Paulina Arriaga Carrasco

Antes que nada gracias por aceptar la entrevista. Para mí resulta de sumo interés el trabajo que han venido desarrollando desde Desarma México, sobre todo desde el OVAG, ya que son muy pocos los esfuerzos a nivel regional para evidenciar el impacto de las armas de fuego en la vida de las mujeres, siendo uno de los temas que más me atraen como investigadora. Te haré solo 7 preguntas, y la  primera es la siguiente:

  1. ¿Cómo nace esta iniciativa Desarma México? ¿Se puede hablar de un lobby pro-desarme en México?

Desarma México surge en 2014, un momento en el cual la calidad de vida en México se encontraba ya deteriorada por la violencia y en la que el papel de las armas de fuego era central. Entre 2001-2006 el 25% de los homicidios dolosos se cometió con armas de fuego, porcentaje que ascendió al 52% entre 2007-2012, y entre enero 2013 y abril 2016 llega a 56% (cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública–SESNSP).

Los antecedentes de Desarma México son los siguientes: durante años se hicieron recurrentes las noticias que involucraban el uso de armas en matanzas, por ejemplo los casos de la masacre de Villas de Salvárcar en Cd. Juárez, Chihuahua, o de los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, ambos en 2010. En este contexto salió a la luz -a inicios de 2011- el operativo de la ATF “Rápido y Furioso”, mediante el cual esta agencia del gobierno estadounidense introdujo a México –de manera ilegal- un número indeterminado de armas que terminaron en manos de narcotraficantes. El operativo tenía fines de “investigación”, el objetivo era “rastrear” el destino final de las armas. El precio pagado por los mexicanos fue muy alto.

Este escándalo de “Rápido y Furioso” salió a la luz después de que un agente de la patrulla fronteriza, Brian Terry, fuera asesinado con un arma de este operativo. Luego del escándalo mediático, se desató una investigación en el Congreso americano –impulsada por los republicanos- que hizo públicos una serie de documentos con información detallada de cómo se desarrolló el operativo. En México las autoridades declararon que no sabían de la puesta en marcha del programa y no pasó de ser un mero escándalo.

Paulina Arriaga C., directora y fundadora de Desarma México
Paulina Arriaga C., directora y fundadora de Desarma México

En 2014, a 3 años del operativo, ante la inacción del gobierno mexicano y en el contexto de violencia, nace entonces Desarma México. Un grupo de personas con un fuerte compromiso con los derechos humanos decidió crear esta organización para actuar ante la violencia armada en el país. Desarma tiene 52 miembros fundadores, entre ellos académicos: Denise Dresser, Miriam Morales Sanhueza y Sergio Aguayo Quezada; abogados: Gonzalo Aguilar Zinser y Santiago Corcuera; políticas: Amalia García y Angélica de la Peña; artistas: Pedro Reyes y Mardonio Carballo, y varias personas jóvenes interesadas en incidir en el tema.

La proliferación de armas de fuego en manos no autorizadas no solo está relacionada con el tráfico ilegal de armas proveniente de otros países, sino también con el alto número de armas perdidas y/o robadas a policías

La primera acción de la organización fue presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República en la que solicitamos se investigue el caso de “Rápido y Furioso”. La denuncia se basó en los documentos públicos de las investigaciones del Congreso de EUA y fue liderada por el abogado Gonzalo Aguilar Zinser. En los documentos mencionados se revela que previo a “Rápido y Furioso” hubo otros programas similares mediante los cuales ingresaron armas ilegales a México (por ejemplo “Wide Receiver”). Dicha denuncia exige una investigación exhaustiva para determinar si hubo funcionarios mexicanos que hayan colaborado en estos operativos. Casi dos años después seguimos esperando respuestas a las preguntas planteadas.

En México existe un importante lobby en pro de los derechos humanos, en pro de la paz, en contra de la corrupción, etc., pero no pro desarme; este tema se ha visto como un asunto secundario de otros asuntos. Es comprensible porque la lucha no es en contra de las armas per se. Si acabamos con las armas del mundo no acabaríamos con la violencia.

Sin embargo, una vez que entras al mundo de las armas te das cuenta que sí es necesaria la especialización en ellas ya que los desafíos son muy variados: armas legales y uso de la fuerza por parte del Estado, tráfico ilegal, programas de desarme, manejo de arsenales, marcaje y rastreo, incautaciones y aseguramiento, etc. Es incipiente la presencia del lobby pro desarme no solo en México, sino en el mundo. Digo esto aclarando y aceptando que ha habido grandes logros internacionales que han surgido de la sociedad civil (como el Programa de Acción para prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos –POA- y el Tratado Mundial sobre Comercio de Armas).

