La economía dominicana se ha transformado desde la década de los ochenta hasta la actualidad (1980-2016) en una economía de servicios. En estos treinta años la sociedad “ha sufrido un significativo proceso de transnacionalización, como consecuencia de la masiva emigración dominicana al exterior, (…) el impacto de los servicios altamente condicionados por el peso de las comunicaciones, el turismo, las maquiladoras y los procesos de apertura económica”. (Lozano: 328-329).

Como producto de ese proceso de transnacionalización y de  la expansión de indicadores cibermundiales (tecnologías de la información y comunicación, transmisión de voz y datos, el ciberespacio de Internet)  en la República Dominicana  comenzaron a instalarse  empresas de centros de llamadas o los call centers. Estas  iniciaron sus operaciones a mediado de los noventa y de manera acelerada en la primera década del siglo XXI.

Estos Centros de Atención de llamadas (call centers, en inglés) son empresas que disponen de un conjunto de trabajadores que se dedican a atender llamadas o a realizar llamadas. El objetivo de estas llamadas puede ser con diversos propósitos; van desde  empresas comerciales, encuestadoras, hasta  departamentos de atención a clientes, atención a reclamaciones y todo lo relacionado al cibermarketing.

Estas empresas entraron a formar parte de la Zona Franca, amparándose en la Ley 8-90 y modificada en 2007, que las exoneraba  del  pago de impuestos. En la actualidad  hay más de  112 empresas de call centers y según el Banco Central estarían generando unos  55 mil empleos en este año 2016.

Las estrategias de los call centers apuntan específicamente a “las grandes empresas que requieren establecer un contacto permanente con sus clientes. Específicamente, “compañías de mercado masivo, como empresas financieras, bancos, servicios básicos y de telecomunicaciones” (Diario Libre: 27/1/2015).

La seducción de los jóvenes nativos digitales y los nets dominicanos  por los call centers es en parte por el salario que se devenga, el cual oscila entre  RD$14 mil y RD$27 mil al mes. Este renglón ha generado más de 40 mil empleos (Hoy: 9/1/2015), los cuales se han convertido en precariados dominicanos debido a su relación social entre precariedad y proletario.

Estos trabajadores han comenzado a demandar,  a través de  sus sindicatos muy tenues, una serie de derechos que por sus mismas exigencias les hace ser precariados en esta era del cibermundo.  Los trabajadores de los call centers “Xerox, Vixicom/Provitel, Altice-Tricom, Convergys/Stream y Alorica” han estado denunciado un conjunto de  abusos por parte de estas empresas. Según estos sindicatos estas empresas  amenazan con irse del país para regiones como Centroamérica, en donde no les exijan negociaciones colectivas o respeto a la libertad sindical.

Según los sindicatos de estos call centers, en empresas como “Xerox Luperón, las condiciones de infraestructura, higiene y oportunidades de crecimiento son precarias y parciales”. Esta situación crea desasosiego y una inseguridad más intensa de precariado, cuando se sabe que en este tipo de empresas suceden “accidentes laborales que nunca se reportan y mucho menos se investigan.  Inspecciones que nunca se realizan. Interrupciones de labor sin remuneración”.

Además de estas situaciones, se producen desgarraduras demoledoras cuando se vive bajo una intensa jornada de trabajo en la que se “labora de madrugada sin el auxilio de una unidad médica de emergencia y reestructuraciones realizadas en presencia de los trabajadores”. (Acento: 23/6/2016).

En algunas de estas compañías comerciales, donde laboran los precariados, estos han logrado algunas conquistas mínimas pero siguen en el marco de las precariedades, de la inseguridad de ser cancelado en cualquier momento  o reducir sus salarios, no en tan malas condiciones como los trabajadores de las empresas (Xerox, Vixicom,Provitel, Altice-Tricom, Convergys,Stream y Alorica) en la que hoy sus sindicatos, salen a dar la cara antes su situación de precariado.

Hay que tener bien claro que la falta de protección y garantía de los derechos sociales y económicos en que vive el precariado dominicano, en este caso específico los de call centers, apuntan a un Estado que piensa que el mercado se auto regula por sí solo y que no ha de inmiscuirse en política de mercado, en la relación capital- trabajo, porque esto bloquea la política de inversión privada nacional e internacional.

La situación laboral de este precariado forma parte del rostro social  persistente en nuestro país, en cuanto a la no existencia de una política de Estado bien definida, que se preocupe  por la protección de su gente; si el gobierno quiere aceptar las reglas de juego de ese tipo de empresas, que como resultado de la globalización cibermundial de los mercados  mutilan a sus trabajadores, por lo menos que se haga responsable de la otra parte que tiene que ver con la degradación y la precariedad..

La globalización cibermundial es un hecho ineludible e irreversible, pero la regularización de esta es política y ciberpolítica corresponde al liderazgo de la política de sus gobernantes, quienes deben reinventar una política de derecho a la protección de sus trabajadores.

Por eso, el gobierno del presidente Danilo Medina, que se ha enfocado en una República Dominicana digital, tiene que garantizar los derechos de estos precariados del siglo XXI, además tiene que  intensificar su inversión  en “educación, en investigación  y desarrollo”, para poder cambiarle el rostro total  a la sociedad dominicana. El gobierno tiene que profundizar la inversión “en la mejoría del nivel de vida de la gente”, porque de lo contrario “no habrá desarrollo informacional ni competencia, por más cajas de software que dispongamos y edificios  que los alojen. Conciliar ambos puntos es la clave del desarrollo en el mundo global”. (Lozano: 330).

Esta visión abordada por Lozano ha sido el hilo conductor  de mis reflexiones en la década de los noventa, cuando  en el país hacía su entrada al escenario el cibermundo, el cual apenas se estaba configurando para ese entonces. Las reflexiones tanto de ayer como la de hoy implican la relación entre sujeto cibernético, discurso, sociedad y poder digital y una articulación entre el desarrollos social, educativo y económico con trasfondo tecnológico digital, envuelto en la cultura cibernética o cibercultura.

En el cibermundo global  en donde el capital net se mueve en fracción de segundos de un país a otro, sin dar explicaciones de sus movimientos de capitales, los gobiernos han de pensar que es necesario no dejar que los mercados y las empresas sigan definiendo el panorama laboral y social de su respectivo país,  que ellos decidan y dirijan la política económica de los Estados.