¡Abróchense los cinturones y agárrense de las manos!

Más que predicciones, se trata de proyecciones estadísticas sobre el resultado de las próximas elecciones generales en los EEUU y en la República Dominicana.

Las estadísticas no predicen pero influyen en las mentes de los votantes. Por eso cada partido paga sus agencias preferidas, con la esperanza de inclinar la balanza  hacia sus candidatos. Tanto se repiten, que llegan prácticamente a convertirse en contraproducentes e inmorales.

Aquí está la turbulencia: la proyección inverosímil del “Grupo Ipsos”, que pronostica que el próximo año “el candidato triunfante saldrá del Partido Republicano”. ¿Puedes creerlo?

De acuerdo con Clifford Young y Julia Clark, creadores del diseño conocido como el “Data Model”, el próximo presidente saldrá de las filas Republicanas.

¿No se tratará de otra desinformación mal pagada?

Clifford y Clark basan sus conclusiones en el análisis de las elecciones presidenciales de 135 países “democráticos” (específicamente de los EEUU) durante los últimos 100 años. El modelo contiene dos variables: 1) El nivel de aceptación del presidente saliente entre un año a seis meses antes de las elecciones.  2) Que se trate de una elección o de una reelección.

En el caso de tratarse de una reelección, como es el caso dominicano, el incumbente, automáticamente, cuenta con tres puntos de ventaja sobre su oponente. En el caso contrario, unas elecciones mondas y lirondas, todo depende del nivel de aceptación del actual presidente gobernante, sobre todo si es del mismo partido del candidato aspirante.

De un año a seis meses de las elecciones, esa aceptación tiene que sobrepasar el 55%. De lo contario la balanza se inclina hacia el candidato opositor. En el caso que nos ocupa, el nivel de aceptación de Barack Hussein Obama apenas llega al 40%, contrariamente al caso de Danilo Medina y al PLD en Dominicana.

Debido al hecho de que en las primarias los votantes no se comportan de la misma forma que en las elecciones reales, existe un 8+% de diferencia entre las unas y las otras, lo cual equivale, estadísticamente hablando, a una diferencia muy significativa. La tendencia ha sido siempre hacia el desgaste del mandatario saliente, que es el caso de Barack Obama y el Partido Demócrata.

Si la candidata resulta ser Hillary Clinton, que sería entonces la primera mujer presidente en la historia estadounidense (lo cual representa una ventaja para ella con el voto femenino), los Republicanos le van a sacar todos los esqueletos ocultos de su closet (que no son pocos). A todo eso hay que añadir su rol en el incidente de Bengazi, Libia, donde asesinaron a cuatro diplomáticos, incluyendo al embajador estadounidense, por un fallo en la seguridad. De eso están colgados los Republicanos del Congreso para frustrar la campaña de Hillary hacia la Casa Blanca. Todos estos esqueletos, unidos al bajo nivel de aceptación de Obama, podrían obstaculizar la campaña de Hillary.

Sin embargo, el jueves, 22 de octubre, ocurrió algo extraordinario que podría contradecir de raíz las proyecciones del “Grupo Ipso”.

Como una hábil jugadora de ajedrez, Hillary se ofreció a morder la carnada que le tendieron los Republicanos, compareciendo ante el “Comité de Bengazi” (infectado de Republicanos) durante doce horas seguidas. La intención era “lincharla”.

Ya había habido ocho investigaciones congresuales sobre el mismo incidente, ocurrido cuando ella era Secretaria de Estado. Sin embargo, esto la ha convertido en víctima propiciatoria, catapultándola de repente a la primera plana como “mártir”. 

Hillary se defendió como una gata bocarriba, con precisión y altura propia de una estadista, sin derramar ni una sola lágrima, a pesar del acoso impiadoso durante doce largas horas de acusaciones irrespetuosas. El espectáculo conmovió a la nación de arriba abajo. El claro objetivo era desacreditarla, pero a los Republicanos les salió el tiro por la culata. “Esperemos que en el futuro haya más espíritu estadista que proselitismo partidista”. Con estas palabras se ganó a todo el mundo.

El rifi-rafe fue presenciado por millones de estadounidenses que terminaron simpatizando con Hillary, ante las invectivas de sus contrincantes.

No hay dudas de que los miembros del Comité cayeron en la trampa y Hillary, de golpe y porrazo, se ha convertido en una heroína y en una muy probable triunfadora en los próximos comicios presidenciales.

Estas son las palabras de un analista local: “Hoy hemos visto a la próxima Presidente de los Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton. Los Republicanos han caído en una terrible trampa, pues, en vez de desacreditarla, como era su objetivo, la han convertido en una “mártir” y ellos han salido trasquilados, no importa el candidato que elijan contra ella, sobre todo ahora que Joe Biden se ha retirado”.

Entonces… ¿Qué pasará con Bernie Sanders, el candidato de los jóvenes y de la clase trabajadora? Aunque no lo publiquen los medios, el hombre está arrollando.

¿Nos imaginamos ahora a una Hillary Clinton enfrentando a un Donald Trump?

No olvidemos que Trump es totalmente desconocido como político y que Hillary tiene una larga data. En el fondo, sin embargo, ambos son amigos y Trump ha contribuido con millones de dólares con la Fundación Clinton y fue invitado de honor en las bodas de su hija, Chelsea. Hillary le lleva ventaja por ser mujer (cuenta con el voto femenino masivo) y, después de su comparecencia del 22 de octubre ante el Congreso, con más de la mitad del voto masculino que presenció el show. 

Trump cuenta, precisamente, con su inexperiencia política, que es lo que aplauden los estadounidenses no-pensantes (analfabetos políticos funcionales) y que le hace a él decir generalidades triunfalistas como “Tenemos que rescatar el poder perdido de los Estados Unidos en el mundo”.

“Las elecciones presidenciales del año que viene ya las ganó Hillary el jueves, 22 de octubre del 2015, después de doce impiadosas horas abusivas ante los Republicanos del Congreso”. Esa es la opinión de Ralph, mi amigo Republicano. 

Por otra parte, para contradecir las proyecciones estadísticas del “Grupo Ipso”, es necesaria la participación masiva en los comicios, evitando el método tradicional de la disuasión (disenfranchisment) de las poblaciones vulnerables (los hispanos y los afro-americanos) y la sutil manipulación de los sufragios, como se hizo en Ohio y en Nuevo Méjico en el 2004 y en Florida en el 2000.

Con Obama se logró que salieran a votar masivamente millones de estadounidenses que no votaban. Esperemos que suceda lo mismo en noviembre del 2016.

En cuanto a la República Dominicana, la suerte ya está echada.