Estoy respondiendo esta entrevista después de una sesión de un taller de IANSA (International Action Network on Small Arms) en Nueva York. Estamos presentes más de 35 organizaciones de todo el mundo que trabajamos en contra de la violencia armada. Del total de asistentes solo 2 personas de sociedad civil viven económicamente de impulsar esta agenda (en EUA y UK). El “pro desarme” no es un tema popular para recaudar recursos, lo cual hace difícil el fortalecimiento de la agenda.

  1. ¿Se encamina Desarma México a proponer un desarme general en tu país? ¿Cómo lo harían?

No se busca un desarme general –si por esto se entiende erradicar todas las armas. Aceptamos que el Estado –ejército y policías- debe poseer armas para salvaguardar la seguridad de la ciudadanía, pero el uso de éstas debe estar apegado a los estándares internacionales de uso de la fuerza. Es inadmisible que  armas que posee legalmente el Estado se utilicen para cometer violaciones a los derechos humanos. Por otro lado, consideremos indispensable el fortalecimiento de las instituciones estatales. Queremos un Estado que provea seguridad y justicia, no ciudadanos que se armen para poder protegerse solos.

Sobre el desarme de civiles, el artículo 10 constitucional permite la posesión de un arma en el domicilio para defensa. Muchas personas critican los programas de desarme voluntario por atentar contra el derecho de tener un arma. Discrepo con esta postura, puesto que los programas de desarme son VOLUNTARIOS, no obligan a nadie a entregar su arma y contribuyen a la cultura de paz. Sin embargo, no son la solución absoluta ante la violencia armada: si tienes ciudadanos que se sienten inseguros e indefensos difícilmente entregarán sus armas, y el crimen organizado tampoco se va a desarmar por esta vía.

Los programas de desarme voluntario deben ser parte de una estrategia integral. Solo por poner un ejemplo –de lo que NO debería pasar-, en Guerrero, entre 2011 y 2013, se recuperaron 473 armas en los programas de desarme voluntario; en el mismo periodo la policía estatal reportó 444 armas como perdidas o robadas (con datos de la Secretaría de la Defensa Nacional). ¿De qué sirve desarmar a unos si otros –la policía- pierden sus armas? Y no son cualquier “otros”, son los que deben velar por la seguridad de la ciudadanía.

  1. ¿Cuál es el impacto actual de la violencia armada a nivel regional, y, en especial, en México, en términos económicos y de desarrollo humano? Incluyendo, por supuesto, la dimensión del tráfico ilícito.

Respecto al impacto de la violencia armada en términos económicos y de desarrollo humano, hay pocas cifras, y menos desagregadas a nivel regional o por país. No obstante, se tienen algunos datos. De acuerdo con el informe 2015 de Small Arms Survey si se hubiera reducido la tasa de muertes por homicidios de 7.4 a 3 (por cada 100,000 habitantes) se habría ahorrado el equivalente al 2.4% del PIB Mundial.

La discusión sobre el impacto de la violencia armada se centra en el número de homicidios, que es su consecuencia más extrema –aunque no la única. En África y Asia el 28% de los homicidios se cometen con armas de fuego, en Europa el 13%, en Oceanía el 10% y en América Latina el 66% (datos de UNODC). Estas cifras son demoledoras, vivimos en una región severamente afectada por este fenómeno. Entre 2011 y 2014 hubo en México 61 mil homicidios cometidos con armas de fuego (Instituto Nacional de Estadística y Geografía –INEGI). Estas muertes dejan heridas profundas en miles de familias mexicanas.

La violencia armada también se ve reflejada en lo que conocemos como “delincuencia común”, la cual se vive en el espacio público y no necesariamente tiene consecuencias mortales. De acuerdo con las estimaciones de la ENVIPE (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública) en 2011-2013 se cometieron 14,591,938 de delitos con arma de fuego, lo que implica que en el 65% de los delitos se utilizó un arma de este tipo. Por otro lado, un indicador que puede aproximarnos al tema del tráfico ilícito es el número de armas aseguradas por el gobierno mexicano. Entre 2011 y 2013 se aseguraron 62,798 armas (información de Sedena), de las cuales el 70% provenía de Estados Unidos (datos de la ATF), que es sin duda el primer proveedor de armas legales e ilegales en México.

La proliferación de armas de fuego en manos no autorizadas no solo está relacionada con el tráfico ilegal de armas proveniente de otros países, sino también con el alto número de armas perdidas y/o robadas a policías. En el mismo periodo antes señalado se perdieron y/o robaron (no se sabe con exactitud qué pasó con esas armas) 3,358 armas a policías lo que equivale a 3 armas desaparecidas diariamente de los arsenales (Sedena). Durante los 3 años las armas cortas fueron las que más se perdieron y/o robaron. El dato es importante porque las pistolas y los revólveres son los tipos de armas de fuego más utilizados en los actos de violencia letal en América (Declaración de Ginebra, “La violencia letal en el continente americano”, 2014).

  1. ¿En relación a los impactos diferenciados, ¿de qué forma afectan las armas de fuego la vida de las mujeres?

