Uno de los crímenes más horrendos sucedidos en lo que va de año fue sin dudas el asesinato al abogado Yuniol Ramírez, quien fungía además como profesor en la facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. La manera en que fue hallado el cuerpo del catedrático reveló, indiciariamente, la saña con la que se perpetró el crimen, generando todo tipo de suposiciones al respecto.

El cuerpo fue encontrado sumergido en el rio Manoguayabo de Hato Nuevo, cercano a los Alcarrizos, adherido a un Block de construcción que se encontraba atado con cadenas. La escena en apariencia y posteriormente las experticias practicadas por el INACIF dieron al traste con las suposiciones primarias que trataban de explicar la terrible muerte: se descartó por completo que se tratara de una muerte por robo o un suicidio. Evidentemente, las cadenas y candado que adherían un block al cuerpo del profesor Yuniol Ramírez evidenciaban el intento, por parte de los autores del crimen, de sumergir el cadáver sin esperanzas de que reaparezca.

La escena que se reveló indujo la creencia de que se trataba de un asesinato, consumado con saña, con planificación, y por motivos trascendentales y no por simple hurto. Como era de esperarse, el Ministerio Publico actuó en consecuencia, colocándose al frente de la investigación y obteniendo resultados en tiempo record. Implicados fueron apresados, se develó preliminarmente las causas del asesinato, y se sometió a merced de la justicia a los detenidos.

Lo que consterna del crimen sin embargo, junto al hecho mismo, es que resultó ser el triste desenlace de un engramado de corrupción que se suscita en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), y es solo hasta entonces que el asesinato del profesor Ramírez cobra sentido. Se sabe ahora que el presidente de la Convergencia Nacional de Abogados fue una vida que cobró la corrupción, como otras vidas han sido cobradas por situaciones de la misma especie pero con episodios distintos.

Este es el momento de advertir el rumbo que está tomando la corrupción, la cual ya es sintomática, y nos ha brindado algunos episodios de sangre. Este último hecho nos enseña que las denuncias por corrupción que se instrumentan a través de los medios deben, cuando son orquestadas con seriedad, ser tomadas en cuenta. No es la primera vez que se presume corrupción en la OMSA, sino que desde el año 2013 se vienen denunciando presumibles privilegios y actos de corrupción en la institución, pero no fue hasta ahora, al cobrar una vida lamentable, que el tema llama la atención.

La muerte de Yuniol Ramirez es una noticia que ha rivalizado con cualquier otra, pero paralela a ella también se menciona el caso Quirinito, que a la sazón está siendo investigado por el Ministerio Publico. Ambos casos, prueban tanto la gravidez, así como el grado de penetración que han alcanzado los actos ilícitos en la sociedad dominicana, que amenazan no solo con la estabilidad de las instituciones, sino también con el capital social del que aun cuenta nuestro país, y su combate, sin lugar a dudas, debe correr por cuenta de las autoridades poniendo más empeño en las acciones y diligencias preventivas.