La organización Protectores de Nuestro Patrimonio Histórico está cosechando un gran éxito con su Ciclo de Charlas sobre la Ciudad Colonial.  La primera, "La Ciudad Colonial Tal y Como Fue", fue impartida por el destacado historiador Frank Moya Pons, quien deslumbró a la audiencia con una serie de datos prácticamente desconocidos sobre cómo era la ciudad en la época colonial y después.  Con la venia del autor, lo que sigue reproduce algunas pinceladas de esa interesante historia.

"La ciudad que conocemos hoy como Santo Domingo comenzó como una aldea con casas de paja en la orilla oriental del río Ozama. Fue establecida allí inicialmente porque debajo de ella, en el barranco del río, surgía una vena de agua potable. La del río era salobre."   

Respecto a la mudanza de la ciudad a la margen occidental: "Justificaron la mudanza diciendo que a partir de entonces la ciudad quedaría del lado de las minas y de los pueblos fundados en el interior de la isla."

"Antes de 1509 la ciudad tuvo una primera taberna llamada Pie de Hierro, en el albañal de las Atarazanas, y en [agosto de] 1526 uno de sus vecinos [Juan Sánchez Sarmiento] fue autorizado por cédula real a instalar “una casa de mujeres públicas” para servir a los muchos solteros que habían llegado para trabajar en la industria azucarera de los alrededores o para esperar embarque en su ruta hacia el Continente."

"Tomó varias décadas construir la Catedral y los demás templos y conventos de la ciudad. Esos edificios consumieron muchas vidas de esclavos indios y negros." 

Impacto de la invasión inglesa del pirata Drake sobre la ciudad:  "Su tamaño la salvó de ser completamente devastada pues los ingleses se cansaron de estropearla y la desocuparon sin acabar su esfuerzo destructivo, pero a partir de entonces languideció aún más quedando convertida en la capital colonial más pobre de América." (La gráfica muestra la ciudad circa 1649.)

"En la última mitad del siglo XVII la pobreza de los habitantes era tan grande que: "Los vestidos completos casi desaparecieron, pues los pobladores no tenían con qué importar telas o prendas de vestir. El comercio con el exterior apenas fluía por su puerto. De once llamadas tiendas que había en la ciudad en 1680, ninguna tenía suficiente mercancías para vestir más de diez personas.

Resultado: Casi todo el mundo vestía harapos y a todos les daba vergüenza ser vistos semidesnudos y harapientos.  En consecuencia, las calles se veían casi desiertas, y la gente se acostumbró a salir de noche para esconder sus desnudeces." "Hasta la Iglesia cambió sus horarios y mudó la celebración de sus misas a las horas sin sol para que los vecinos pudieran asistir sin que se les notaran sus andrajos."

En el siglo XVIII la ciudad comenzó a recuperarse con el comercio con la colonia francesa del occidente, pero:  "En 1780 las zonas construidas apenas llegaban a la hoy llamada calle Sánchez. De ahí hasta las murallas occidentales quedaba un terreno baldío dedicado a guardar los animales de monta y tiro durante la noche."  Después de su levantamiento en 1791, los esclavos de la parte oriental de la isla destruyeron "los ingenios azucareros construidos pocos años antes en los alrededores de la ciudad. A la ruina de los ingenios (el mayor de ellos, en Boca de Nigua, fue quemado en 1794) siguió la emigración de los hacendados más pudientes." "La cesión a Francia de la parte oriental de la isla en 1795 agravó la situación pues miles de personas prefirieron emigrar a Venezuela, Cuba y España".

La ocupación de la ciudad por parte de Toussaint Louverture en 1801 y luego por Dessalines en el 1805 provocó un éxodo masivo de los vecinos, incluyendo el del único piano que había y que fue a parar a Cuba.  A partir del 1809, cuando los españoles recuperan la ciudad, "la decadencia y el aspecto ruinoso de la ciudad eran los rasgos más notables que observaban los que llegaban a ella desde el exterior."

Durante la ocupación haitiana de 1822-1844: "Las calles eran polvorientas en tiempos secos y se llenaban de lodo en tiempos de lluvia. Estas vías estaban siempre malolientes por el estiércol de los caballos y la basura que la gente tiraba en ellas desde las casas."  Ocho años después de proclamada la independencia, "la ciudad tenía un rostro de casas corroídas, calles de tierra con profundos surcos llenos de basura y estiércol, ruinas de antiguos templos destruidos por terremotos y saqueados por las autoridades haitianas, lianas colgando por las paredes y raíces penetrando los techos de las viviendas."  Las casas estaban pegadas unas a otras pero en su exterior "el musgo y la mugre eran la pintura de las viviendas y edificios públicos, tanto en los interiores como en las paredes exteriores."

"Desde hacía más de dos siglos la mayoría de la población era negra o mulata. Los blancos eran muy pocos.  Rodeada de una numerosa población que habita todavía en un gran arco geográfico en donde estuvieron instalados los ingenios coloniales, la ciudad ennegrecía paulatinamente dirigida por una élite mulata de piel más clara que se consideraba blanca y, en su defecto, “india”. Negra, jamás.  Negros eran los haitianos y los cocolos que venían a trabajar en los modernos centrales azucareros que se construyeron a partir de 1872 alrededor de la ciudad."

"La ciudad entró al siglo XX con la decisión de parecerse a una ciudad europea copiando lo que hacían Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro y La Habana que recibían millones de inmigrantes españoles, portugueses e italianos.  Todavía el país era muy pobre y la ciudad con su apariencia ruinosa era poco atractiva para los emigrantes europeos." "….durante las tres primeras décadas del siglo pasado, vinieron muchos norteamericanos y puertorriqueños. Ya antes había comenzado la inmigración de sirios, libaneses, palestinos, chinos, canarios, catalanes, gallegos y asturianos, así como de algunos judíos curazoleños.  Para 1920 la antigua ciudad colonial había adquirido un tinte cosmopolita y los gobernantes militares estadounidenses la describían como una ciudad moderna."

"Ciudad Nueva se le llamó a la barriada que creció afuera de la muralla occidental. Villa Francisca, Galindo y Borojol fueron los primeros barrios populares y de artesanos que crecieron afuera de las murallas del lado norte, haciendo compañía al antiguo poblado de San Carlos que comenzó a albergar isleños de las Canarias desde finales del siglo XVII."  "Esas nuevas barriadas, así como muchas de las viviendas y edificios construidos en aquellos años eran de madera y tenían techos de yagua o se cubrían con planchas de hierro galvanizado.   Para 1930 su población ascendía a unos 50,000 habitantes, la mayoría de los cuales vivían en estas nuevas edificaciones. El 3 de septiembre de ese año esa ciudad de madera fue arrasada por un poderoso huracán, el Ciclón de San Zenón, que la destruyó totalmente dejando detrás una secuela de 4,000 muertos y 19,000 heridos."

"La antigua ciudad colonial, de piedra y mampostería, resistió este huracán como había resistido muchos otros durante los 428 años anteriores, pero la ciudad de madera tuvo que comenzar de nuevo, justo al mismo tiempo en que la República Dominicana inauguraba un nuevo gobierno que duraría 31 años. Santo Domingo, la capital de la República, fue enteramente reconstruida y transformada por aquel régimen de fuerza que utilizó su reconstrucción como símbolo de la reconstrucción nacional, del nacimiento de una patria nueva."