No sería posible responder esta pregunta con cifras si no hubiera sido por la investigación que Desarma México y Casede emprendieron el año pasado: el Observatorio Nacional de Violencia Armada y Género (OVAG).

La mayoría de las víctimas por homicidios con armas de fuego son hombres. Sin embargo, este tipo de violencia también afecta a las mujeres de manera directa o indirecta al padecer la pérdida de parejas, hijos, amigos y familiares hombres a causa de las armas.

Entre 2011 y 2013 el 92% de las víctimas de homicidios cometidos con arma de fuego fueron hombres. La tasa de homicidios con armas de fuego por cada 100 mil hombres fue de 26.5 en contraste con la de 2.1 por cada 100 mil mujeres (INEGI en OVAG). Pero sí existen especificidades que no se deben menospreciar: el 19% de los homicidios de mujeres con armas de fuego se cometieron en el hogar de la víctima, contrastando con el 7% en el caso de los hombres. Es una tendencia mundial que las mujeres están más inseguras en sus propias casas que los hombres. Otra especificidad es que las mujeres también son en menor medida usuarias de armas: del total de personas procesadas por delitos con armas de fuego solo el 4% son mujeres (INEGI) y menos del 1% de las licencias de portación les pertenecen (Sedena). A su vez, está la dimensión de la violencia no letal. La presencia de un arma en un hogar donde hay violencia facilita las amenazas psicológicas.

  1. ¿Por qué todavía las políticas públicas de seguridad a nivel local y nacional no toman en cuenta este impacto específico en mujeres?

En el caso de la violencia armada es claro que no hay estrategias que consideren el impacto diferenciado. Un ejemplo es que la información de delitos de alto impacto presentada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública –SESNSP- no está desagregada por sexo. Para poder ver esta dimensión se deben usar las cifras de certificados de defunciones (del INEGI, las utilizadas en el OVAG). Si no hay mediciones que indiquen el impacto diferenciado en términos numéricos, menos habrá políticas públicas que lo atiendan.

La violencia de género es una práctica extendida en México y, aunque es un tema que últimamente se ha mantenido en la agenda y se han logrado cambios legislativos y políticas públicas –por ejemplo, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia- las acciones han sido insuficientes. Los altos números de violencia contra mujeres continúan.

Por otro lado, el problema de las armas en México lo vemos diariamente en las noticias pero no está en la agenda pública, es un tema normalizado y en el que la mayoría de las víctimas son hombres. El impacto de las armas en la vida de las mujeres, por tanto, es ignorado.

  1. ¿Cuáles aspectos no pueden quedarse fuera de un plan o programa de seguridad ciudadana efectivo?

La transformación de la policía en México y una efectiva impartición de justicia. Sobre la policía, existen importantes organizaciones que han trabajado el tema de la reforma policial, una de ellas es Insyde (Instituto para la Seguridad y la Democracia). Han documentado las deplorables condiciones de trabajo de las policías en México.

Mientras los delitos queden impunes será difícil reducir la inseguridad. La impunidad sirve como incentivo para violar la ley, además, genera un ambiente de mayor violencia: justifica las armas en manos de civiles e incluso genera fenómenos extremos de “justicia por propia mano” como los linchamientos.

  1. ¿Qué opinión te merecen aquellas políticas “rosa” implementadas para disminuir la inseguridad en contextos urbanos, como línea metro rosa, taxi rosa, etc.?

Me parece una política que ataca un problema temporalmente, resuelve el acoso mientras dura nuestro viaje en el transporte. Pero saliendo del metro volvemos a compartir el espacio público y privado con hombres. Una vez que sales de tu “espacio rosa” necesitas mecanismos de acceso a la justicia, evitar la revictimización al momento de denunciar, y, por supuesto, educación para eliminar el machismo. Sin duda esto último será un trabajo que habrá que hacerse durante años para que las próximas generaciones sean mejores.

Otro punto a considerar es que en México los agresores viven con las mujeres que son víctimas. Resalto la cifra de 20% de mujeres que son asesinadas con armas en México, quienes mueren en sus propias casas (versus 7% de hombres). ¿Quién crea los “espacios rosa” en estos hogares?

Muchas gracias Paulina por tan valiosos aportes, los que contribuyen notablemente a dimensionar en su justa medida el problema grave de violencia armada que vive México, y la región, incluyendo RD. Ojalá que estos datos sirvan de base para una reflexión más profunda a nivel del debate público sobre la urgente necesidad de implementar políticas más efectivas para el control y desincentivo del uso de armas de fuego en nuestros países, y para reducir los riesgos específicos de las mujeres cuando se habla de masculinidad y armas.

Información sobre denuncia “Rápido y Furioso”: http://desarmamexico.org/index.php/que-hacemos/actuamos/denuncia-contra-gobierno-mexicano-rapido-y-furioso

Información sobre el OVAG: http://desarmamexico.org/index.php/que-hacemos/investigamos/armas-de-fuego-y-genero