Siempre he tenido una falta de confianza en el que el PLD fuera un partido con una arraigada actitud democrática. Ese resquemor, he de confesarlo, me viene de lejos, desde la tesis de su fundador sobre la “Dictadura con respaldo popular”, que creo, fue una de las más grande metidas de pata político-ideológica de Juan Bosch.
Bosch fue, para mi, uno de nuestros políticos de más valía y un hombre que se puede decir que encarnó el país el espíritu democrático, demostrado con hechos, además. Si bien, en una larga vida política, el que actúa se equivoca, salvo que sea Dios, o un César, que mantenga a todos con la boca vendada, a la fuerza.
Siendo equilibrados en los juicios, el PLD, en sus gobiernos, ha dado muestras tanto de espíritu democrático como de tentaciones dictatoriales. Leonel entregó el mando cuando perdió las elecciones. Trató de mantenerse en el poder utilizando el poder estatal pero no pudo lograrlo y se produjo la alternancia entre el PLD y el PRD.
Danilo está dando muestras de una resistencia obcecada en mantenerse en el poder. Sea como presidente sea como deus et machina, es decir, permaneciendo detrás de la silla presidencial controlando los hilos. Algo que la historia política nos muestra que no es fácil de lograr. Porque los mandados y leales de hoy, cuando tienen el poder, se autonomizan. Para no extenderme, un caso de estudio reciente, Lenin Moreno con relación a Rafael Correa.
A veces peores que los presidentes y los líderes de los partidos, son sus segundos y terceros, y no digamos esa masa de logreros, cortesanos, sinecuristas, “payoleros”, y un sinfín de personas y familias enteras, a quienes les conviene seguir viviendo de la sopa boba del pesebre peledeísta y que no tienen ninguna visión más allá del inmediatismo o el corto plazo.
Es deber de los políticos del PLD ver con más perspectiva, podrían reflexionar y pensar que si el pueblo les ha abandonado, a pesar de haber hecho lo que han hecho siempre en las elecciones, como se ha visto con total claridad en las urnas el 16 de febrero, deben pasar a la oposición y desde allí, con todo su poder económico y social, tratar de ser un recambio en cuatro años.
El PLD puso a “comer caliente” a unas decenas de miles de personas, a unos miles les dio un sueldo fijo de ingresos variables en cantidad pero seguros, y a unos centenares les hizo supermillonarios y millonarios mediante la apropiación indebida, la sobre evaluaciones de obras, las comisiones y etc. Por ende, el PLD tiene detrás una fuerza social dispuesta a apoyar cualquier barbaridad, para continuar esquilmando el Estado.
No quepa duda que muchos de ellos – ya que los más descarados ya han cambiado o están cambiando de bando-, van a justificar la permanencia en el poder de Danilo o de quien sea del PLD y les asegure seguir siendo “clase reinante”, y lo harán de manera chusma, burda o sofisticada, según sus niveles educativos y de hipocresía social.
Así pues, no es motivo de sorpresa que algunos saquen sus hermenéuticas jurídicas para tratar de malinterpretar la Constitución aduciendo que si no se pueden celebrar elecciones, el Presidente se puede quedar en el cargo. Esa es una lectura que lo menos que se puede decir, para no herir a los juristas que la defienden, es que se han equivocado al leer por consumo excesivo de ansiolíticos, alcohol o por pánico a perder privilegios o canonjías.
Jurídicamente en Derecho Público la situación está clara, el 16 de agosto Danilo Medina cesa de ser el Presidente de la República. La JCE ha establecido una fecha para votar y debe cumplirse. La normativa adicional en tiempo de Covid-19 debe ser para proveer a las personas que estén destinadas en las mesas electorales y a los votantes, de máscaras y guantes, además de mantener en las mesas una distancia mínima de un metro entre ellos y los votantes de dos metros en las filas de votación.
Para mí está muy claro que cualquier otro intento de mantenerse en el poder por cualquier estratagema debe ser objeto de condena por toda la sociedad. Hemos tenido el 16 de febrero unas elecciones que las ganaron el PRM y sus aliados políticos de manera contundente en casi todos los municipios del país.
Por ende, hoy por hoy, si no se celebran elecciones presidenciales en la fecha prevista, la legitimidad democrática y popular la tiene el candidato presidencial del PRM y aliados, el señor Abinader, para ser el Presidente de la República, nunca Danilo Medina, que es presidente legítimo solo hasta el 16 de agosto y ni un día más.
Torrelodones, 23 de abril de 2020