La existencia del maíz data de más de 7,000 años atrás y fue introducido a Europa antes de la llegada de los colonos a América, pues era un alimento esencial en la dieta de las culturas Azteca, Inca y Maya.

Este rubro agrícola se ha mantenido como una fuente importante de vitaminas tanto para los seres humanos, así como para aves y animales en sentido general, siendo el más cultivado de todos los granos a nivel global y su plantación es tan  versátil que muy bien puede prosperar en climas tan diversos como las llanuras áridas del desierto del suroeste de los Estados Unidos o el altiplano andino de montañas en Sudamérica.

En el caso concreto del país del norte, sus  llanuras templadas ofrecen una las mejores condiciones de siembra y es precisamente por esa razón que es en este país donde se producen las mayores variedades y calidad de  maíz que se conocen.

Aunque son diversas las formas de su consumo, este grano se procesa con los  fines de obtener una gran variedad de productos alimenticios e industriales, incluidos almidones, edulcorantes, aceites, bebidas y alcohol industrial, así  como también etanol como sustituto de derivados de petróleo. Además,  existen miles  de subproductos de uso diario que abarcan  desde pasta dental hasta  cosméticos, pasando por  adhesivos y betún para calzados.

A través de los años la importancia y uso  del maíz ha aumentado en forma considerable y me atrevería a asegurar que después del petróleo es el recurso natural que más influye en el precio de los alimentos.

Eso explica en parte por qué –luego que se dio a conocer  el  informe anual del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), en la última semana del mes de marzo del presente año, dando cuenta de que el nivel de existencia del grano se ha mantenido en 17.4 millones de toneladas– fue interpretado como una situación crítica para los mercados.

El nivel de existencia de maíz en ese país es el más bajo en los últimos 15 años, con la agravante de que el consumo del mismo  ha experimentado un alza.

Uno de los principales factores que explican  el bajo nivel de producción de este cereal a escala mundial no es tan solo el clima de los Estados Unidos, sino que también en  países como China, México y Argentina se han sufrido climas adversos para la cosecha del mismo. Pero además, a esto  se agregan otros  factores que han intervenido para ese comportamiento alcista, como es el reporte de la compra de maíz más grande realizada por el gobierno Chino a los Estados Unidos, indicando el apetito por este apetitoso y suculento grano por parte del país oriental. También el incremento de su uso para la producción de etanol  como vía de buscar soluciones a la situación del petróleo.

A través de los años la importancia y uso  del maíz ha aumentado en forma considerable y me atrevería a asegurar que después del petróleo es el recurso natural que más influye en el precio de los alimentos.

Ahora bien, de lo expuesto más arriba, podemos sacar la conclusión de que estamos en presencia de una alta demanda de maíz, afectando sensiblemente los precios, remontándolos  de tal manera que una fanega ha alcanzado niveles un tanto históricos, como bien  señala el Chicago Borrad Trade (CBOT), cuando habla de los precios de los últimos 6 meses dando cuenta de que ha llegado a 7.74 centavos por fanega, para un  aumento de 116 por ciento con respecto al año pasado y lo que es más preocupante es que su comportamiento apunta a continuar subiendo.

Estados Unidos, por ejemplo,  produce aproximadamente el 40 por ciento del consumo en el mundo, pero sucede que mientras en el año 2001 destinó un 7 por ciento del total de su  producción para la obtención de  etanol, hoy en día destina el  39 por ciento y aunque  todos los días que transcurren ofrecen más claras señales de sus interés por aumentar su producción, ello se hace sobre la base de aumentar los subsidios de que disfruta.

Estos  últimos son tan altos que la inmensa mayoría de los  granjeros se han sentido provocados a destinar  sus tierras a siembra y cosecha del maíz, sin importar que en principio aparezcan como una  produzcan que dejaría pérdidas, en razón a que los incentivos que reciben  balancean esas posibles pérdidas, traduciéndose en jugosas ganancias, sumándole el que gobierno norteamericano suprime tasas impositivas  a las refinerías de gasolina cuando éstas utilizan un 10 por ciento de etanol por cada galón de gasolina y con perspectivas de llevarlo a un 15 por ciento como forma de que esas grandes empresas sea exceptuadas de  pagar impuestos en los primeros 48 centavos de dólar de cada galón de gasolina.

De lo anterior se desprende que con la fiebre que se ha desatado en el uso del etanol  y con un maíz altamente subsidiado,   la producción de otros renglones de la  agricultura han sido muy afectado,  lo que promueve el monocultivo, creando una escasez de otros granos y forzando al principal consumidor del mundo a exportar alimentos, incentivando así la demanda y por consecuencia su precio.

De lo anterior se nos presenta una panorámica de cuáles son las razones esenciales del porqué de los  niveles de inflación que  han alcanzado y se espera siga esa misma trayectoria   en el sector de la alimentación.

Al ver este cuadro un tanto negativo, creo que el  aumento de los alimentos continuarán hacia arriba por un tiempo muy significativo, no tanto por el crecimiento de la población mundial que cada día crece, sino sobre todo por el aumento de ingresos  per cápita, en países como China y la India, y mucho más importante aún los subsidios que se ha otorgado al cultivo de maíz para la producción de biocombustibles, con lo que se pretende reemplazar en cierta medida el uso de petróleo.

Estas políticas de subsidios obviamente que  han distorsionado la realidad de los mercados, ya que en vez de eliminar los aranceles a la importación y los subsidios a la exportación y dejar que los agricultores empleen sus tierras como mejor les convenga, contribuyendo a que la producción y consumo de alimentos sea más eficiente, dolorosamente únicamente  han creado una ola de medidas proteccionistas a escala universal.

Cuando lo  veo todo en retrospectiva, siento que el subsidio a la siembra del amarillo y sabroso grano y las facilidades para el incentivo en el uso de la producción y uso del etanol han creado tremendo dolor de cabeza más que una solución al precio en espiral del petróleo.

Englewood, New Jersey

22 de abril, 2011