¿Cuánto cuesta eso? ¿Qué vale aquello?  Son consultas que escuchamos a diario y que a primera vista suelen parecerse. Pero no es así. El precio de algo, no tiene que ver en nada, con su valor. Y viceversa. Las mismas incluso, pueden contradecirse consigo misma. Pues lo que tiene valor hoy, puede que no lo tenga mañana y el precio de algo en este instante, no te asegura que sea el mismo en lo adelante. ¿O no?

Las dos preguntas, sin embargo, no son absolutas, pues poseen una dependencia a factores alternos. Y aunque el concepto de “el precio de todo y el valor de nada”, nada tiene que ver con estas dos preguntas, hemos querido fraccionar la composición de esta frase, para mejor entender su propósito y simbolismo, segmentándola en dos interpelaciones.  Por ejemplo, la primera, ¿Cuánto cuesta eso?, responde a un gesto “especulativo”, impuesta por las condiciones que fijan los actos de la economía de la vida y en última instancia, la de mercado.

La segunda pregunta, ¿Qué vale aquello?, es una consulta que surge de los valores internos e innatos con los cuales nacemos. Aquellos que solo pueden ser alterados por condiciones externas y extremas, como la necesidad o la sobrevivencia.

Ahora, para entender mejor esa significación y concepto crítico, de saber el precio de todo y el valor de nada, hay que indagar sobre la procedencia de la misma. Y estas no tienen nada que ver con preguntas de carácter individual. Su explicación es una diatriba, sobre la dirección en la cual se dirigía el comportamiento de los miembros de una sociedad de mercado en un periodo de definición social, económica y de clase, dictada en la inconmensurable elocuencia de las letras de Oscar Wilde, cuando en su obra “El Retrato de Dorian Gray”, fija conceptos sociales que aun hoy guardan vigencia.

A través de los personajes Cecil Graham, Lord Darlington y otros, este transcendental autor irlandés, ensaya una conversación de luchas ideológicas, que burla los valores convencionales y estereotípicos del hombre de su época y el doble código que la sociedad le aplicaba a la mujer, de ese entonces.

Una eterna temática, escrita en el mismo escenario donde fue publicado, a inicios de la era industrial, muestra una increíble semejanza a nuestras realidades de hoy. Con vivos ejemplos de preconcepción hacia todo lo femenino, al igual que la transgresión y la sexualidad que se les ata a ellas, son reseñas soterradas de Wilde, que resaltan una fría pero sensata abstracción sobre la permisividad de los mortales, en cuanto al abuso de género, su trata, exclusión social, insinuaciones de un intelecto diminutivo y la continua amenaza al descredito de ellas, por vía del cuestionamiento de sus valores. Diatribas todas, no tan solo sujetas a prejuicios socio-económicos.

La impresión de los esos coloquios, entre figuras ficticias, también advierte, con pinceladas gruesas pero precisas, sobre el decaimiento del valor de la palabra, la honra y la conducta de los hombres. Y es que dentro de aquella cita, hoy hecha popular por las redes sociales, con “… el precio de todo y el valor de nada.”, la cual vemos comprimida en llanos “memes”, que se refleja el reclamo de una sociedad que al igual que la de Wilde de las ultimas décadas de los 1800, esta ve la necesidad de encasillar una parte de sus miembros y sus pensamientos, para poder contrastar mejor, el deterioro de las estructuras del civismo en favor de comportamientos innatos, atados a pensamientos conservadores y tradicionalistas que el colectivo ha determinado como los estándares de todo aquello a que llamamos ser civilizado.

En esa breve ventana de cuarenta palabras, Oscar Wilde limita la categorización a los actores cínicos y sentimentales de la sociedad y la lucha perpetua entre sus líneas de pensamiento. Si estuviera vivo el escritor, se sorprendería en saber, que aún persisten dentro de nuestras estructuras socio-económicas y culturales esas completarias discordancias….Continuará