Después de la caída de la  cruenta dictadura de Trujillo la sociedad dominicana ha tenido como uno de sus principales desafíos la instauración de una democracia auténtica.

Decimos auténtica por cuanto la verdadera democracia tiene entre sus características principales el derecho de cualquier ciudadano a  elegir y ser elegido, la no utilización de los recursos públicos para tomar ventaja en la contienda electoral, verdadera libertad de elección al margen de influencia de intereses mezquinos que tienen como una de sus fuentes la pobreza; además, y no deja de ser muy importante, planteamientos realmente efectivos  relativos a las soluciones de los temas-problemas que definen las perspectivas de desarrollo del país.

La democracia auténtica a partir de esos factores considerados ha de ser uno de los temas-problemas de mayor trascendencia de la sociedad dominicana hoy. 

Así que si bien con la Ley de Partidos se ha dado un paso importante en cuanto al fortalecimiento de la democracia dominicana queda aún un largo camino por  recorrer, pues  casi 60 años después del  ajusticiamiento del sátrapa  predominan intereses mezquinos que procuran el acceso a la dirección del Estado en aras de sus propios intereses,   más que para responder a las necesidades de la sociedad dominicana,  en la que amplios sectores esperan una conducción del Estado que coloque el verdadero Desarrollo Humano  en el lugar de  trascendencia que le corresponde.

La reforma de La Ley Electoral 275-97 es urgente,   la cual si se ha considerado obsoleta y desfasada es mayor aun con la aprobación reciente de la Ley de Partidos. Y es que ambos instrumentos o normativas legales están en los fundamentos de la democracia auténtica sobre la cual hablamos.

Es de consenso internacional hoy, con muy pocas excepciones, que a la dirección del Estado se ha de acceder por la vía de elecciones genuinamente democráticas que comenzando con el derecho a ser elegido que parece estar está vedado para quienes no disponen o no pueden disponer al menos  de varios decenas  de millones de pesos,  junto a los demás factores considerados, ha de seguir siendo una razón para arreciar la lucha  para que  el Estado dominicano como el más alto nivel de organización de la sociedad sea efectivamente dirigido  por aquellas y aquellos que tienen realmente la vocación y la conciencia de servir a los demás.

El avance de la sociedad humana y después de tantas  revoluciones fallidas  es posible que más sea evolución que revolución, pero la búsqueda de una democracia auténtica en el país  parece indicar que el retraso sigue siendo  muy grande aun con la por 20 años esperada Ley de Partidos.