El ex vicepresidente norteamericano Joseph Biden acaba de decir en Montana que el cree que es la persona con más capacidad para convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos. La palabra que utilizó es la de más cualificado, most qualified

La declaración de Biden alguno podrá verla como una alta carga de positivismo y gran autoestima. Sin embargo, un recorrido nada fanático por la carrera del ex vicepresidente nos conduce a la consideración de importantes iniciativas durante la administración Obama, y evidentemente a la carrera de toda una vida. No se sabe cuál es la respuesta de Barack Obama a la recomendación de Biden de que es el y nadie más.

Mucho menos sabemos la opinión del viejo Bill, y alguien dirá que le están dando demasiado importancia a una declaración de las innumerables que se emiten por líderes en plena campaña. Argumentarían que son procesos que no terminan y que tienen el color de la continuidad menos fugaz.

El libro de memorias de Biden se llama Promise me, Dad y es cierto aquello que nos dice: la muerte de su hijo lo mantuvo fuera de la carrera presidencial del 2016. Como demuestran sus últimas declaraciones, Biden no pierde oportunidad para ser crítico con la administración Trump.

“Soy una máquina de gafés (errores vergonzosos, por lo general, revelando verdades sin quererlo) pero, por dios, qué cosa más maravillosa en comparación con un tipo que no puede decir la verdad”, dijo Biden.

Por su lado, Mitt Romney ha vuelto a la escena como senador federal por el estado de Utah, y al ser mormón se espera que sea una especie de vigilante moral de todo lo que ocurre. Algunos consideran que tendrá una influencia inusual debido a su importante trayectoria: ha hablado de un presupuesto equilibrado y de una reforma migratoria para que los migrantes legales sean bienvenidos y termine la inmigración ilegal.

Y vimos a George Bush en la despedida de su padre, meses después de la despedida de su madre Bárbara, y el senador McCain. Por su libro Decision Points, publicado en el 2010, sabemos de su interés en narrar sus experiencias como un legado histórico.

El libro fue publicado por la editorial Crown Publishing Group, una filial de Random House, una empresa del grupo alemán Bertelsmann. En sus abigarradas páginas, Bush nos hablaba de cosas sumamente importantes como su decisión de dejar de tomar, su acceso a la fe y asuntos tan notorios como la guerra de Irak y Afganistán. La elegancia de Bush no es europea, y está más allá de ser alto o ser bajo y de haber gobernado un país en la dramática lucha contra el terrorismo.

Un libro que cronometra el legado de George Walker Bush fue escrito por Joe Meacham, Destiny and Power, y Being Poppy de Richard Crammer, donde se refleja la idiosincrasia de Bush, del mismo Joe Biden y de Gary Hart, quienes corrieron para la presidencia en 1988. No podemos olvidar el importante The Family, sobre la dinastía Bush, escrito por Kitty Kelley, publicado por Doubleday.

La administración Trump no sale de la óptica investigativa de los medios. El New York Times saca la información de que el presidente contrató a inmigrantes ilegales en el Club de Golf de Trump en Bedminstern, New Jersey. Dos mujeres, Sandra Díaz y Victorina Morales, fueron contratadas en estado de indocumentadas, mientras Amanda Miller, portavoz de la Organización Trump, ha declarado que no se sabía de la contratación de personas con documentación falsa, y que de saberlo, serían despedidas de manera inmediata.

Indican algunos que Trump saludó a Obama en el funeral de Bush, pero no a Hillary Clinton, donde también estuvo Jimmy Carter. Por su lado, Michelle Obama estuvo en Londres para la publicación de su libro y hubo gente que pago la friolera de 12,000 dólares en reventa para poder verla. La ex primera dama ha dicho, entre otras cosas infantiles, que nunca perdonará a Donald Trump.

Cierta panorámica actual nos habla de aquellos acontecimientos familiares que determinan la vida de personajes centrales en la dinámica privada de los gobernantes. Investigar en qué anda Ivanka (que estuvo presente en la toma de posesión del nuevo presidente mexicano, a quien felicitó junto a su esposa Gutiérrez Muller), y la vieja Chelsea Clinton, que escribió un libro interesante donde habla de mujeres como Caroline Hershel, que descubrió ocho cometas en el siglo XVIII y otros asuntos, nos introduce en esos bordes que no dejan de ser reveladores sobre la conducta de importantes figuras en la maquinaria de un poder no controlado por robots o seres de otra galaxia. Una chistosa Chelsea, de manera nada sarcástica, nos recuerda en un tuit el momento dramático en que tuvo que ir al baño cuando conoció a George H. W. Bush.

Cuando se le preguntó a Bush por el libro del viejo Bill, My Life, este respondió de manera jocosa que se trataba de un libro de 10,000 páginas, aunque en verdad solo tiene 1008 y hasta hubo una empresa de investigación –Teletex–, que determinó que un 30% de quienes compraron el libro no lo terminaron.

Con su libro, Clinton ganó la no desdeñable suma de 30 millones de dólares, publicación seguida por Giving: how each of us can change de world y Back to work. Otro interesante libro de Clinton es la novela escrita en compañía del notable novelista de la Florida, James Patterson, The presidente is missing, publicado en junio del 2018, y llevada a la televisión por Showtime.