Llegué a algunas conclusiones en el tema de las mascotas después de despertar con mi gato ilegal (ya que siempre cerramos la puerta de la habitación) e insolentemente durmiendo en mis sábanas recién lavadas, con olor a limpieza y sin bolas de pelo. Para añadir sal a la herida cuando el gato se dio cuenta de que estaba despierta se acercó, se tumbó justo en frente de mi cara y puso su pata en mi nariz como si dijera "humano, aquí mando yo". Al parecer, esto le aburrió pronto, ya que comenzó a razcarme la cara de juego y/o intentar “arrancarme” la nariz de la cara.

Me gustaría  aclarar lo de "ilegal" en cuanto a mis gatos (sí, somos dueños de dos de ellos, o más bien, ellos dos son los dueños en este pequeño sistema…). El mayor, más grande y al parecer más furtivo, aprendió a abrir las puertas. Brinca sobre los manubrios, abre y entra como el matatán que es. Poco después usualmente entra en el armario de mi esposo (que por cierto éste último nunca deja cerrado) y se acuesta allí dejando sus pelos por todas las camisetas blanquitas del gimnasio…

Estoy de acuerdo en que hablar y escribir acerca de los gatos, así como mostrar a todo el mundo las fotografías de los mismos la clasifica a una como “crazy cat lady”. Obviamente, se trata de una mujer, han oído hablar alguna vez de “crazy cat man”? He ahí un buen dilema discriminatorio para reflexionar después… Así que acepto plenamente mi título honorífico de “crazy cat lady” y me llevo la insignia con orgullo y honor. Y hoy intentaré demostrar, porqué esto es lo que esta alante alante.

Vamos a iniciar con la antigua discusión perros vs. gatos. En mi modesta opinión los perros están bien, afuera. Ahí es donde los perros pueden ser perros, es decir, un chin sucios, no siempre olorosos, incontrolables y libres de expresar su “algo” espontáneo amor a la vida. En los apartamentos en los cuales hoy en día cada vez mas personas residen, es decir, los de un tamaño limitado, los perros son, por desgracia, criaturas causa estragos. Los gatos están allí, durmiendo en el sofá. A veces en tu armario. O en tu cara. Bueno, mayormente…

Pero, ser propietario de un gato te enseñará diplomacia. Y paciencia. No hay un "tú" entre tu gato y tú.   Ellos deciden cómo la relación se va a desarrollar. Son ellos que se acercan y no al revés. Y es Tu responsabilidad apreciar cuando lo hacen. La paciencia, la apreciación, la compostura. ¡Vaya clase de etiqueta gratis! Eso pondría a algunas personas de vuelta en su lugar, ¿verdad que sí?

Ahora, si todavía no tienes hijos, sin embargo te estás preguntando si podrías o deberías, adoptar un gato es un buen comienzo. Nada va a cambiar tu perspectiva sobre lo cuidadoso que realmente eres o qué tan fácilmente te asquean algunas tareas, créeme, más que tener que limpiar la caja de arena, o cortar las uñas y limpiar los oídos de los gatos cuando claramente ellos NO tengan deseo de que esto suceda. O tener que darles de comer todo el día. O tener que enseñarles que TU comida es sólo para los humanos (buena suerte con eso).

Y luego llega la redefinición de lo materialista, que tu vida ha llegado a ser … Tienes que llegar a un acuerdo con el hecho de que el nuevo sofá acaba de ser orinado, las sillas del comedor han sido masticadas y una de las copas de vino de un elegante recién comprado set se ha aplastado en el suelo. Sip, ser, y no tener, ser y no tener,  repetir lentamente y ver su espíritu crecer. ¿Un consejo alentador? Observe a su gato dormir, por lo general demuestra tener un efecto calmante (siempre y cuando dicho gato no se encuentre SOBRE algo recién lavado).

La actividad física: Nada aumenta la actividad física del dueño (obviamente, para los que viven en un apartamento) como ser dueño de un perro y tener que pasearlo ida y vuelta varias veces al día. Bueno, tal vez ser dueño de un caballo, y tener que montarlo diariamente en el bosque. Pero los gatos nos ofrecen asistencia en las cosas tipo reflejos rápido. Ejercicios de corta distancia y de alto rendimiento.

Los eventos deportivos que nos proporcionará un gato incluyen lo siguiente: El salto para salvar la botella derribándose. La vuelta para cerrar la puerta para que el gato no entre donde el gato no pertenece. El lanzamiento de la pelota, para que el gato se mueva y no engorde. El brinco hacia la otra habitación para ver qué diablos se cayó y si alguien murió en el proceso. El periodicazo, un zapatazo etc. en el piso para ahuyentar el gato y disuadirle de consumir los elementos no comestibles del hogar. El agacharse con el suape debajo de la cama, para conseguir que el gato abandone la zona “gatos-no-permitidos”. Que, a propósito, por lo general termina siendo su área preferida.

Abrazos a todos los amantes de los gatos, hago un saludo a sus esfuerzos. Que tengan un hermoso domingo lleno de ronroneos.

Abrazos a todos los aborrecedores de los gatos, que tengan una buena vida libre de bolas de pelo.