Crónicas de luz y efluvio musical en Sinfonía en la primavera de Manuel Mora Serrano y un folleto de Roberto Fernández Valledor

Por José Miguel García

Agradezco al autor del libro que estamos presentando por habernos escogido para esa misión, junto el folleto de Fernández Valledor que es un comentario iluminador del texto.

Sinfonía en la primavera, Editorial Búho, 2021, es un libro de poesía escrito en el año 1965 aquí en Pimentel, cuando Manuel Mora Serrano (1933) tuvo que esconderse al manifestar su simpatía por el movimiento 14 de junio. Esa última parte es otra historia.

José Miguel García presentando el libro y el folleto en Pimentel

La verdad es que esta producción lírica, tal como expone el crítico cubano-puertorriqueño Roberto Fernández Valledor (1939) en el folleto Sinfonía en la Primavera, un poema de Manuel Mora Serrano inspirado en la Pastoral de Bethoven, Editora Búho, 2021, donde explica que se desarrolla en cinco movimientos, asimismo ocurre en la Sexta Sinfonía de Ludwing van Beethoven, obra clásica de carácter romántico, que fue el marco referencial para la creación de este poemario.

Sinfonía en la primavera es un poema extenso, dividido en cinco partes o movimientos, igual que la obra de Beethoven. Cuenta con 240 versos distribuidos en 60 estrofas irregulares, sin medida ni métrica, versolibrismo rampante para que la libertad no deje de fluir y el poeta pueda adentrarse a los aposentos altos que describió Borges.

Lo peculiar de este libro, insisto, es su simbiosis, su bien lograda complicidad con la Sinfonía Pastoral, o sea, con la Sexta sinfonía de Beethoven, porque sitúa al hombre en armonía con su entorno, consustancial con la naturaleza. Esto es poesía de contemplación, miradas hacia lo más puro, la naturaleza se revela en la palabra, palabra que testimonia al hombre que ama el suelo que lo vio nacer, palabra que ocurre en los paisajes próximos y distantes, que es árbol, piedra, río, aves, amaneceres con olor a café y el rostro bueno que nunca se olvida, o esa cintura de mujer, tan exquisita cuando pasa.

 

El pan de la mañana cuyas migas comían los pájaros en el aire

se doraba de miel sobre la isla con el aroma del coco en copra,

y nosotros, con esa reverencia del oficiante ante el tabernáculo,

nos bebíamos la luz y nos comíamos la levadura de la primavera.

 

Los cinco movimientos o partes que estructuran el poema se rotulan: Las neblinas, Mujer de agua desnuda, De verano y amor, Lluvias y Amapolas, y en Azul. Para Fernández Valledor hay elementos formales e ideológicos que empalman el criollismo con la poesía moderna, y yo diría romanticismo dominicano que trashuma hacia el modernismo matizado por la poesía francesa de experimentación.

El yoísmo romántico es una constante en la relación forma-sentido, los versos largos y el preciosismo conceptual ponen en evidencia la línea modernista; de su parte la metaforización del hombre y las cosas, montadas en las alas del verso libre me recuerdan la reacción del simbolismo francés y sus bestiales efectos.

Para Fernández Valledor, el juego de las imagines va enhebrando el discurso, Mora Serrano es un pequeño Dios, artífice de su propio universo, capaz de abstraer el pasado, sin dejar en la orilla un solo matiz de aquellos días, aquellos paisajes, aquellas bondades.

En estos poemas, el hombre no es una amenaza para la naturaleza ni la naturaleza para el hombre, por lo tanto, la primavera es un sentimiento que desnuda lo mejor de cada uno, lo más prístino y auténtico del ser. En cada verso, se personifica la grandiosidad lírica intensamente exultante, gozosa, pletórica de amor. Se colige esta afirmación vital en la amplitud de un clamor que quiere cantar a todas y cada una de las formas en que se manifiesta la naturaleza y su íntima relación con la humanidad.

El sol, en su habitual lectura de lagos con sus páginas de cielos

detrás de la infancia de nosotros espejeaba junto a ciertos cerros,

y caminábamos sobre sus láminas límpidas

con nuestros olvidados pies descalzos con nostalgias.

Portadas del libro de poemas y el folleto, presentados

La nostalgia no es un sesgo en el tiempo, es una oportunidad de los años, de la vida adulta que transparenta lo mejor de lo que hemos sido. El yo sujeto no un prisionero de nada, siempre es un muchacho sin horizontes, que no cede ante el olvido y conoce lo invaluable de sus memorias, de su vida en el campo, de su roce con lo más simple y el asombro…

Toda la gratuidad del entorno natural visto en los ojos del poeta que hoy arriba a sus 88 primaveras, es mucho de Pimentel, es mucho de cada huella por quien no perdió un momento de su vida en mostrar La tierra más bella que ojos humanos hayan visto.

Este libro Sinfonía en la primavera que nació en Pimentel mientras se escuchaba al genio de Beethoven, no es un tributo al pasado, aunque lo parezca, es simplemente un presente eternizado en el alma de un poeta que nunca renunció al amor, que se encandila en su libertad de poeta, razón por la cual sueña, sueña vive y no deja de soñar.

 

Para ti, para ti, para ti, en ti creo, creo, creo,

decía el ruiseñor que amamos en la infancia,

y como a mí, tú, poesía, amada ineludible,

le abrías las piernas azules donde se suicidaba al cielo.

 

Nota: El autor nació en Pimentel el (1975). Es licenciado en Filosofía y Letras, con maestrías en Lengua y Literatura y Lingúsitca aplicada a la enseñanza en español,  Actualmente en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Recinto de San Francisco de Macorís, imparte docencia en Lengua Española Básica 1 y 2.

Ha publicado los siguientes títulos: Paz y fuego, 1999;  Versos sin cadenas, 2,000 y El vendaval en la noche, 2000, poemarios, Imprenta Primo, San Francisco de Macorís, Pétalos, noveleta, 2005, Impresora del Nordeste, también de S.F.M. y Calles infecundas, poemario, 2017,  Editora de laUASD.