…y me dirijo a los que tienen fortuna, que ayuden en esta obra, que den dinero para comprar libros, como es su deber, como es su obligación y a los que no tienen medio, que acudan a leer, acudan a cultivar sus inteligencias como único medio de su liberación económica y social. Es preciso que la biblioteca se esté nutriendo de libros nuevos y lectores nuevos. Y que los maestros se esmeren en no enseñar a leer a los niños mecánicamente…Todos ayudaremos para que se levante el edificio. Es un hecho importante.

Federico García Lorca

Dime qué lees y te diré quién eres

Es hermoso cuando alguien escribe un libro y más si su portada gana un premio significativo, como sucedió con África en mi piel. ¡Qué bueno, la piel ya reconoce una parte de su origen! Un pretexto y un texto para vernos en una hoja de papel, un proyecto que puede comenzar en una servilleta, en un tren, durante un sueño, en medio de lecturas y re lecturas de otros textos. Desde luego, la invención de una feria del libro es un acto de extraordinaria riqueza y esfuerzos encomiables. Imagina cuántas abejas se alimentaron de infinitos jardines imaginarios para luego dejarnos su miel, el papiro de la alegría, y entonces disfrutar el beneficio del ocio.

Como las abejas no obedecen a intereses institucionales ni políticos, no son parte de las relaciones culturales aunque están ausentes de la política oficial. Muchos votaron por un cambio. El fulgor que la ilusión de la esperanza vendió. Es de esperarse que los nuevos incumbentes no permanezcan en el poder por décadas creando un país que pudiera consumir esa miel, la memoria de tantas flores que mueren sin saber que se pueden alimentar civilizaciones en potencia perdidas.

Pero bueno, comencé mencionando el proyecto de circulación de África en mi piel, cuyo autor, mi dilecto amigo, Nino Feliz, anuncia que la Editorial Santuario, lo exhibirá y supongo que vendrá con una muestra de la literatura escrita en el país, a otro Santuario: una Feria financiada por ese mismo pueblo y donde, lamentablemente, la obra Góngora en Motoconcho, no se presentará, por razones personales. La motivación de su autor descendió a cero. Nunca recibió una nota de felicitación ni de aquí ni de allá y no digo que somos una Cosa Nostra repetida. Su autor no tiene un equipo que lo represente. No lo han llamado directamente para representarlo. Tampoco es una meta que un autor que no es parte del establishment se sienta importante. El misterioso departamento de prensa de la cultura oficial ni siquiera supo que se había publicado Góngora en Motoconcho. La primera antología de su autor que presenta una selección poética de 1983-2021. La prensa cultural no existe. No somos el atractivo de la nación. Yo creo que difundir la cultura es parte legítima de su función. Para eso han sido nombradas las nuevas autoridades del Ministerio de cultura en el exterior. Nosotros les pagamos un salario. Esos fondos vienen del erario público. Aguardamos un discurso de apertura con las cartas sobre la mesa. Estos nuevos extraños humanistas saben ser serviciales y humildes, cuando hay razones de peso. El Archivo de la Nación puede ser un buen ejemplo. El Estado debe darles un taller previo al servicio. La crítica fortalece el ejercicio democrático. Cualquier apertura cultural debió partir de un diálogo comunitario. Afortunadamente, la pandemia dilata los sentidos. Fomenta una inteligencia ambigua. La primera cortesía es poner una carta en el correo. Ofrecernos ayuda para que nos sintamos parte de un proyecto financiado con nuestras divisas.

El libro es una empresa tan importante que debería haber embajadores culturales que se encarguen de averiguar dónde hace falta un libro. ¿Cuántos libros compraremos para fortalecer las bibliotecas y las escuelas de ambos lados? ¿Por qué no cambian el formato de estos eventos, creando interés en la lectura? ¿Quiénes deben leer ese libro y por qué es conveniente que contribuyamos a desarrollar lectores inteligentes, capaces de cuestionar cualquier asomo de una nueva Arca Inmóvil? Hoy más que nunca hacen falta nuevas iniciativas para mantenernos sanos, felices y productivos. Menos promoción, más acción pro cultura y por cierto, más comunicación. La cultura no es una empresa comercial personal. Ojalá este no sea el caso de la nueva administración de la cultura.

Las academias del American Dream están tan ocupadas con el virus, las mascarillas, la extraña normalidad, las pruebas del Covid, las tizas contaminadas, la persuasión para que la peste no se disemine. Y entonces las calles se llenan de ternura, de locos, enfermos sexuales, poetas decadentes, artistas invisibles, culturólogos ocupados en una empresa similar a las anteriores donde la partidocracia inauguraba el mismo vacío decorativo donde el gran ausente es el libro. Desafortunadamente, lo que sí está vivo es su perpetuo silencio. Adorna la pasividad de los contribuyentes. Estos se pierden en los nichos donde mueren sin que nadie los abra por primera vez. Ese era el juego histórico. Ojalá haya cambiado.

Los dueños del circo, metáfora de una empresa pública (la diáspora) aportan a la República Dominicana. Según el Banco Central de nuestro país, las remesas recibidas superan por primera vez US$8,200 millones, muy a pesar de ser ignorados por la cultura. El tráfico de su ausencia crea ganancias. En unos días el turismo cultural volverá por sus fueros a exportar cultura, a compartirla desde la libertad de investigadores y creadores. La diáspora piensa; a veces aparece una voz en el desierto. Vendrán otros comensales a firmar un debate indebatible. Es un juego anual que desvía los fondos educativos hacia el lujo de jugar a la cultura. Cuidado si reaparece otro secuestro de la cultura, a nombre de una esperanza utópica. Es de esperarse que también vendrá gente sabia. Gente que aporta. Intelectuales comprometidos con la cultura como servicio, no como empresa que vende una cena de apertura a US$250 el cubierto. Se trata de una organización sin fines de lucro. Me disculpo si he dicho un disparate. Eso no es colonialismo.

Por favor, díganme que las dos oraciones siguientes son falsas. Cada ministro es un número de lotería que no emana de la voluntad del pueblo. Solo triunfa la brutalidad cultural. Probablemente, haya que defender la inocencia de quienes creen dirigirla. Podemos hasta llorar todo el año cobardemente. En este momento extraordinario no sabemos qué fuerzas nos dirigen hacia un camino promisorio, lleno de misterios y sombras. Quizás el presidente de la República, Licenciado Luis Abinader, hijo de un inmigrante de origen libanés, tenga la última respuesta. Como está tan al tanto de nuestras necesidades, imaginemos que se hará eco y sucederá lo opuesto a otras épocas más nefastas. El arte comunitario se desplazará hacia un cuarto oscuro de extraña ubicación. Escuchará atentamente a la comunidad. Su equipo tomará nota y luego: Se terminó la fiesta. Su corazón hablará de los mágicos cambios, tan esperados y del distanciamiento social. ¡Qué maravilla! Soñar no cuesta nada.

Deseo de todo corazón que estas reflexiones sirvan para pensar y no para dividir. Ojalá que el amor fraterno nos guíe por mejores sendas.

Un abrazo. Que la antorcha haya caído en buenas manos.

Escritor, autor de Góngora en Motoconcho

Presidente de la Asociación de Escritores Dominicanos en Estados Unidos (ASEDEU)

Miembro de la junta directiva del Festival Hispano del Bronx (Bronx Hispanic Festival)