La familia en nuestra sociedad es diversa. El mito de la familia nuclear basada en el eje padre-madre-hijos no se corresponde con nuestra realidad social y cultural.  A la madre le toca ser el eje de socialización y reproducción principal. En ese sentido, recae sobre ella las decisiones con respecto al futuro de sus hijos e hijas, los problemas de rendimiento, deserción y abandono escolar.

Cuando los hijos e hijas no responden a las normas sociales, rompen con las estructuras de convivencia y de los paradigmas de lo que “debe ser “ valores, conductas adecuadas, creencias religiosas , formas de abordar la sexualidad, recae en la madre la responsabilidad de no haber respondido a ese estereotipo. La sacralización del rol de madres está así bañado de una fuerte carga  y presión social para nuestras mujeres.

La lógica del poder en nuestra sociedad es netamente patriarcal y masculino. La posibilidad de que la mujer lidere la familia se enjuicia como una “crisis” del modelo familiar,  rompe con los patrones de roles tradicionales que se le asigna. La inserción laboral de la mujer se convierte en un referente de crisis juzgándole como abandono o descuido de sus hijos e hijas. Este fenómeno no ocurre con los hombres.

A las mujeres se les exige roles colectivos y familiares y se les niega sus derechos sexuales y reproductivos. Esta negación está cargada de estigmatización y discriminación hacia la mujer

Las familias dominicanas independientemente de que sean o no encabezadas por un hombre o una mujer no son responsables per-se de la reproducción de patrones delictivos. En una misma familia conviven personas insertas en redes delictivas y otras que viven de su esfuerzo.  Los patrones  delictivos trascienden a la familia y  permean la vida política y social.

La responsabilidad de la delincuencia es multifactorial y tiene vinculación directa con los modelos socio/culturales, instituciones sociales, el estado, organismos de seguridad y sistema de justicia. Un sistema de justicia  poco transparente, débil, vulnerable al poder y a la corrupción.

Las mujeres en la sociedad dominicana son el eje principal sobre el que descansa la cultura en cuanto a: reproducción de valores, normas, prácticas y creencias de cada grupo social y  localidad. A las mujeres se les exige roles colectivos y familiares y se les niega sus derechos sexuales y reproductivos. Esta negación está cargada de estigmatización y discriminación hacia la mujer.

La visión de la mujer reducida a su rol de maternidad es parte de un sistema de control social que se ejerce para que la mujer dé respuesta a los modelos socio-culturales que niegan sus derechos y su individualidad. Los discursos que culpabilizan a la mujer de los males sociales niegan así sus derechos, sus libertades y excluyen al hombre de su responsabilidad social.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY