sin miedo? ¿Por qué se insiste en la idea de que, si se quiere vivir en libertad, hay que “pagar el precio de no ser aceptadas”? y de que, si una mujer es libre, tendrá que resignarse a no ser “bien vista”.

Este 25 de noviembre también quiero pensar en mi madre de la vida, Gladys Gutiérrez y su respuesta al miedo del status quo, a las personas que deciden vivir sin miedo; siempre, siempre, siempre hay que actuar desde la esperanza y con la certeza de que ser auténtica te hace confiable. Actúa desde la honestidad y desde la tranquilidad de saber que la humanidad no se ha extinguido porque el amor sigue siendo una fuerza de sostén.

Este 25 de noviembre quiero afirmar que no ha sido en vano la lucha de tantas personas que ofrendaron su vida por la libertad. Ha valido la pena. Nuestra Constitución no se equivoca cuando expresa que su fundamento es la garantía de la dignidad de todas las personas.

Que este 25 de noviembre, nos sirva para comprometernos en superar la violencia, para que hombres y mujeres asumamos el compromiso de reconocer la violencia y la opresión como situación de ignominia, que no se corresponde con la libertad, la justicia, la igualdad y la dignidad.

Que este 25 de noviembre asumamos el compromiso de vivir desde la alegría una vida en libertad. Que vivan las Hermanas Mirabal, y que la patria entera glorifique su sacrificio. (2)

 

Notas

1.Fragmentos de Elegía Sexta, de Aida Cartagena Portalatín, grabado como canción en la voz de Sonia Silvestre.

2.Paráfrasis sobre un fragmento del Himno del 14 de junio.