Aclaraciones previas

Vanguardia es un término que se aplica en arte contemporáneo a la actitud caracterizada en esencia, por la ruptura con el pasado, la búsqueda incesante de originalidad e investigación permanente de nuevos medios, expresiones, posturas, métodos, etc., de manifestaciones artísticas.

Por constructivista se conoce el planteamiento abstracto (tras el Manifiesto realista de 1920) de índole artístico y expresión científico matemática, preocupado por el movimiento espacial (cinético), influyente del funcionalismo en la Bauhaus, inclusive, que persiguió resultados y formas dinámicas al margen del ilusionismo.

Quisiera poder traducir "soviético o soviética" pero es un genérico que se atribuye a la URSS, y más nada…

El Museo de Arte Moderno -MAM- tiene colgada una exposición de carteles propagandísticos elaborados por artistas y arquitectos soviéticos en los efervescentes años de la consolidación ideológica de la revolución bolchevique. Es una muestra itinerante del Instituto Valenciano de Arte Moderno -IVAM- que recoge trabajos (no todos por supuesto) elaborados entre los años 1919 y 1941. Un valioso catálogo sostiene intelectualmente el derroche de grafismo ilustrativo de esos años. En su interior, el catalogo descarga dos contribuciones literarias, una de las cuales, escrita con dos autorías, motivó estas palabras. En dichos ensayos no hay información alguna que permita detectar lo que fue la presencia de la vanguardia arquitectónica soviética en el mundo, pero mucho menos se puede encontrar el asomo, quizás fugaz, inadvertido, virtual o invisible, de esa presencia singular que, vía la arquitectura, acudió -representada por la vanguardia constructivista soviética- a la República Dominicana. Ocurrió en 1929.

El motivador catálogo de la muestra en el MAM no es que esté mal, aclaramos eso… Sino que le faltan esas pequeñas cosas que son regularmente inobservadas porque, de ocurrir, subsanarían discretamente, parte de una historia negada de continuo, desdeñada, recurrente y principalmente, con el tema más internacional del que hemos podido hacer gala y tener conocimiento a través de la historia relacionada con la arquitectura. Se trata del concurso del Faro a Colón en sus dos etapas (1928-29/1929-31). Los 23 proyectos constructivistas soviéticos, no pasaron a la 2da. Etapa en la que el joven Joseph Lea Gleave (Cheshire, 1904/Manchester 1965) con 24 años en 1928, se alzó con el premio ante 9 competidores y frente a un jurado de 3 miembros formado por Frank Lloyd Wright (EU), Eliel Saarinen (Finlandia) y Horacio Acosta y Lara (Uruguay). Se cerraba así un capitulo inédito en la historia de la arquitectura apenas abordado, fuera de República Dominicana, por 5 estudiosos: Oriol Bohigas en la introducción a P. A. Aleksandrov y S. O. Chan-Agomedov (Revista BIS No. 9, septiembre 1975); Ramón Gutiérrez en "Arquitectura y Urbanismo Iberoamericano", (Argentina, en 1983); Roberto Segre Prando en "Arquitectura y Urbanismo Modernos: capitalismo y socialismo" (Cuba, 1988); Virgilio Vercelloni en el "Atlas Histórico de la Ciudad de Santo Domingo (Milán, 1991) y Frederick Schmitz, Universidad de  Hamburgo (Revista Docomomo de 1997). Estos pudieron sustraerse al desdén de los restantes que con todo su prestigio, eludieron referirse al mismo, no obstante que fuera organizado mundialmente (se inscribieron 1,926) y participaron 456 proyectos de 48 países de los cinco continentes, que produjeron 2,400 dibujos de gran formato (24 x 36). El premio era de US$ 10,000.00 (diez mil dólares).

Entre 1922 y 1931 se dilucidaron los más famosos concursos internacionales, el del periódico Chicago Herald Tribune con premio de 100 mil dólares; se realizó la Exposición de Artes Decorativas de Paris (1925); la Bauhaus pasaba de Weimar a Dessau (1926); el Concurso Internacional para la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra Suiza (1927); empezarían los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna -CIAM- (a partir de 1928); y se realizó el Concurso Inetrnacional para el palacio de los Soviets en Moscú (1931). No hay un solo libro de arquitectura que a estos eventos no los cite. Pero esa suerte no la pudo tener el concurso del Faro en RD, no obstante que en él participaron Alvar Aalto, Tony Garnier, Konstantin Stepanovich Melnikov, Ivan Illich Leonidov (inscrito no participante) y otros, inclusive Premios de Roma que era la máximo en ese entonces…

Cuando externamos estas quejas lo hacemos basados en que ni Benévolo, ni Carlo Argan, ni Framptom, ni Pevsner, ni Tafuri, ni De Feo, ni Dal Co, ni Zevi, ni Giedion, ni Bullrich, ni Gasparini, ni Bayón, ni la Waissman abordaron este tema. Segre fue sorprendido en 1985 con su lectura de las Bases y Reglamentos; Silvia Arango Cardinal (Colombia) por igual cuando ve por sus propios ojos el Faro (1993); Gutiérrez lo trata tangencialmente (cuando era un proyecto postergado en 1983); Vercelloni lo aborda aferrado a su descendencia (su padre participó en el concurso); Schmitz usó sus estudiantes indagando sobre la participación de los alemanes en aquel remoto concurso y Bohigas, tan atrás en el tiempo como Gutiérrez, lo hace presentando a dos autores soviéticos que estudiaban la fenomenología constructivista y su trascendencia internacional (era el Director de Arquitectura BIS). En consecuencia es como para sospechar que la ignorancia habita latitudes civilizadas y doctas, por lo que incluso me gustaría saber si algún maestro, doctor o especialista en arquitectura de nacionalidad dominicana, "de nuevo cuño" se les suele decir, conoce esos apellidos de autores infaltables en la educación de hace apenas 30 años atrás, que sin embargo ignoraron aquel concurso multitudinariamente asistido, o si están quizás familiarizados con esta historia inconclusa. Los hay, lo sé, pero son tan pocos que cabría preguntarse si además de enseñanza virtual, aulas virtuales y virtualmente todo virtual, tendremos o… ¿ya tenemos? profesionales virtuales…

Extracto de la disertación presentada por el autor en el Auditorium del Museo de Arte Moderno la noche del miércoles 11 de mayo