Como una especie de novela surrealista, podríamos iniciar este análisis parafraseando aquel famoso escritor colombiano, con uno de los títulos más conocidos y sonoros en América latina. “Crónica de una suspensión anunciada”. Así lucía desde el principio la convención informada por la cúpula dirigencial del Partido Revolucionario Moderno para finales de noviembre, con el fin de elegir las autoridades partidarias en una contienda interna que permitiera a los militantes, decidir mediante el voto las nuevas autoridades del partido.

La actual dirigencia, se sabe, es fruto de un trasvase gigantesco que se diera del otrora PRD hacia lo que hoy  conocemos  como Partido Revolucionario Moderno. La estrategia novedosa pero poco democrática que se utilizó para garantizar su permanencia y lealtad a la nueva formación política, fue el método de un cargo por el mismo cargo. El cual consistía en proveer el mismo puesto que poseía el desertor en el otro partido, sin la necesidad de ser sometido al escrutinio de la militancia de la nueva estructura.

De ahí se desprende la compleja situación que vivió y que aun vive la militancia perremeista; pues con ello, también se les otorgó  a las mujeres, hijos y familiares cercanos de dichos incumbentes, direcciones y plazas que jamás habrían obtenido con el voto mayoritario de sus compañeros. Este ingrediente acentúa la concepción patrimonial de un partido que se vendía como diferente, y deja pocos espacios a aquellos dirigentes, cuyo merito, es ser promotores de unas ideas que lucen inconclusas.

Inmersos en ese proceso de conquista de sus antiguos compañeros y reparto de puestos, se les vino encima el tiempo para elegir los candidatos a cargos electivos. Encontrando así, sobradas excusas para implantar como sistema interno de elección de sus representantes ante el electorado, la fórmula del dedo y el amiguismo. Desvaneciendo cualquier anhelo que condujera a una  participación democrática y llevándose de plano, la cacareada convención para esos fines.

En medio de ese escenario, miles de sus condiscípulos que apostaron: tiempo dinero y sacrificio, en unas aspiraciones que nunca se les permitió, perdieron sus sueños y la esperanza de hacer aportes a la democracia por la vía de la legalidad. Agravado por la falta de explicación de las autoridades de la pseudo convención, del dinero recaudado. Por demás tributado por los aspirantes y el que fuese solicitado con el pretexto de ser utilizado en el montaje del  fallido proceso convencional.

No es casual entonces que al día de hoy, exista cierto escepticismo entre sus miembros y que el miedo se adueñe de un escenario en donde el apego a los cargos del partido constituye el talón de Aquiles para el desarrollo de una convención democrática, en la que todos participen en igualdad de condiciones. Peor aún, los rumores existentes de que una parte de cúpula pretende confirmar en sus puestos a dos altos dirigentes y la confirmación de la suspensión del evento.

Por ahora solo resta esperar, si  existe en ese partido una verdadera vocación de poder o por el contrario, hará hoy como lo hizo ayer, un simulacro de elección para beneficiar a aquellos turpenes que han creído desde la otra faccion, ser dueños absolutos de las siglas PRM. Dilema que mantiene en un limbo al Partido Revolucionario Moderno, cuya salvación es una convención democrática que garantice el futuro de la fuerza electoral que hoy por hoy, se perfila como la vía mas expedita para sacar  los come solos del Palacio Nacional.