Sin importar lo que digan, la recogida de firmas de apoyo a la precandidatura presidencial del expresidente Leonel Fernández es a todas luces una modalidad de primarias abiertas, a las que paradójicamente el líder del PLD se opone. Se está permitiendo lo que luego le negará a sus rivales: buscar a lo externo del partido el apoyo que ya él trata de encontrar. La contradicción es propia de quienes no juegan limpio, porque en su condición de presidente del partido, el tres veces expresidente de la República tiene clara ventaja sobre los demás dirigentes que aspiran a la presidencia, que son varios y conocidos.
El señor Fernández usa su condición privilegiada dentro del partido para imponerse a los demás y esa es una práctica no correcta en una democracia. Cuando el hoy presidente de la República, Danilo Medina, desafió su poder, renunció al cargo de ministro de la Presidencia, una especie de jefe de gabinete, para disputarle candidatura a las elecciones del 2008. El gesto no encontró en el presidente del PLD una respuesta similar o acciones que hicieran más equitativa la competencia, en la que al final él se impuso con el control del Estado a su favor.
Usar una modalidad de primarias abiertas, buscando apoyo externo mientras denuncia el sistema aprobado ya por el Senado con el voto de la mayoría que tiene allí el partido que preside, responde a una razón fundamental. Es la única manera de conquistar la candidatura. Una vez obtenida, un padrón controlado a través de sus incondicionales, de apenas 425 mil miembros, le garantizaría la nominación en un proceso cerrado de primarias. La búsqueda desesperada e irracional de un nuevo mandato está llevando a ese sector del oficialismo a una encerrona de la que no podrá salir indemne. En otras palabras, el señor Fernández busca en un método que rechaza, la victoria en la primera fase de una lucha en el PLD que nadie sabe cómo podría terminar.