En toda la prensa nacional del recién pasado lunes, que contáramos a 10 de septiembre 2018, aparece reflejada la posición política institucional del PRM, expuesta por nuestro compañero Presidente José Ignacio Paliza, en relación a la convocatoria del Consejo Nacional de la Magistratura (C.N.M.), para el 2 de octubre del cursante año, hecha por su Presidente Danilo Medina Sánchez, de cara a la escogencia de los pretendientes a sustituir los magistrados cesantes del Tribunal Constitucional (T. C.), en consecuencia también, los de la Suprema Corte de Justicia, que habrán de ser evaluados y, en los casos que procede reemplazarles.
Por disciplina y vocación institucional respeto las decisiones alcanzadas por los órganos instituidos en el partido para decidir el curso de la vida del colectivo, abordar los temas coyunturales, siempre en el marco de la línea estatutaria, las estrategias políticas definidas y el plan de acción concebido; sin embargo, me parece transitamos por un sendero erróneo al momento de plantear y fijar posición sobre el perfil de quienes deben integrar los instancias jurisdiccionales, por cierto, de naturaleza jurídico político, hoy denominadas “Altas Cortes”, entre otras razones, a saber porque:
a) La institucionalidad en la República Dominicana sigue siendo un ideal de los demócratas, dentro de ellos me inscribo, quienes no hemos tenido la fuerza suficiente para asentar en la cultura política, en la consciencia ciudadana, en especial, en el funcionariado, el respeto a las normativas que rigen el sistema democrático, en consecuencia, respetar las reglas de juego sancionadas por los órganos y estamentos constituidos a esos fines.
b) Ningún partido político debe impulsar la descalificación de sus militantes, cuadros y dirigentes, en el sentido de que los mismos no ocupen posiciones en órganos o estamentos del Estado, de naturaleza jurisdiccionales, por el mero hecho de tener o haber tenido una militancia partidaria; obrar así implica colocarle el lastre a todo aquél involucrado en actividades políticas, del cual se espera actúe en procura del beneficio del país, el pueblo y los intereses diversos de las colectividades. Esa posición conlleva además, descalificarles de entrada, estigmatizándoles cual si fuere un espécimen con taras, con ello, dejándole el espacio a terceros que menosprecian la vida partidaria, más se lucran de ella, eso simplemente no puede ser.
c) Si la institucionalidad es endeble en el país como al efecto lo es, se repetirá en el devenir cercano el hecho consabido, el cual consistirá, en ver al partido gobernarte imponer a los suyos, vendiéndolos y posicionándoles como independientes, cuando al decir verdad, tienen un tipo de militancia no orgánica y les responden a sus intereses. Todos conocemos de un tipo de ciudadano que hace militancia en determinado partido político, tiene vida en un organismo, hace defensa de lo que piensa y cree; sin embargo, existen otros tipos de militantes, en algunos casos sin vida en una estructura partidaria, pero con mayor arraigo ideo-político al militante del organismo, de ese se prevalecerá otra vez el PLD, para mantener el control de las “Altas Cortes”, mientras nosotros jugamos a la ingenuidad política.
d) Por la carencia de institucionalidad o la mera formalidad de esta en el país, los favorecidos con la escogencia para ser parte de una de las “Altas Cortes”, ya sea, el Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia, Tribunal Superior Electoral, me aventuro a ubicar La Cámara de Cuentas, por su importancia, les responden al individuo, grupo de poder o al partido que le promovió. Paradoja del hacer político dominicano, se sabe que estos agraciados suelen consultar, se deben a quien le impulsó, le mandan emisarios, adoptan posiciones conforme a intereses particulares no así los institucionales. Los ejemplos sobran en el seno de la Junta Central Electoral, el Superior Electoral, de lo cual no está ajeno el Constitucional y reitero la Cámara de Cuentas. Quienes no compartan ese parecer, les sugiero echemos una mirada al pasado reciente y no tan reciente.
e) Si hemos dicho hasta el cansancio en diversas ocasiones que el partido de gobierno se lo golosea todo, lo acapara todo, no tiene sentido de institucionalidad, controla todos los estamentos del Estado, cómo pretender que ahora uno de los momentos más complejos para el devenir político del país, vayan a cambiar de parecer, de criterio, de visión de utilizar el poder para servirse, atropellar y permanecer hasta 2040 o de por vida, en la dirección de la cosa pública, tal como sugieren.
