(Me refiero aquí, de manera restringida, al robo de los recursos públicos por parte de particulares. Bien se sabe que corrupción es mucho más que eso, y puede referirse a mucho más que a uso indebido y sustracción de cosas materiales…).

-¿Se ha relajado en el país la lucha contra la corrupción? Así dicen. ¿Quiénes? Aquellos y aquellas precisamente empeñados en que se produzca esa degradación. Hay que verles y oírles decir, con preocupación de malos actores, que lo que pasa es, por ejemplo, que la querella tal de fulano de tal no estaba técnicamente bien fundamentada y que por esta razón al Ministerio Público o a tal juez no le quedó más remedio que desestimarla… Por lo demás, a cualquiera en este país no se le debe estar ocurriendo presentar querella o denuncia sobre un tema tan espinoso como la corrupción, dañando honras que después cuesta reparar. ¿Y aquello de que el Ministerio Público debe investigar a partir hasta del rumor público? Bueno, tú sabes que eso está sujeto a interpretación. Además, no hay que confundir rumor público con intenciones aviesas de molestar…

No amiguitos y amiguitas: Aquí hay gente, es esto de sometimientos, que ha hecho lo que tiene que hacer. Lo que no hay es Justicia que sirva para nada serio. Y hay cualquier cantidad de comunicadores equilibristas que tratan de quedar bien con todos. Éstos sí que andan relajando la lucha contra la corrupción. Con esa clase de irresponsables sí que no ha de contarse para la lucha en serio contra los corruptos.

-¿La corrupción de ha democratizado? No, viejo, y mí ni a muchísimos dominicanos y dominicanos que no nos busquen para esa “democracia”. No niego que a mucha gente traten de comprometerla con el dolo, el soborno, etc. Pero las más de las veces no se trata sino de formas de involucramiento forzoso de la gente en actos non sanctos como condiciones para concederles ciertos favores y hasta derechos elementales de la gente. Nada agrada más a un corrupto que oír que todos somos corruptos. ¡Corrupto eres tú, cabrón! Quien se ha enriquecido ñampiándose lo ajeno eres tú. Ahora quieren repartir las culpas y sentenciar que todos somos (¡en eso no más!—iguales, a menudo hasta haciendo alarde de una cierta antropología (carabelita) de lo dominicano.

-¿Importa a la gente la corrupción? Sí le importa. Y si no le importa más, vergüenza debería darles. A mí me da. Es una vergüenza que muchos dominicanos y dominicanas,  al ser preguntados por los asuntos que más le preocupan y a amenazan, prefiera hablar primero de seguridad ciudadana, de desempleo, de salud, de educación y de energía eléctrica. No se necesita mucha inteligencia para saber por qué ocurre así. Pues porque estos problemas le joden la vida más directamente, más agobiantemente. Entienden que también la corrupción es una desgracia (unos lo entenderán más que otros), pero principalmente en los sectores populares hay demasiadas necesidades insatisfechas para poder comprender con facilidad que la corrupción es parte esencial de sus problemas. Las encuetas, sin embargo, no han podido ocultar que sí le importa, y mucho, el robo de los fondos públicos a la población.

-¿Es posible lograr que proyectos tipo PLD abandonen las prácticas corruptas? ¡Ni pensarlo! En proyectos como el PLD la corrupción está en su naturaleza como en el cuento del alacrán aquel. Forma parte indisoluble del proyecto mismo. Que en proyectos como éste haya personas honestas –como tales personas– no entra en discusión.  Pero se trata de un conjunto, un equipo cuyo cálculo político se fundamenta en el uso sin escrúpulos de los fondos públicos como condición indispensable para ejercer el poder, para preservarlo y para enriquecer a parte de sus miembros. Precisamente  este enriquecimiento personal de esta parte es considerado necesario y esencial para que funcione el andamiaje mismo del ejercicio y preservación del poder. Es la corrupción como sistema de gobierno.

Así que nada de ilusiones sobre la posibilidad de que el alacrán deje de picar y envenenar hasta a la propia tortuga que trataba de cruzarle del río. Si queremos que proyectos como los que representa esa gente dejen de picar y envenenar la sociedad dominicana, será menester llegar a aislarlos hasta allí donde no nos alcance su ponzoñosa picadura.