Guabancex,  viento y Agua

Los desafíos anticoloniales no son nuevos. Es una memoria que permanece y se recrea en el continuo de la lucha entre opresores y oprimidos. Lenguaje de significantes que se perpetúa cuando no desaparece la explotación ni la violencia. Es la razón moderna que se recrea con las tendencias que proporcionan las estadísticas y los procedimientos que legitiman el Estado/nación. La colonialidad es la hija favorita de la modernidad; su genética clonada atraviesa los tiempos y por más que intentan los modernos reinventarse, no puede romper con el viejo pienso colonial.

Es un continuo ontológico a decir John Searle, que invita a pensar como desde las ciencias sociales y en especial de los confinamientos intelectuales de sus estructuras modernas fundacionales han diseñado una teoría de la realidad social que tiene un sustento material explicito, la aceptación de unas sociología política que defiende un orden social basado en la amenazas y persecuciones. Lo que lo nombra, es lo mismo, que constituye su realidad social. En su fiesta de dominación, intolerancia, racismo, xenofobia, clasismo, homofobia, sexismo, y demás hierbas aromáticas hay una intencionalidad y el deseo de un grupo.

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Siguiendo su  naturaleza basal, hay un orden para la explotación,  que se tiene contra los que no son legítimos detentadores de los medios de producción, o para aquellos que construyen lenguajes, o intentan romper con los ladrones del erario público y es claramente expresado en su dispositivo deseante:  la exclusión, la ostentación y autoritarismo. Para los hijos predilectos de la colonialidad, hay una respuesta clara, una política corporal  heteronormativa, cuerpos deseados y bien torneados por los bisturí de las agencias capitalistas de la salud; línea de cremas blanqueadoras,  y ostracismo a como dé lugar. Sin dilemas éticos, en corromper, Vigilar o Castigar y empujarnos a sus jaulas de melancolías. En fin  han pasado 524 años y siguen tomando lo ajeno, con el gusto de desvalorizar a todo aquellos que no se someta a ese viejo proyecto civilizatorio europeo.

Hasta el viejo Kant, se reiría a carcajadas de los/as modernos/as nacionalistas  republicanos/as que nos gobiernan. No han podido librarse de su  figura ontológica, que presupone que hay seres humanos inferiores, y deficientes corporales como estética. Argumento que especifica que estos sujetos vencidos son incapaces de gobernarse y mucho menos propiciar cambio, so pena del descredito, el encarcelamiento y la muerte. Su praxis es clara y concreta. Los enemigos de la República, son aquellos que no permiten que su proyecto inacabado de modernidad, a decir Jürgen Habermas, pueda sostenerse bajo la sombra de un Blanco Padre de la Patria, un partido único y de hombres y mujeres blanqueados de ascendencia europea. Lo haitiano es abominación, la marca africana y el espejo de Dorian Gray.  Lo indio esta extinto, lo africano es un mal sueño.

Por eso es importante recordar que las elites mestizas, criollas o los llamados mulatos, siguen con la fuerza de los mismos discursos ajados por el tiempo, pretendiendo que seamos  disciplinados y desmemoriados. Los saberes coloniales, tal parece que se transforman, pero no así, su programa de homogeneizar, de mantener el control de la autoridad, la economía y de las personas (género, sexualidad, identidades, imaginarios, racialidad, etc.).

Ellos, los hijos de la colonialidad, no tienen un discurso banal. Sus enunciados y conceptualizaciones son muy claros y prácticos.  Esto lo puedes apreciar cuando  cobran sus impuestos, sostienen los altos intereses bancarios, fomentan los nacionalismos chauvinistas, se nombran mulatos y declaran extintos a los pueblos originarios nativos.  Su disfraz (progresistas, desarrollistas, solidarios, héroes de la patria, hombres y mujeres felices, cristianos convencidos de lograr el Cielo eterno) han sido rediseñados por los triunfadores/as que han sido competitivos y mercadeados por las universidades, escuelas privadas y públicas, elites intelectuales que cobran un buen salario, hombres y mujeres blanqueados, gestores de conocimientos. Y frente a ese poder y ámbitos enunciados estamos nosotros/as, gritando al unisonó: Nuestra presencia es Resistencia. No celebramos la colonialidad, representada, aparentemente con un día anodino como es el 12 de octubre. Nosotros/as, no celebramos. Ofrecemos nuevas formas de convivencias y expresiones culturales distintas, desde un sentir comunitario, y de autogestión cultural y económica. Estamos aquí accionando en una dimensión distinta, la de sabernos parte de la historia y de este hermosos planeta. Estamos aquí asumiendo el reto de no someternos y de ejercitar los músculos subversivos para crear futuro.