Se dice que el puesto más que sobrevalorado en una democracia es el de vicepresidente, ya que se le paga un buen sueldo por no hacer nada: sólo esperar a que llegue “su momento”. En la República Dominicana conocemos que se han designado dos vicepresidentes con funciones, pero no ha quedado como norma constitucional para que se convierta en obligación. Un vicepresidente dominicano llegó a valorar su puesto por no ambicionar aquella posición a la que están nombrados como “bateador designado”.
Pero nos llegó en estos días la noticia de la designación de un vicepresidente por haber hecho bien su trabajo para que siga ejerciendo esas mismas funciones: es el caso de Wang Qishan, el ex responsable de la persecución de la corrupción en el primer quinquenio del Presidente Xi Jinping. Su candidato a vice presidente fue Wang… para seguir haciendo la misma tarea con un solo voto en contra en la Asamblea Nacional.
Explica Macarena, la autora del parte noticioso, que “Hasta ahora, el cargo de vicepresidente en China era poco más que simbólico, o se utilizaba como puesto de transición para que los futuros presidentes se fueran preparando para el mando. Esta vez, no. El nombramiento de Wang, de 69 años y que en teoría se había retirado de la política activa en octubre tras la inauguración del 19 Congreso del Partido, representa una ruptura del gobierno de Xi Jinping con las convenciones políticas que imperaban hasta ahora. Otra más, tras lograr que la semana pasada la Asamblea eliminara los límites temporales a su mandato”.
Pero también verá ampliadas sus funciones. Es de prever que, de algún modo, continúe al frente de la campaña contra la corrupción que ha caracterizado la primera legislatura de Xi y castigado a 1,5 millones de funcionarios del Partido Comunista. En este segundo mandato, la campaña va a institucionalizarse tras la creación de una nueva Comisión Nacional de Supervisión, que contará con amplios poderes. Hábil diplomático y con amplios contactos internacionales gracias a su papel como viceministro en la era de Hu Jintao, cuando dirigió las conversaciones comerciales con Washington, retomará las riendas de la relación con Estados Unidos en un momento especialmente delicado. La Administración del presidente Donald Trump amenaza con imponer fuertes aranceles contra China, y desatar con ello una guerra comercial entre las dos principales economías del mundo que puede extender sus consecuencias al resto del mundo. La reforma constitucional que ha aprobado este domingo la Asamblea Nacional Popular, el Legislativo chino, también ha dado a luz una nueva y poderosa entidad política, la Comisión Nacional de Supervisión. Un nuevo superministerio que centraliza, expande y convierte en perenne la campaña contra la corrupción que ha caracterizado el mandato de Xi Jinping. El nuevo organismo aumentará los poderes de vigilancia de Pekín sobre los funcionarios y empleados del Estado, desde médicos y profesores hasta altos cargos en Ministerios o periodistas de medios públicos.
La Comisión se fusionará con la actual Comisión Central para la Inspección de la Disciplina (CCID), el órgano policial del Partido Comunista que ya ha castigado, desde que Xi ordenó el comienzo de la campaña anticorrupción, a 1,5 millones de funcionarios miembros del Partido, incluidos 35 miembros del Comité Central.
¿Se habrá escuchado el mensaje en el Comité Central? Cual quesea… el partido.
Esta ascensión rescata una labor en “la sombra” realizada por Wang y es contada por Macarena Vidal Liv en El País, de Madrid, España en el siguiente enlace: https://elpais.com/internacional/2018/03/17/actualidad/1521264908_879142.html
La institución que Wang dirigirá será la Comisión Nacional de Supervisión y podrán informarse en otro artículo de Macarena Vidal Liv en el enlace siguiente: https://elpais.com/internacional/2018/03/11/actualidad/1520787867_584691.html?rel=mas