Así como sucediera en 1968 con la “Primavera de Praga” y su movimiento reforma para Checoslovaquia, en el 2011, el Medio Oriente también se vio protagonizado por una serie de levantamientos sociales, rebeliones armadas y protestas antigubernamentales, que se extendieron por todo ese territorio.  

De los más recientes levantamientos, también se le referencia como la floreciente estación del año, llamándole la “Primavera Árabe”. Ambos eventos titulados de manera alegórica, con las revoluciones de 1848, donde se originaron olas de movimientos políticos que dieron por destronar las rancias monárquicas de Europa, y su substitución por un método de régimen más representativo. 

Hoy, han aparecido unas tímidas ondas que también aspiran a crear una estación para ellas. Aunque no todas fortuitas, estás aún insisten en nadar. Y está en nosotros, motivarlas, a ver si llegan a la orilla. 

Las costas que reciben los oleajes del Mar Caribe han sido escenario de las más recientes luchas por la democracia en Latinoamérica. Altercados que aspiran a imitar los resultados de aquellos propagados durante la “Primavera Árabe”, con el levantamiento exitoso en Túnez contra el ex líder Zine El Abidine Ben Ali, y que por igual animara protestas antigubernamentales similares en Egipto, Yemen, Siria y Libia.  

Empoderados de las mismas armas que utilizaron los árabes, los latinoamericanos con cara al Caribe, han iniciado sus movilizaciones sociales, maquinándolas y proyectándolas a través de las infraestructuras de mensajería electrónica encriptada de WhatsApp, Messenger y Telegram.

Cada vez más, las luchas sociopolíticas primero se están librando en el mundo virtual, con celulares inteligentes y sobre las plataformas de comunicación social que estas contienen, antes que, en las calles o los medios impresos tradicionales, donde se expedían anteriormente. Así sucedió en los fructíferos alzamientos de la primavera del 2011, y desde entonces, el arma con la que los pueblos se están organizando y fijando estrategia, antes de salir a enfrentar a sus dirigentes en el campo real.

Lo que no cala en ellas y el mundo virtual que las enmarcan, no florecerá en el real. Siendo el más reciente y fructífero ejemplo de ello, la movilización ciudadana en Puerto Rico. La cual terminó por provocar la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Algo inédito en la historia de la isla caribeña. 

El desencanto que surgiera de la desesperación por la mala administración que se estaba llevando a cabo, post el desastre natural del Huracán María, se agravó cuando surgieron acusaciones de corrupción en contra de oficiales gubernamentales.

Pocas semanas después, las redes sociales estarían agitadas con los síntomas del dolor e impotencia, alcanzando la sociedad su punto de no-retorno, cuando salieron a la luz pública, transmisiones privadas de insensibles “Chats”, los cuales mostraban burla por valiosas figuras nacionales e inexorables gestos por los caídos en esa tormenta. 

Luego de semanas de levantamientos sociales, protestas, acuerdos públicos y otros que nunca se sabrán, esta semana Pedro Pierluisi asumió la gobernación del principal Estado Libre Asociado de los Estados Unidos.

Paradójicamente, el pueblo se organizó y logro su cometido, mediante los mismos canales por donde se habían filtrado las desagradables y falta de sensibilidad conversaciones del Gobernador y sus adjuntos. 

Pero para ponerlo en un contexto histórico, lo sucedido en la Isla del Encanto, con el levantamiento citado, no es un escenario desprendido ni ajeno a su región. Y aunque existan corrientes de pensamientos que planteen que la mano de los “bolivarianos” pudiera estar detrás de la desestabilización, lo cierto es que visualizo lo acontecido en Borinquén, como la última de cuatro luchas sociopolíticas caribeñas, propagadas todas a través de las plataformas sociales y no necesariamente como parte de estrategias geopolíticas. A ellas, he optado por llamarle, la “Primavera Árabe en el Caribe”.  

Continuará…