f) La posición de Margarita Cedeño coincidente con la del PRM, que debe llamar a reflexión, no está dada por razones de principios e institucionalidad, la misma solo puede ser catalogada de politiquera y oportunista, porque la emite no por ser originaria de ella, por el contrario está dada en función de los intereses de su esposo. La pregunta obligada debe ser, en el pasado ella mostró desacuerdo con la escogencia apabullante de las llamadas “Altas Cortes”, claro que no, pues, Leonel Fernández se sirvió con la cuchara grande, al seleccionar a cuadros suyos y de su partido, repartidos en las diversas instancias jurisdiccionales. Por tanto, debe llamarnos la atención con quienes coincidimos, o quienes se muestran coincidentes con nuestra postura ultra democratoide.
g) La razón de ser, la misión fundamental para lo que trabaja un partido político, es para la toma del poder político e incidir desde el Estado en beneficio del pueblo; el de cualquier entidad de la sociedad civil, radica en incidir en el segmento poblacional, hacer prevaler la temática que le da razón de ser, cumplir con sus objetivos y alcanzar sus metas. Por consiguiente, no perdamos el foco de lo que somos como organización, si es que nos hemos propuesto la toma del poder político.
h) Nadie como el PRM, por sus otras orígenes, a quien más le ha afectado tener árbitros parciales, en algunas ocasiones integrantes del partido con el cual se compite, otros representantes de intereses económicos no pacíficos a nuestros intereses, cuando no representantes de sectores de poder mediáticos desafectos a nuestra línea política. Por lo tanto, si no tomamos esto para reflexionar sobre el pasado, repetiremos nuestros errores, sin que aparentemente nos afecte o nos lleve a enmendarlos.
i) La independencia de las “Altas Cortes” es, sigue siendo y habrá de ser siempre el ideal hacia la institucionalidad democrática, el que todo demócrata debe tener en sus objetivos, esto para crecimiento de la transparencia, eliminar la discrecionalidad, la opacidad y la falta de servidores idóneos al frente de las funciones públicas, en el país, lo cual no existe hoy, y no lo lograremos durante gobierne el actual partido. Tan solo así se explica, el que los actuales integrantes de la Junta Central Electoral (J. C. E.), Tribunal Superior Electoral (T. S. E.), Tribunal Constitucional (T. C.), respondan al partido gobernante, sea a uno de los principales cabezas o a un tercero. Reitero, incluyo la Cámara de Cuentas (C. C.), por la trascendencia de la misma.
j) No me luce políticamente razonable la postura del partido, aunque llamado a acatarla, simplemente porque contribuye a abrir las compuertas al partido gobernante para continuar posicionándose, con el maleado criterio de seleccionar personas independientes; respeto a cada uno de los ejecutivos y los órganos a los cuales se deben, pero no comparto esa postura, cito: “Nosotros solamente solicitamos que sea el carácter de la independencia, el elemento fundamental que identifique los postulantes y a los electos posteriores en marco del CNM” .
K) El perfil a prestigiar de quienes sean postulantes para las “Altas Cortes”, a mi humilde entender debe estar basado en los requisitos de la Constitución Política del Estado y las leyes que le regulan; por demás, la cualificación cognoscitiva, valga decir, su preparación en el área para la cual compite, tener una vida depurada, asentada en valores éticos y morales; que frente a la sociedad no tenga máculas, haya sido ejemplo en su familia y el entorno social. En el PRM sin temor a dudas tenemos dirigentes, militantes, simpatizantes orgánicos y sin vida estructurada, que pueden jugar un rol de primera fila en la línea de adecentar las denominadas “Altas Cortes”.
Debo aterrizar enfatizando el que la posición objeto del presente comentario no es más que la colocación de barreras infranqueables a todos los integrantes del PRM, amén de errónea, pues envía un mal mensaje contradictorio hacia adentro y afuera del partido; a lo interior del partido, porque le obstruye al que tiene vocación, se ha preparado y entiende le asiste el derecho de ser parte de uno de estos órganos, mientras que ante el resto de la población nos retrata como miopes, pues renunciamos a incidir en estamentos jurisdiccionales determinantes del país.
Es preciso dejar constancia en la parte final de estas notas, del hecho real, de que en mi vida como ente social y profesional del derecho hasta el presente no he tenido ni tengo inclinación de ser parte de ninguna de las instancias jurisdiccionales del Estado, para despejar dudas, no por ello, dejo de reconocer de la existencia de un personal cualificado en el partido, apto para desempeñar con dignidad las funciones en cualquiera de los espacios referidos; es por ello que, me inclino en la idea de no limitarle el legítimo derecho a la aspiración de cualquier integrante del partido.
El contenido precedente es íntegramente la carta dirigida a las autoridades máximas del Partido Revolucionario Moderno (PRM), en la persona de José Ignacio Paliza, Presidente y Carolina Mejía Gómez, Secretaria General.