A un año de gobierno vemos como sigue la fiesta anuncios y promociones gubernamentales y los apoyos de estos por parte de diferentes “opinadores” y comunicadores. Lo que creíamos iba a superarse ha seguido su curso anterior. Visiblemente, sigue el dispendio de recursos para darle visibilidad a ministros y demás funcionarios del gobierno, sin excluir al propio presidente de la República.
Esta práctica, aunque no es nueva, pone de relieve la necesidad de control o límites, incluso legales, más estrictos que los vigentes o una supervisión más celosa respecto del uso de los recursos para estos fines. La realidad es que ni el gobierno, ni los ministros, ni los directores, ni el presidente deben hacer uso de estos medios para simplemente promocionarse, sino más bien deben dejar que las acciones del gobierno se presenten de la manera más transparente y efectiva posible con el menor de los costos disponibles.
Es oportuno que se fiscalice el contenido de estos anuncios y se determine su procedencia o no. Siendo estos anuncios costeados con fondos públicos, es pertinente que estén sujetos al cumplimiento de propósitos del interés general. En primer orden, confirmar que no se trate de un contenido para publicitar cuestiones que no generen algún beneficio común o que no se circunscriban al cumplimiento de deberes de la administración.
Si bien es cierto que la administración tiene el deber de rendir cuentas a los administrados, los mecanismos de rendición de cuentas están dados en la Constitución y las leyes. Además, el cumplimiento de ese deber no debe convertirse en una carga para los mismos beneficiados. Existe una delgada línea entre el contenido y la forma de presentación de la rendición de cuentas y la promoción de todo el aparato de turno con fondos públicos que debe ser celosamente cuidada por el gobierno.
Es recomendable limitar el uso de estas herramientas para aquellas cuestiones que son necesarias para que la población pueda de alguna manera beneficiarse, alejados de la promoción o la sobreexposición.
Campañas como #Asifue #elRetoQueUnidosSuperamos para recontar lo sucedido en pasado año escolar, aunque sirven para generar un impacto de orden moral y emocional en la población, no se compagina con los propósitos de austeridad de los tiempos en los que nos encontramos.
En ese mismo orden, podemos citar uno de los anuncios de la campaña #unidoshaciendohistoria que establecía lo siguiente: “Tenemos un sistema educativo que no se detuvo ante la pandemia. Que seguirá creciendo y haciéndonos crecer con programas sociales, que te ayudan a salir adelante, generar más ingresos, para que nadie se quede atrás y la protección social llegue a cada rincón del país. Unidos lo lograremos, estamos haciendo historia”. Aunque ayuda con la visión de bienestar general, es cuestionable la utilidad de este anuncio por la información que se transmite de cara a los costos de la publicidad utilizada.
Lo ideal es que estos medios sean utilizados exclusivamente para cuestiones como la rendición de cuenta efectiva y seria, la implementación de políticas públicas o información relevante de proyectos o gestiones que necesiten de un cierto grado de participación de la población para materializarse.
Como ejemplo, entendemos pertinente y que cubren los objetivos del interés general, las campañas de #VacúnateRD, y aunque lo hubiésemos preferido un poco más atenuado, la campaña #Primerañodelcambio, que efectivamente cumple con el propósito de rendición de cuentas y con el requisito de necesidad.
Finalmente, sería interesante promover el trabajo de la Dirección General de Contrataciones Públicas, institución que debe limitar las contrataciones de esta índole. De esta forma, se podrían controlar y reducir drásticamente en el presente las mismas prácticas del pasado, asumiendo el verdadero cambio prometido por el presidente Luis Abinader hacia el uso eficiente de los recursos del Estado. Tengo fe en que así será porque creo en la buena fe del presidente y de muchos de sus funcionaros.