Hace un tiempo fui invitado por mi amigo Jose Mercedes Jáquez  a ofrecer una conferencia en la Universidad Católica Nordestana de San Francisco de Macorís que titulé ¿Es posible la política sin políticos? En dicha conferencia, con estudiantes de esa Universidad, analizaba cómo la política está siendo ejercida no necesariamente por políticos, sino por profesionales de otras áreas a quien les ha interesado la política, sobre todo empresarios y gente de la televisión.

Para muestra tenemos a Donald Trump en Estados Unidos. Pero la razón detrás de todo esto es que, sencillamente la sociedad se cansó de los políticos, se hartó de ellos y la gente ha preferido optar no por los políticos convencionales pues, no porque aspires a un puesto político significa que lo eres.

La otra razón reside en la apuesta del neoliberalismo quien iba a decir que quienes saben administrar empresas son los empresarios. El Consenso de Washington propondría la eliminación de empresas estatales y que las mismas pasaran a manos privadas porque el Estado no sabe administrar empresas y fue lo que hizo Leonel Fernández en su primer gobierno con proceso que llamó “capitalización de las empresas públicas”. De esta manera se eliminó Corde y a las empresas del Estado se le inyectó capital privado.

De todo este proceso de capitalización las dos principales estafas al Estado han sido las empresas distribuidoras de electricidad y las ARS pues se puso en manos de los banqueros la Seguridad Social y hoy ya sabemos lo que ha sucedido con eso, sencillamente han multiplicado su capital como nunca antes.

La política en manos de empresarios no ha sido peor que en manos de políticos, lo que se ha demostrado es que el solo importa el poder para agigantar sus fortunas y aquí hemos sido testigos de primera mano de dicha práctica.

Hace tiempo que el objetivo de la política dejó de ser el bien común sobre todo porque dejó de ser un ejercicio ideológico. En la Sociedad de la Nada trato este punto y es que al morir las ideologías murieron las utopías y aquí estamos en un escenario movido por la lógica económica donde lo que importa es el crecimiento y la estabilidad macroeconómica, pero no la solución de los problemas sociales, por eso andamos de mal en peor. Hace tiempo que la política dejó de ser la respuesta.