Hay que reconocer que podría interpretarse como casi una proeza que el candidato presidencial Luis Abinader haya logrado a 36 días de las elecciones estar en el marco de las probabilidades de salir victorioso el próximo 15 de mayo  a pesar de los múltiples factores adversos.

Haber lidiado con y sobrevivido al complejo y complicado coloso Hipólito Mejía, a la debacle de un PRD pre facturado, a las estrecheces económicas, a las disidencias internas con secuelas de transfuguismos, a las continuas encuestas adversas, a veces matizadas de manipulaciones y maquillajes asaz evidentes, y a una maquinaria contraria aplastante -¡integrada por un bloque de 16 organizaciones!- es lo que más se aproxima a una fenomenología política de certidumbre cierta.

El presidente y candidato reeleccionista Danilo Medina, una fiera política, que hasta el pasado reciente había sido subestimado por su estilo de orador cristiano de pueblo pequeño y sus aparentes carencias de luces, está en el clímax de su curva pronunciada de éxitos políticos y se enseñorea como si tuviera bajo su arbitrio el futuro político de la nación. Cual gladiador luce firmemente de pie a pesar de los efectivos embates del aguerrido, creciente  y expandido grupo furiosamente nacionalista de “Los Vincho” y de organizaciones religiosas cristianas, y los choques de guantes provocadores de la Iglesia Católica y el accionar de baja intensidad de los perremeistas.

Como el presidente Danilo no es ningún bobo ha insistido en que sus seguidores hagan como el que busca camarones en un río, “que levanta todas las piedras”, y supervisa personalmente cada detalle de su furiosa ofensiva semi final

Leídas las palabras anteriores en las que se dice y deja dicho que aunque la jornada semi final aparece desigual el panorama carece de una definición acabada en la confrontación entre un establisment político continuista, fiero y agresivo –sustentado en parte por un rosario de realizaciones gubernamentales positivas- y otra propuesta empujada por capas de potenciales votantes disgustados, hasta ahora indiferentes al desbalance.

La adhesión al candidato oficialista de potenciales votantes encuestados podría tener hasta ahora –así lo creo- una franja de ocultamiento de intenciones en espera de que Luis los convenza de que ciertamente podría ganar las elecciones, a lo que hay que anadir a los leonelistas de las orillas del PLD sobre los cuales se carece de capacidad de manipulación, quienes podrían vengar a su líder votando contra Danilo y a los inevitables rebotes provocados por las disidencias intrapeledeístas en por lo menos 10 provincias, a saber, el Distrito Nacional, Santo Domingo oriental, San Cristóbal, La Vega, Puerto Plata, Dajabón, Pedernales, San José de Ocoa, Higüey y El Seybo.

Como el presidente Danilo no es ningún bobo ha insistido en que sus seguidores hagan como el que busca camarones en un río, “que levanta todas las piedras”, y supervisa personalmente cada detalle de su furiosa ofensiva semi final.

Sabe bien, se lo dice su Demiurgo político, que el panorama que luce a su favor sigue en estado de indefinición… y no únicamente por aquello de que “el juego se acaba cuando termina”, o “después que cantan el out 27”. Sabe bien que aquí el día más claro llueve y que “una vez cuando Lilís, un lunes cayó martes”.

 (¿Se entiende o no se entiende?).