La desesperanza está fundada en
Lo que sabemos, que es nada, y la
Esperanza sobre lo que ignoramos,
Que es todo.
Maurice M.-
Los políticos de vieja data y atrevidos enganchados al mismo negocio, en cuanto notan que sus ambiciones no serán satisfechas dentro de una agrupación, por lo general abren parcelas políticas cual si fueran restaurantes o mejor dicho, “Fondas”, con la visión puesta que su clientela sea aquella perteneciente a los más necesitados y no digo pobre, porque ya eso aquí no existe de acuerdo con quien está en la cima y aquellos empresarios-funcionarios-políticos que lo proclaman a todo pulmón.
Estas parcelas políticas, que han aparecido como la verdolaga o las algas que hoy infectan las playas, están enfocadas en aquellos que menos calidad exigen y que por el plato del Día, les hacen coro a sus ventorrillos. Sin mucho esfuerzo notaremos que todos dicen lo mismo, ninguno ofrece un menú diferente y la razón es lógica y hasta entendible, porque ¿Quién se lanza a esa aventura ofreciendo principios; valores; conocimientos no manipulados que enseñen el valor que implican la obtención de los intereses nacionales? ¡Nadie!
Y es que ya es harto conocido por todos los dirigentes y “aspirantes”, cuál es la magnitud y las ramificaciones del cáncer político-clientelista y popular que se ha apoderado hasta del discernimiento de esta sociedad. Entonces; ¿Qué cambiaría con cualquier otro?, me parece que solo el nombre, porque continuará dirigiendo su propio “borrón y cuenta nueva” y más de lo mismo. ¡Todo diferente, pero todo igual! Tremenda paradoja.
Los titulares nos abruman pero las realidades nos matan. Ahora, después de tantos aspavientos y alcahuetería para crear las Altas Cortes, presentándolas como la panacea de todos los problemas con la aplicación de las leyes que existían, de pronto nos encontramos con que no sirvieron para lo que fueron creadas, salvo para que el poder político pudiera elegirlos, porque ahora se lanzan la papa cuando la encuentran caliente, muy a pesar de contar con guantes de amianto que les han proporcionado las propias leyes pero, qué va, la irresponsabilidad y las tendencias políticas dentro de ellos no les permite actuar por y para lo que fueron “ensambladas”.
No soy guapo ni mucho menos pero, quizás lo que se catalogue como tal, sea la ligereza que llevo sobre mis hombros; que no cargo en ellos y mi conciencia un pesado fardo de falsos arrepentimientos ni de hechos que me hagan comportarme como hacen los cerdos que, “acostumbrados alimentarse mirando el suelo, desconocen lo que es el Cielo”. Por eso se dice, que la reflexión dicta la acción y ante tantas cosas que nos están ocurriendo por irresponsabilidad de quienes deben de actuar, de aplicar las leyes, el permanecer impasible, sumiso y cobardemente callado es ser un cerdo cualquiera, cosa esta que definitivamente no he sido ni soy.
Quizás sea hora de preguntarse para que continuar con el silencio; para qué si ya están dadas las condiciones para “negociar” ventajosamente; para qué continuar con esta agitación de la tranquilidad de este pueblo si de todas maneras el gobierno que surja podría ser “legal” pero, completamente inmoral y sin ética; porqué si saben que sería un gobierno ingobernable, entonces, ¿para qué?
Lo que sí sé es que al finalizar este tétrico juego político donde siquiera el árbitro principal tiene el valor de tomar acciones acorde con la responsabilidad contraída con este pueblo, no con ningún otro Ser extraterrestre ni mucho menos, unos saldrán satisfechos, triunfantes aun sea efímero; otros pesarosos y tristes y otros tantos a los cuales el resultado les será indiferente, pero no así las consecuencias, aun y crean lo contrario. ¡Sí señor!