Este tema se enmarca en el contexto de las estadísticas y estudios realizados por latinobarómetro 2008, y otras particularidades propias de la práctica de los partidos y los ejercicios de los gobiernos de este entorno.
Se orienta basándose en las premisas siguientes: a) pocas opciones electorales, por la naturaleza del bipartidismo- tripartidismo, b) poco abordamiento de temas fundamentales propios del debate basado en una agenda democrática, c) insuficiente rendición de cuentas de cara a la ciudadanía, d) prácticas y políticas administrativas que propician la corrupción, e) falta de definición del estado como ente democrático, faltando a su misión de transformar los derechos contenidos en leyes y constituciones en consonancia con las realidades de la vida de los ciudadanos.
A partir de este esquema se desprenden varios presupuestos; el cuerpo electoral está obligado a escoger entre opciones, cuya distinción existente solamente está en los individuos que las encabezan y sobre la base de una presencia del clientelismo que son barreras a la espontaneidad del voto y a la libre oferta electoral, más bien, inducido por un encuadramiento de “militancia” a quienes se les reclama lealtad, sacrificios y delegación, a cambio de pocas respuestas a sus expectativas, con ribetes de paternalismo y asistencialismo.
Todo esto, ha ido acrecentando la desafección política, por lo menos hacia los partidos políticos, por lo que hemos visto, instalarse gobiernos sustentados en especies de movimientos sociales, que si bien es ciertos que estas ¨revoluciones¨ no han proliferados en américa, hasta el punto de arropar los partidos políticos tradicionales, sí que existen paradigmas en la región, según Latinobarómetro, que muestra la creencia de ciudadanos al opinar que la democracia puede existir sin los partidos políticos, siendo a nuestro juicio, una muestra sencilla la tendencia de eliminar la democracia interna, por la modalidad de primarias abiertas, interpretándose que al sistema de partidos se le fue de la mano el control de su militancia..
Respecto al criterio afirmativo sobre que, la democracia puede existir sin partidos políticos, la muestra siguiente habla por sí sola:
Poniendo a la Republica Dominicana en este contexto, es pertinente observar que el resultado de respuestas positivas supera en un 7% a Venezuela, siendo un indicador a tomarse en cuenta, aunque no existan las condiciones reales que esto suceda por ahora, pero por los números, es bueno que el sistema de partidos atienda las consideraciones de psicólogos sociales, politólogos y otros estudios cuando plantean “que a mayor desinterés políticos de los ciudadanos, mayor es la posibilidad de aceptar y preferir gobiernos autoritarios.
Por otro lado, como parte de la desafección política, está el déficit de rendición de cuentas de los partidos y regulaciones legales, unido a que en los años electorales, el PIB, por lo menos en el resto de Latinoamérica, se incrementa en un 0.5% y el déficit público en 1.74 a 2.67 producto del financiamiento de las campañas de los gobiernos para apoyar sus líneas, a través de “programas de ampliación de políticas sociales y otras parafernalias.
En este contexto, los poderes fácticos, legales e ilegales, alimentan la competencia desigual en los financiamientos políticos, generando distorsiones en las democracias, y por efecto, se instalan candidatos que responden a sus intereses, incluso, alcanzando cuota de poder para determinar programas y decisiones en los partidos políticos y sus representantes.
Existe también, y no en menor proporción, el déficits del estado republicano, lo cual se explica con un dato publicado por Latinobarómetro de que de 18 presidentes de Latinoamérica un alto porcentaje, disponen de poderes extraordinarios, lo que hace que el ejecutivo concentre mucho poder decisorio.
Asimismo, existe alta debilidad en lo concerniente al estado de derecho ciudadano, en el que la democracia implica su principal colorario, de donde se deriva la protección de las libertades, principalmente la política, protección de los derechos civiles, empoderamiento ciudadano, entre otros intereses sociales legítimamente protegidos.
Se acusa otro gran déficit, que resulta de la metodología de la representación del poder legislativo, y es, que aunque por un lado, es quien en la mayoría de países asume el “control” de los gastos y ¨las decisiones del poder ejecutivo¨, en varios de ellos, este mismo poder, a la vez, es quien controla el parlamento desde el punto de obediencia política y otros tipos de resortes de la democracia partidaria, notándose además, que en latinoamérica la misma está cautiva por los mecanismos de captura, apreciándose que los poderes fácticos, legales e ilegales, manipulan con su financiamiento las prácticas electorales, lo que la vez, evidencia la coexistencia de una restricción de la participación de los actores políticos, esto es, ciudadanos y clases dirigenciales y cuadros intermedios, acuñándose una connotada práctica de mal funcionamiento de representación, incluyendo primarias internas.