En sus cartas a personas con preferencia sexual por su mismo género, publicadas en la sección Opinión de este medio, José Alberto Ortiz las invita a cambiar mostrando evidencia empírica y citas bíblicas. El abogado muestra datos de estudios sobre el mayor riesgo para la salud física y mental de esa conducta sexual. Confesado cristiano evangélico y activista de grupo religioso, presenta textos de la Biblia que la identifican como pecado, con su condena divina y la vía de redención.
No establecer con claridad su posición sobre un aspecto que creo fundamental, el respeto a las decisiones voluntarias de personas adultas, que no interfieren con derechos naturales de terceros, provocó un puente roto con quienes reaccionaron contra su artículo. De la lectura, infiero que esa es su posición. Es una carta que invita a una reflexión y a la libre elección de un cambio de conducta. En este tema, sin embargo, es recomendable no dejar dudas de que ese respeto es una posición de principio, invariable ante diferentes escenarios de ejercer violencia sobre los demás. Abundan ejemplos de tolerantes sin poder político que pasan a verdugos cuando lo adquieren. Hoy me invita a cambiar, mañana me recluirá en un psiquiátrico. Una conducta más abominable que la de Hitler, quien en sus discursos nunca escondió las intenciones de exterminar todo lo que odiaba.
El principio de respetar las decisiones voluntarias entre adultos tiene como corolario el rechazo a la violencia física que contra ellos puedan desatar terceros que no las aprueban. Sea que actúen de manera individual, organizados en partidos o en ejercicio de funciones públicas, con base legal para agredir conductas no agresivas. Pero esto tampoco se debe dejar a la interpretación, por axiomático que sea. Hay que manifestar la oposición a toda persecución y uso de la fuerza contra quienes no piensan o actúan como nosotros. De haber sentado claramente estas premisas, si las cree obviamente, otro hubiese sido el tono de los comentarios. Aquí ahora el mío, asumiendo que está en esa onda de tolerancia libertaria.
Mezclar investigaciones científicas en el área de la salud con las Sagradas Escrituras opino que es un error. Para empezar por lo menos importante, de las partes que Ortiz reseña de un estudio es evidente que en los riesgos a la salud influye la promiscuidad y el uso de drogas. Si el objetivo hubiese sido establecer causalidades, que no parece, la influencia de estas dos variables debió cuantificarse, así como hacer referencia a resultados encontrados en dos grupos control: uno de parejas heterosexuales con similar patrón y otro de la misma preferencia sexual investigada, pero con estilo de vida diferente (relación estable de pareja y libre de abuso de sustancias). En todo caso, creo que ningún estudio estadístico serio buscaría demostrar que esos crónicos problemas de salud, son un riesgo inherente a la elección sexual de una pareja del mismo sexo. La estadística podrá mostrar correlación y servir, por ejemplo, a compañías de seguros de vida o de salud para establecer políticas de tarifas y cobertura.
Ahora bien, un comunicador está en libertad de apoyarse en un estudio de esa naturaleza para motivar una campaña personal y laica, que busque incentivar voluntariamente el cambio de la preferencia sexual. Esa discusión entre mortales, enfocada en las consecuencias para la salud corporal y la longevidad, puede discurrir por siglos y en paz, siempre y cuando la aceptación, el rechazo o la indiferencia sobre el tema tengan origen en una decisión libre y voluntaria de cada individuo. Considero, sin embargo, que hacer un combo de ciencia y religión es contraproducente e innecesario.
Acres comentarios confirman lo primero. Hay referencias a esa combinación letal, con pasado y presente, del que no escapan las principales religiones. Aunque esto debió motivar a obviar la mezcla, lo más importante para un creyente es que la Biblia no necesita corroboración estadística en el tema de la sexualidad, ni en ningún otro. Cada grupo religioso que la tiene de fuente conoce las citas bíblicas al respecto, toca a los líderes interpretarlas y compartirlas con su feligresía. Hay que ser tolerantes con los religiosos y aceptarles sus posiciones sobre el tema, mientras no vulneren los derechos fundamentales de quienes ven divorciados del mandato divino.
Ortiz invita a revertir voluntariamente orientación, siguiendo una vida cristiana. Nada de malo. Gracias, lo pensaré. Sí. No. Fanáticos religiosos promueven violencia contra indecisos. No. Grupo religioso decide expulsar de la congregación a quienes descubra o muestren preferencia sexual por el mismo género. Nada que objetar. Existe el derecho a la libre asociación, que es en sí un ejercicio de discriminar o seleccionar, en el ámbito privado, con quienes se comparten intereses, ideas o proyectos. El ángulo de cobertura tendrá la dimensión de convicciones personales. Hay quienes están en 10 grados; otros, como el caso de Acento.com, operan con 180, y promueven un debate más rico sobre temas controversiales.