El pasado lunes 17 del mes en curso se dio inicio al año escolar 2015-2016, con la participación de los diferentes actores del sistema educativo que lo constituyen las autoridades, los alumnos y alumnas, el personal docente y de apoyo.
Los profesores y profesoras -con todo y que las críticas frecuentemente les quieren atribuir las deficiencias que registra en República Dominicana el proceso enseñanza/aprendizaje- son de los profesionales más afectados por enfermedades ocasionadas por factores de riesgo laborales, males permanentemente presentes en el ambiente donde ejercen su profesión de manera habitual.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y autores independientes han estudiado y publicado los principales riesgos laborales y las enfermedades que afectan a profesores y profesoras.
Es bueno precisar que para que una enfermedad sea definida como ocupacional o profesional deben considerarse algunos criterios, entre otros: que esté constantemente presente el riesgo; las horas diarias de exposición; el tiempo en el puesto de trabajo; signos y síntomas bien definidos y el criterio médico/legal.
Otras enfermedades, denominadas comunes, son aquellas que pueden ser desencadenadas o agravadas por factores presentes en el ambiente de trabajo.
Entre las enfermedades profesionales más comunes que afectan la salud física y mental del personal docente encontramos:
Disfonía: se define como la alteración del timbre normal de la voz por razones orgánicas.
Afonía: es la forma agudizada de la disfonía que termina en la pérdida total de la voz.
Esas entidades clínicas son de los motivos de consulta más frecuentes de la consulta médica de los docentes y, consecuentemente, responsables de primer orden de absentismo y baja laborales, ya que la voz es la herramienta por excelencia del ejercicio de la profesión de profesores y profesoras.
Entre los factores de riesgo que afectan la voz de los docentes podemos mencionar el ruido que se genera en el aula o en el entorno, y que obliga al educador a elevar la voz sobre niveles dañinos para las cuerdas vocales. También, el uso inadecuado del tono y modulación de la voz por falta de entrenamiento profesional sobre esta materia. Frecuentemente, los educadores que laboran en estas condiciones pueden sufrir deshidratación, con todas sus dañinas secuelas.
Estrés, ansiedad y depresión
Estos son desórdenes que afectan la salud mental de profesores y profesoras, pudiendo ocasionar graves manifestaciones conductuales que llegan a imposibilitar la sana relación de los afectados con los alumnos, compañeros de trabajo, padres y toda relación social.
Además, aparecen síntomas clínicos como: fatiga, irritabilidad, violencia, arritmias cardíacas, hipertensión arterial, disfunción familiar, adicciones, entre otros males.
Como factores causales de los trastornos antes mencionados también podemos hacer referencia a:
Sobrecarga de las tareas relacionadas a las clases; bajos salarios y compensaciones; deficiencia en la organización del trabajo; alta demanda administrativa y social; sobrecarga de matrícula de alumnos en el aula con problemas de disciplina y expectativas insatisfechas.
Trastornos osteo-mio-articulares
Los dolores de la espalda constituyen la principal dolencia a nivel mundial entre los trabajadores y trabajadoras de todas las profesiones y ocupaciones. Por tal motivo, los profesores y profesoras no están exentos de afecciones de músculos y huesos, aunque con mecanismos causales característicos relacionados con el estrés, las posturas inadecuadas, traumas y esguinces, problemas ergonómicos vinculados a mobiliario inadecuado en altura y espaldar, entre otros.
En nuestro país, el Instituto Nacional de Bienestar Magisterial (INABIMA) dio a conocer hace poco una investigación sobre las enfermedades que afectan los docentes dominicanos y se encontraron las siguientes: desórdenes mentales (36.7%); problemas del aparato locomotor (21.7%) y problemas cardiovasculares (12.6%).
Como principales causas de muerte de los docentes el INABIMA reportó: afecciones cardiovasculares y cerebrovasculares (30.6%); cáncer (19.4%); problemas respiratorios (13.8%); genitourinarios (9.2%) y accidentes de tránsito (8.2%).
Este estudio del INABIMA resulta interesante como punto de partida para un estudio definitivo sobre el carácter profesional o no de estas enfermedades.
La pregunta obligada es ¿qué hacer con la salud de nuestros profesores y profesoras?
Las acciones deben estar dirigidas a la prevención y control de los factores de riesgo señalados; un buen programa de promoción de salud y prevención de enfermedades; evaluación médica preempleo y de manera periódica; educación en salud y aplicar todas las medidas de higiene y seguridad en el ambiente laboral.
Especificaciones y detalles sobre estos aspectos serán temas de otras entregas.