El Principito quería un cordero pero ningún dibujo le gustaba: uno le parecía muy viejo; otro tenía cuernos y pinta de carnero; este otro estaba feo…Hasta que su amigo el piloto concibió una cajita con tres agujeros. «El cordero que quieres está adentro», le dijo. El Pequeño Príncipe sonrió satisfecho y luego de preguntar si cabría en su diminuto planeta, le señalaba al aviador que el animal ya se ha dormido.
Como muchos, leí la novela de Antoine de Saint-Exupéry de niño. Tiempo después, mientras estudiaba francés, me topé con el libro en la biblioteca de la Alliance y volví a leerlo y así supe que cordero se dice «mouton» (dessine-moi un mouton), cómo se dirá en totonaco. La pregunta viene a cuento porque acaba de aparecer una traducción en esta lengua.
Según los diccionarios, totonaco viene del náhuatl y significa hombre de tierra caliente. A este pueblo prehispánico se le atribuye la construcción del sitio de El Tajín y vaya si es caliente ese lugar del norte de Veracruz. Un calor mordelón que puede causar la locura, pero los totonacos también viven en las zonas montañosas de Puebla.
Precisamente en la sierra poblana, en San Salvador Huhuetla, el primero de marzo se presentó la traducción de la gran obra en comento, que se lee: Wa xa’aktsú Púxku’. La versión corrió a cargo del maestro Pedro Pérez Luna.
El totonaco es una de las 68 lenguas que se hablan en México, pero ya lo sabemos, los pueblos indígenas han sido arrojados al abandono… El maestro Pérez Luna se ha ‘quemado las pestañas’ durante un año para que los niños y jóvenes descubran los avatares del Principito, que suspira por una Rosa (veleidosa) y entabla amistad con un zorro y un aviador perdido. Un esfuerzo importante para que la lengua del Totonacapan, hablada por unas cien mil personas, siga vigorosa y se enriquezca.
Podría decirse que El Principito es una historia sencilla que aborda temas como la amistad, el misterio del amor o la ceguera de los adultos frente al mundo infantil, pero eso la vuelve universal. De acuerdo con los conocedores, el libro se ha publicado tanto como la Biblia o el Capital de don Charly Marx.
Exupéry echó mano de su vida para fraguar la novela, que casualmente se publicó antes en Nueva York que en París. En efecto, en abril del 43, Francia estaba ocupada por los alemanes. Por cierto, el invasor nazi es el temible baobab que asfixia con sus raíces filosas el planeta del Principito. También la Rosa está inspirada en Consuelo, su mujer, oriunda de El Salvador, tierra de volcanes que se “repiten” en el planeta de la linda flor…
Todavía recuerdo el antiguo billete de 50 francos, era de un azul juguetón y se veía al Principito y a su creador. También aparecían el avión de don Antoine y el famoso dibujo de la boa que, glotonamente, digiere un elefante. Le Petit Prince ha sido traducido a más de 250 idiomas en todo el mundo, ahora retoma el vuelo en totonaco. Le deseamos Bon voyage, pues como dice un lugar común, la lectura es un viaje…