El Estado es el más alto nivel de organización de la sociedad y actualmente se accede a su dirección en la mayoría de los países del mundo a través de iniciativas de ciudadanos y ciudadanas,  llamadas partidos políticos.

Lo anterior indica  que la razón de ser de los partidos políticos es dirigir el Estado. Ahora bien ¿para qué dirigir el Estado?  En la actualidad se entiende que se accede a la dirección del Estado para el desarrollo  de la sociedad y de las personas,  lo que está consignado en un acuerdo suscrito por todas las naciones del mundo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos,  que el próximo 10 de diciembre cumplirá 70 años. En su  primer considerando  casi lo dice todo cuando expresa que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.  Refiere además derechos a la vida,  educación y al trabajo; pero  se presenta una perspectiva más amplia  en el  artículo 25  acápite 1,  cuando expresa que “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…”

A partir de lo citado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,  para sólo referir ese compromiso de carácter mundial  ¿Se podría afirmar que los partidos políticos  en la República Dominicana tienen efectivamente la comprensión, claridad  y  responsabilidad   para que el acceso de ellos a la dirección del Estado  se corresponda con tan importante función?  ¿Cómo lo han hecho hasta ahora después de la caída de Trujillo? ¿Qué han hecho predominantemente los dirigentes políticos  desde entonces?

¿Qué dicen los partidos políticos de los grandes problemas-temas del país?  ¿En qué se diferencian?  ¿Qué dicen respecto de cómo hacerlo? De no haber respuestas precisas, una pregunta mayor ¿Para qué los  partidos políticos?

Considerados en su relevancia y profundas dimensiones los partidos políticos  constituyen en sí mismos  uno de los más trascendentes problemas-temas del país y está más que claro que demandan muy serias transformaciones para  aceptar  que cumplen con lo mínimo para  acceder a la dirección del Estado.

De ahí que con sus debilidades, fallas o vacíos y aun con tan gran retraso en su aprobación,  la Ley de Partidos constituye un paso de avance; pero sólo un primer paso de un tan importante problema-tema de la República Dominicana: partidos políticos al servicio de la sociedad.