A partir de este momento el tema político será hegemónico, mientras se fortalece el año preelectoral y se cargan los cañones para embestidas que tienen que ver con varios tópicos: contradicciones y objeciones a la Ley de Partidos, contradicciones y objeciones a la Ley de Régimen Electoral, topes de campaña política y proselitismo, modificación de la Constitución y otros asuntos que si bien forjan un avispero cuyos murmullos inundan los medios de comunicación escrita, televisual, radial y redes sociales, forjan el corpus de la democracia dominicana.
El avispero tiene que ver con las aspiraciones de uno y de otro a puestos electivos, entre ellos las candidaturas presidenciales y las apetencias que se generan en cada partido político, de lo que no escapan y son los principales protagonistas las dos grandes organizaciones del país: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Por supuesto, los grupúsculos u organizaciones minoritarias también han comenzado a delimitar las pistas por las que correrán, ejercer presión con temas puntuales, hacer causa común ante temáticas controversiales como la modificación a la Constitución, fabricar encuestas y posicionar grandes figuras que ya cruzaron por el solio presidencial, y quienes hoy se juntan para coordinar rutas comunes a pesar del otrora camino de adversidades entre ellos.
Es la democracia, dirán muchos cautos e incautos. A veces esa democracia permite la confluencia de grupos con ideas coyunturales contrarias, e incluso acérrimos opositores entre ellos mismos, que en vista de un temor de gran magnitud ante la creencia de una eventualidad aún no acontecida, hace posible esa confluencia.
Los actores políticos, hablemos de líderes titulares expresos y a quienes la percepción pública atribuye los grandes liderazgos, articulan sus estrategias, realizan sus movimientos, identifican a los hombres y mujeres que estarán en sus boletas en las provincias y municipios, para empezar el pleito interno por la nominación a los referidos cargos electivos, por supuesto, con las reservas que a veces causan preocupación y han sido objeto de repulse y abandono de partidos políticos, que en múltiples ocasiones han aterrizado en otros linderos partidaristas.
Y el tema más importante, considerado el tema de temas: la candidature presidencial.
La candidatura presidencial es la gran causante de disquisiciones, que fomenta diatribas, separa espíritus afines, líderes y dirigentes que hacen causa común durante meses, e incluso años, para luego defenestrarse al rebullir sus aspiraciones a la nominación presidencial de tal o cual partido.
Todavía existen capítulos memorables o de trágica recordación en nuestro país, de rupturas, distanciamiento y brutales divisiones que los más avezados recordarán y que son emblemáticas en el devenir político de la historia dominicana.
Todavía hay una recordación histórica de hechos incluso hirientes que laceraron reputaciones y rompieron relaciones casi familiares entre facciones encontradas de poderosos partidos políticos en las décadas, 80, 90, 2000.
Es lo que hay en este año preelectoral que hoy repercute con sus tronadas a todas luces expuestas y de lo que hablará durante todos estos meses hasta culminar en los procesos electorales del 2020.