Desde el principio de la emergencia nacional impuesta por el coronavirus advertimos que el gobierno del presidente Danilo Medina tenía que aceptar las propuestas de los más diversos sectores de una concertación del liderazgo nacional para tener mayores posibilidades de éxito en la contención de la pandemia. Y que le convenía porque ante una amenaza tan grave era preferible compartir la responsabilidad, incluso con sus opositores políticos.
Lamentablemente desde el gobierno la pandemia fue vista como una oportunidad para reposicionar la valoración del presidente e impulsar sus candidaturas para los pendientes comicios presidenciales y congresuales después del grave tropiezo sufrido en los municipales, que según adelantó el mismo mandatario marcarían el destino del próximo gobierno. Desatendió la recomendación que desde abril ha hecho varias veces la OMS a los gobiernos “de poner en cuarentena cualquier intento de politizar la pandemia”.
Ni por cortesía el presidente Medina respondió los planteamientos de concertación provenientes de la oposición, de la Conferencia del Episcopado Dominicano, las iglesias evangélicas, sectores empresariales, de las organizaciones sociales y los medios de comunicación. Ni siquiera fueron capaces de concertar con el Colegio Médico Dominicano, las asociaciones de enfermería, ni con la Alianza por el Derecho a la Salud (ADESA) que agrupa decenas de entidades vinculadas al sector. Y en grandes operativos barriales no auspiciaron la participación de los ayuntamientos ni de las organizaciones comunitarias.
El llanero solitario quiso convertir a su candidato presidencial en un Chapulín Colorado que en medio de la pandemia se desplazaba hasta a China para salvar a todos los dominicanos de la pandemia y rescatar a los varados. Le traspasó las responsabilidades que correspondía al Estado en procurar los primeros equipos, materiales y insumos para combatir el virus, con pobres resultados que permitieron su expansión al no disponer por dos meses de todo lo necesario. No respondió una oferta de la Cámara de Comercio Dominico China para apelar a acuerdos bilaterales y conseguir traer un avión carguero de insumos y equipos.
Creyeron haber encontrado una veta de oro político en la pandemia, manteniendo a la oposición en un corral sanitario, con un toque de queda que no regía para los suyos, repartiendo contratos de compras entre empresas vinculadas y cotizantes y confiando en la rentabilidad política del subsidio a cientos de miles de personas afectadas por la paralización.
Pero ahora, después de tres meses de medidas de excepción y emergencia, con el cuerpo social fatigado e incapaz de sostener las privaciones por mucho tiempo, el gobierno se ve preciso a detener la reactivación que había iniciado, y se toma dos semanas para anunciar como nuevo esfuerzo, que multarán al que salga a las calles sin mascarillas, sin poder explicar el mecanismo de cobro, o si serán detenidos los infractores de la disposición.
En realidad, el gobierno ha ido quedando preso de su propia trampa. Las encuestas más acreditadas indican que no han logrado la rentabilidad política esperada y que la fatigada sociedad sigue clamando por cambios políticos, económicos y sociales.
Y para completar la gravedad de su atrapamiento, a los tres meses ha comenzado a triplicar el número de las pruebas para detección del virus que se le reclamaron cuando la población soportaba la cuarentena. Con tres mil por día se incrementan alarmantemente los contagiados, pues el promedio diario de los primeros meses fue 903.
Sin haber podido revertir su infortunio político, desde que faltaban dos semanas para las elecciones, sectores gubernamentales emprenden el camino de la intimidación, hasta con una línea de difusión gráfica que incluye calavera y tumba, lo que conspira contra el éxito de las elecciones. Aunque ello implique la confesión de fracaso en el solitario combate de la pandemia. Porque una vez más queda patente que lo fundamental es mantenerse en el poder, a cualquier costo.
Es bien penoso que las fuerzas sociales nacionales no tengan el valor suficiente para reclamar el predominio del interés general. Porque si se sigue difundiendo el miedo y no se contiene la expansión del virus, los daños a la salud y económicos y sociales se multiplicarán hasta lo infinito. El próximo primero de julio debería comenzar la fase 4 de la reactivación, con vuelos y turismo incluidos, pero hemos quedado congelados en la segunda. Las estadísticas no cuadran y el atrapamiento parece dramático.-