La democracia no es perfecta, pero su principal virtud es la forma de organización social, pues descansa en la voluntad ciudadana. Este sistema permite la expresión de la voluntad popular mediante los mecanismos establecidos, tomando en cuenta los intereses generales y particulares.

La democracia no es solo un conjunto de reglas respecto de un proceso para – con un voto- elegir y ser elegido, se sustenta en valores y principios. En ella se debe reconocer la derrota. La democracia es un sistema donde el candidato acude a un torneo electoral a ganar o a perder. La democracia no funcionaría si todos los contenderos de un proceso electoral se declararan ganadores y no reconocieran la victoria de sus adversarios.

En la democracia las partes con intereses opuestos deben aceptar las reglas de juego establecidas y reconocer la victoria de los opositores, lo que viene dado por el principio de pluralidad, expresión del principio de soberanía popular.

Los valores democráticos llaman a la sensatez, al respeto de las instituciones del sistema y al uso de las vías institucionales previstas para el ejercicio de los derechos. La descalificación del árbitro electoral, la JCE, como está ocurriendo con quien resultó perdedor en el plano presidencial de las elecciones internas del PLD, y no acepta unos resultados transparentes, avalados por instituciones de la sociedad civil como Participación Ciudadana, así como por la Conferencia del Episcopado y la conformidad de estos por parte del principal partido de oposición que también celebró primarias simultáneas, no es el ejercicio y la concreción de los valores democráticos, pues atenta contra la confianza, fundamento principal del sistema.

Al rechazar la demanda de Leonel Fernández, que buscaba suspender la presentación de resultados y la proclamación del candidato presidencial ganador de las primarias internas del PLD, el Tribunal Superior Electoral falló apegado a la norma dado que, contrario a lo que alegaba Fernández, a través de la impugnación oportuna puede buscar reparar cualquier perjuicio sufrido, si resultara ser cierto.

La institucionalidad democrática requiere de la confianza en el sistema, sobre todo cuando la celebración de las primarias del pasado 6 fueron un ejemplo de los avances que en esta materia ha experimentado el país.