Prosiguiendo con el tema, veamos las definiciones de Cecil Graham y de Lord Darlington: ¿Qué es un cínico? Lord Darlington: “Un hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada.” Cecil Graham: “Y un sentimentalista, mi querido Darlington, es un hombre que ve un valor absurdo en todo y desconoce del precio de cualquier cosa.”

En el desenlace del Capitulo Cuatro, donde aparece esta cita, Wilder logra plasmar un concepto e intercambio tan profundo, amplio, genuino y perenne, que el mismo pudiéramos extrapolarlo a cualquier escenario social, de cualquiera de las ultimas diez décadas desde su publicación. Una alerta a la pérdida de los valores cívicos y al abismo que frecuentemente crea el mercantilismo, sus excesos y derivados, sobre la esencia de la humanidad, conjugado en un armónico balance de arpegios vacíos.

La abstracción de esa idea, hacia un escenario actual, desde lo social a lo económico; desde lo cultural a lo racial o desde lo habitual a lo excepcional, es algo de discusión cotidiana en todos nuestros pueblos latinoamericanos. La libertad coquetea con el libertinaje y la facilidad de acceso a otras culturas, nos hace asumir lo peor de ellas.

Surgen a diario nuevas presiones sociales, económicas y de equidad; aumenta la violencia en las casas, las calles y hasta en el mismo Estado. El cinismo se apropia de todo y la impaciencia se apodera del sentimiento. Y con todo ello, surgen más razones para violentar las líneas del derecho, las cuales también buscan validación por medio del cuestionamiento constante del detrimento de las actitudes cívicas de nuestras naciones.

El intercambio de los personajes de Wilde, en esa, la única novela que escribiera el laureado autor, hace más de cien años, puede también ser asimilada en los conceptos sociales de Voltaire y los económicos de Patel.

La valiosa cita de Voltaire me la obsequio la arquitecta dominicana Trinidad Vadillo, mientras cerraba los pensamientos de este ejercicio. Citando que el francés, describiendo en demasía el más importante de los factores de todo aquello valioso, nos cuenta ella que él dijo y dijo bien, que “… solo entre hombres de bien puede existir la amistad, ya que los perversos solo tienen cómplices… los interesados, socios… y únicamente los hombres honrados tienen amigos.”

El economista, activista y autor hindú, Raj Patel, en su obra “El Valor de Nada: Como Dar Forma a una Sociedad de Mercado y Redefinir Su Democracia”, jocosamente nos expone dentro del abanico teórico de las líneas de Dorian Gray, su equilibrada opinión, sobre el desarrollo de las ideas de canibalismo moral y como con el colapso de los precios viene el trastorno de los valores. A pesar de que en sus primeras líneas, Patel nos auxilia mediante la advertencia que “si a través de la guerra es que Dios mejor nos enseña geografía, entonces a través de una recesión es que mejor nos puede enseñar un poco de economía.”

Patrimonio del alma, interpreto yo. La economía del corazón y el vientre. Una que debiera recordarnos continuamente, el más importante dote del capitalismo o economía de mercado. La paradoja de la elección. Un ensayo consultivo con tu interior, entre lo necesario y la necesidad. Pues la abundancia, de cualquier tipo, trae consigo un nivel de responsabilidad, que trasciende al selector mismo. Y manteniéndose con las líneas abstractas de Wilde, el precio de las cosas, posee solo valor, cuando el colectivo es quien se lo fija y las líneas del cinismo y el sentimentalismo terminan por coexistir en los campos de la oferta, la demanda, la equidad y la transparencia. Pues las juzgantes ideologías, que aunque estáticas, en realidad siempre han sido volubles. Ellas tan solo son el marco conceptual en el cual la gente lidia con su realidad.

Dentro de ese contexto cotidiano, es que entonces hemos llegado al punto donde sabemos el precio de todo y el valor de nada. Sin disminuir el llamado de Wilde, he llegado a la conclusión que saber o asignarle el precio a algo, es también parte de nuestros valores intrínsecos.

El conocer o adaptarle una cifra a algo, es un acto que fija un grado de importancia, dentro de la jerarquía de las cosas que llamamos necesarias o aquellas que simplemente queremos. Por lo tanto, esa designación, termina en definir la importancia de las cosas.Tal cual cito antes, el precio es una cifra determinada por el colectivo.Y las que poseen valor son determinadas por cada individuo.

Aunque el propósito original de la frase, era resaltar el deterioro de los valores, de una sociedad de mercado en un periodo de definición social, económica y de clase. Podemos determinar, que ya descompuesta la frase, en ¿Cuánto cuesta eso? o ¿Qué vale aquello?, se confirma que son más parecidas de lo que anteriormente pensáramos. Y Aparentemente el precio de algo, si tiene que ver con su valor.

Lo que tiene valor hoy, tendrá valor siempre. Y el precio de algo en este instante, aunque no el mismo, también tendrá un precio en lo adelante. La variante de ello, será determinada por el tiempo y las referencias; las experiencias y las necesidades; su estado tangible o invaluable. Impuestas ambas, por las condiciones que fijan los actos de la economía de la vida, el mercado y el corazón.