La violencia conyugal deja huellas muy profundas en la vida emocional y psicológica de las mujeres. El trabajo terapéutico que implica acompañar a una mujer a salir de la violencia y dejar a su agresor, implica en una cultura como esta, no sólo la recuperación de la estabilidad emocional, sino de todas las áreas de la vida de esa mujer. La economía, la vida familiar, social, relación con los hijos y demás.

Tomar la decisión de dejar a su agresor, primero no es tan sencillo como decirlo y luego, requiere de un tiempo para la preparación logística y continuar viviendo.

Tengo mujeres en la consulta que han establecido plazos de 6, 9 meses y hasta un año como tiempo de preparación para dejar a su agresor. Por supuesto, cuando su vida no esta en riesgo, pero han reconocido la violencia vivida y se preparan emocionalmente para salir de ella.

Lo que quiero decir es que no es suficiente con la preparación emocional. Esta mujer tiene o no un trabajo, depende económicamente o no de su agresor, tiene o no sistema de apoyo, la familia la respalda o no en esta decisión, ha puesto o no una denuncia. Todas estas son condicionantes para el paso que pretende dar.

Hemos visto en el país cómo el caso de Frank Jorge Elías y Sandra Kurdas nos dejó ver claramente que se había preparado para la salida y de todas maneras la situación no ha sido favorable para ella. El poder de este agresor la hizo salir del país, asesorarse legalmente y desde Estados Unidos hacer pública su situación. Mucha gente criticó y no entendió esta actitud, pero es completamente comprensible con un agresor con poder económico, social y por el curso de las cosas, también en el sistema judicial.

La semana pasada en la consulta una mujer víctima de violencia de un agresor poderoso económicamente, me dijo que estaba lista para dejarlo y me mostré incrédula ante tal aseveración. Es el tipo de caso en que él controla el dinero, no le permite trabajar y ella no maneja efectivo, sino una tarjeta de crédito que él paga. Al preguntarle cuánto dinero ahorrado tenia, dónde iría a vivir y si ya tiene trabajo, su plan colapsó por falta de planificación.

Y es que al hacerlo de esta manera se corre el riesgo de regresar por la situación económica y esto le daría más poder al agresor, poniéndola a ella en un mayor riesgo. Ya que él aumentaría sus estrategias de control y violencia a su regreso, para que no intente de nuevo escapar.

Retar a las víctimas a prepararse, acompañarlas a hacer un plan, tener cada área de la vida organizada es parte del proceso de empoderamiento y desarrollo de la seguridad personal. Justamente de lo que se trata es que se den cuenta que pueden continuar su vida sin esa persona y estar ellas a cargo de su proyecto de vida.

Aquí desgloso algunos aspectos generales que pudieran servir de guía, pero por supuesto, cada caso es particular y amerita un manejo individual:

1- Identificar su sistema de apoyo. Esto es, un familiar, amiga/o que la acompañará en este proceso, pues sola no puede hacerlo. Es una persona con la que puede contar en cualquier momento. Para escucharla, hacer diligencias, acompañarla al proceso legal, etc. Una persona de confianza que no sea aliada del agresor. Regularmente los incluyo en la terapia y asisten con la mujer a algunas sesiones.

2- Establecer un plan de seguridad. Cuando la mujer comienza a dar pasos para su salida, el agresor pudiera percatarse de que algo esta pasando y aumentar el control o la conducta violenta. La mujer debe saber esto y prepararse para la posibilidad de una salida repentina o huída. Debe tener identificada una persona a quien llamar, incluso una clave rápida en su teléfono que le alerte. Tener preparado un bolso con una copia de las llaves de la casa, dinero en efectivo y algo de ropa limpia. Incluir la cédula, tarjeta de seguro médico, licencia de conducir, tarjetas de crédito o débito, cuenta de banco o chequera. Así también elementos de prueba como certificados médicos u órdenes de protección. Además actas de nacimiento, pasaporte, papeles de propiedad de inmuebles y demás.

3- Si no trabaja y depende económicamente del agresor, debe hacer un plan para comenzar a producir dinero. Buscar trabajo o desarrollar alguna estrategia personal que le permita sostenerse. Si no trabaja y su agresor tiene mucho dinero y el control de este, debe comenzar a pensar en estrategias para acumular un poco de dinero para sobrevivir, mientras se resuelve el tema de partición de bienes. Esto  podría tomar un tiempo y aunque la ley prevé el sostén de la mujer en el proceso, la fragilidad del sistema y las estrategias de los agresores, muchas veces las deja en la calle aunque tengan derecho a estos bienes. Estos detalles ya se ven más adelante en la asesoría legal.

4- Asesoría legal. Las mujeres como la mayoría de los ciudadanos dominicanos,  suelen tener muy poca información acerca de sus derechos y las leyes que las protegen. Es importante que sepa que la violencia es materia penal, pero el proceso de divorcio y partición de bienes es materia civil. Deberá buscar un abogado que conozca el manejo de estos casos y que no se alíe con el agresor, lo cual es una estrategia muy común de estos. Deberá sentirse segura y tranquila con su abogado, en caso de dudas hacerle caso a su intuición y cambiar de abogado. Un proceso legal es costoso, si la mujer tiene dinero para costearlo debe darle seguimiento de cerca, estudiar las leyes y  procedimientos. Si no tiene dinero hay instituciones en el país que pueden ofrecer asesoría legal a bajo costo u organizaciones de ayuda a las mujeres víctimas de violencia, que ofrecen estos servicios gratuitos. Buscar información en este sentido.

Como vemos es un proceso complejo que sólo para el inicio amerita planificación y estrategia, esta es la conciencia que tenemos que desarrollar en las mujeres.
De manera resumida pudiéramos plantear este orden de prioridades:

1- Salvar la vida

2- Trabajar la dependencia emocional con el proceso terapéutico

3- Tener un sistema de apoyo

4- Trabajar la autonomía económica

5- Buscar asesoría legal y conocer derechos

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@solangealvara2