En la narrativa de los medios de comunicación tradicionales, se acuñó el  término “posverdad” hace alrededor de una  década. Sin embargo, para la ola digital ha sido de mayor provecho, por lo ventajosas que son sus estructuras en cuanto a movilidad y masificación.

Este plantea la distorsión de cualquier realidad a fin de crear y hacer horma de una nueva opinión; pero sobre todo, influir en ciertas posturas sociales. De forma más simple, manipular acontecimientos y eventos para conseguir adeptos; seguidores de causas. Lo interesante de este neologismo es que podría adaptarse a múltiples funciones y actividades, la cual incluye al arte contemporáneo.

Así vemos como la tendencia de las principales bienales y ferias internacionales, como la recién Arco Madrid, ha sido la de incorporar propuestas controversiales, que podrían llevarnos a replantear cuales cosas deberían respaldar las galerías y adquirir los museos. Han sido muchos los casos en los que se ve puede develar el negocio detrás de la insistencia de “nuevos conceptos y corrientes de pensamiento” apoyados en botellas de refrescos y cajas de zapatos vacías, tiburones en formol, tiendas xoxo, entre otros, que se enmarcan en el denominado “arte conceptual”.

Estas corrientes no son las únicas que han sido objeto de análisis por parte de los teóricos del área. Después del "ready made", el performance ha sido una de las expresiones más polémicas. Sin embargo, la misma agotó un ciclo que le permitió alejarse del Happening y la propia acción poética –con algunos críticos aguerridos-, hasta lograr una identidad propia. En tanto, lo que si deberíamos prevenir es el cuestionamiento a corto plazo sobre lo que es arte y lo que no.

Las verdaderas obras de arte son reconocibles porque poseen estructuras de lenguaje, y las metáforas no necesitan traducción. Esto solo se logra bajo la creación genuina y la honestidad del artista. Pero sobre todo, separando dentro del mismo proceso, aquellas acciones de carácter histórico o investigativo, que pueden sobrevivir adjudicándoles un sentido ornamental y que no ameriten una firma o inversión de galería.

Joan Jiménez, performance ganador de 28eva Bienal de Artes Visuales