La tanda extendida es, sin lugar a dudas, uno de los grandes logros de la gestión del presidente Danilo Medina y una de las niñas bonitas de la “revolución educativa”. Desde luego, esta modalidad se ha podido instaurar gracias a la construcción de cientos de aulas de las cuales parece brotar un sulfuroso tufo a corrupción.

Hoy en día, es políticamente correcto formar parte del club de escuelas que implementan  la tanta extendida, estén o no reunidas las condiciones necesarias para que este nuevo modelo ofrezca un impacto real en la educación.

Así, en Villas Agrícolas, el Palacio Escolar España, la escuela pública más grande del barrio, contaba con más de mil alumnos repartidos en dos tandas, de pre primario hasta octavo grado, y acaba de iniciar el nuevo año escolar con una sola tanda.

A pesar de haber sido modificadas, las infraestructuras físicas de la escuela no son extensibles, y por cuestión de simple matemática no permiten acoger los alumnos y alumnas que cursaban el año pasado las tandas matutina y vespertina

Efectivamente, más de 200 niños de pre primario han quedado en lista de espera. Para los grados de primaria, se puede evaluar en 200 el número de niños y niñas que resultaron fuera de las aulas por falta de cupos. La tanda extendida se transforma en este caso en  una negación de los derechos de niños, niñas y adolescentes en edad escolar de asistir a la escuela, empujándolos hacia la deserción.

La Fundación Abriendo Camino tiene incidencia en este barrio y ha tratado de indagar con las familias para recoger datos sobre esos niños y niñas excluidos del sistema educativo nacional y entender en base a qué criterio se ha hecho la selección.

Salió a relucir que aparentemente los que no tienen cupo son los más vulnerables de la comunidad: niños y niñas que acaban de llegar del campo o de otro barrio; hijos e hijas de padres y madres despreocupados que no hicieron a tiempo su reinscripción en la misma escuela; niños y niñas sin actas de nacimiento; niños y niñas con problemas de conducta; niños y niñas en sobre edad. Cualquier excusa ha sido válida para no apuntarlos en la escuela del nuevo modelo.

Como institución que trabaja a favor de la niñez y ofrece dentro de sus  programas cursos de nivelación escolar para alumnos y alumnas escolarizados, la Fundación Abriendo Camino se ha enfrentado a una nueva problemática: ¿qué hacer con esa gran cantidad de niños y niñas que están quedando fuera del sistema educativo, sin ninguna alternativa para estudiar y a quienes se les ha negado su derecho a la educación? Algunas familias, a pesar de sus limitaciones, intentaron reivindicar el derecho de sus hijos e hijas a estudiar pero los numerosos obstáculos de la burocracia les impidieron llegar a sus fines. Otras familias en condiciones todavía más vulnerables se resignaron de una vez.

Para tratar de contribuir a la búsqueda de una solución y ayudar a las familias más desamparadas, la trabajadora social de la Fundación Abriendo Camino identificó los niños y niñas sin escuela, provenientes de  las familias en situación de pobreza crítica: 38 niños y niñas de entre 6 y 15 años fueron detectados y acompañados en el proceso de buscar una respuesta a sus casos.

Primero, se realizó un acercamiento a las demás escuelas del barrio para buscar cupos y alternativas. La escuela pública Emilio Rodríguez Demorizi aceptó a dos niños y dos colegios  privados de la zona  dieron tres becas.

Paralelamente se trabajó con el Distrito Educativo, cuya responsable prometió sitios en una escuela de Capotillo en tanda extendida. A pesar de que los niños y niñas tienen que caminar hacia este sector, esta solución ofreció una alternativa a la falta de escolarización y la Fundación Abriendo Camino apoyó esta propuesta frente a la comunidad de padres, madres y tutores.

Pero el proceso no fue tan fácil. Los padres respondieron y de una vez se involucraron para rellenar los formularios de solicitud. Después de varios viajes a las oficinas del Distrito y un último a la escuela asignada, la trabajadora social de la Fundación pudo inscribir los niños y niñas en una lista en la escuela Salomé Ureña en presencia de la técnica del Distrito. Sin embargo, esto no fue suficiente.

Cuando los nuevos alumnos y alumnas llegaron para su primer día de clase, más de mes y medio después del inicio oficial de las clases, ellos todavía no aparecían en la lista oficial. Para salir del impasse las autoridades dijeron que los iban a incorporar en la escuela vieja mientras se elaborarían las  nuevas listas de  la escuela con tanda extendida.

Al nivel del equipamiento, una mamá no pudo dejar el niño porque no había silla en el curso para él. Colmo de la tanda extendida: estaban despachando los alumnos a las 11 de la mañana, por falta de personal y equipamiento.

La Fundación Abriendo Camino ha tenido que dedicar muchas horas para lograr un resultado.  Queda la inconformidad ante las condiciones en las cuales los niños y niñas van a tener que estudiar y la lejanía del centro educativo. Queda también claro que las familias por sí solas no tenían la posibilidad de hacer valer sus derechos.

Se plantea así la necesidad evidente de educar la ciudadanía y acompañarla para que esta pueda denunciar las situaciones individuales y colectivas injustas contra las cuales las familias de los sectores más desfavorecidos tropiezan a diario.