PORCHE
“. . .fue atacado por un oso cuando se encontraba sentado en el PORCHE de su casa móvil y tuvo que ser tratado de heridas leves. . .”
Algunos vocablos tienen mayor frecuencia de uso en ciertos países, al tiempo que en otros países esos mismos términos son muy raros en el habla y más raros aún en la escritura. De acuerdo con las memorias que se atesoran con respecto del habla dominicana la palabra del título es poco usada en el léxico dominicano, más aún, es una rareza.
Los dominicanos utilizan otras palabras auténticas del español para designar lo que en buen español también se conoce con el nombre de porche. Es posible que la diferencia entre los hablantes tenga que ver con la historia y su influencia sobre la lengua.
Los “hispanounidenses” emplean con bastante frecuencia la voz del título en los Estados Unidos porque tiene semejanza con una del inglés que una tiene definición muy semejante a la española. Es una palabra que se oye en muchas ocasiones de boca de cubanos.
Este porche está identificado en los diccionarios del español general, “entrada a un edificio protegida por un tejadillo sostenido por columnas”, es un cobertizo o soportal. En este sitio el cobertizo es el tejado que sobresale de la pared y que se usa como protección; no es la cabaña o choza.
La palabra del inglés semejante a la del título es porch cuya grafía en el Inglés Medio se escribía de la manera en que se hace en la actualidad en español, es decir, porche. Las definiciones en ambas lenguas coinciden en sus elementos. Las dos lenguas conocen otro término que en inglés cayó en desuso, pero que en español sigue vigente que es “pórtico”, que claro, en inglés no lleva el acento.
Una vez alcanzado este punto de la exposición se hace necesario introducir la voz del español dominicano que se utiliza para llamar este porche; no es otra que galería. En el DED, 2013, aparece la acepción para el significado que distingue a galería de sus semejantes del español general: “Balcón o terraza techada, porche”. Viene con un ejemplo del uso tomado de la literatura dominicana que ilustra la manera en que se utiliza el término en el español dominicano.
RAMEADO
La palabra rameado, a en el español internacional vale para señalar una tela o papel que tiene dibujos de ramos; también es el dibujo o pintura que representa ramos.
Lo interesante de este vocablo es que en el español dominicano rameado tiene una significación especial que por una razón u otra no ha encontrado lugar todavía en los diccionarios de dominicanismos.
El rameado se aplica a una persona; más específicamente a un militar. Con este nombre se designa a los oficiales de alta graduación en las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional de la República Dominicana, que llevan ramos en la visera de los quepis y, ahora en las viseras de las gorras, alias cachuchas.
Estos ramos que corresponden a los grados son los que le confieren la categoría que hace que se reconozcan como tales, esto es, rameados. Una cosa -ramos sobre visera del quepis o gorra- que es símbolo de categoría de algunos militares sirve en este caso para denominar al militar de alta graduación, por lo tanto reemplaza la frase “militar de alta graduación”.
No se piensa que esta voz haya caído en desuso, ni que sea tan nueva que no sea de amplio conocimiento; por lo tanto, merece un sitio en el vocabulario registrado de los dominicanos. La explicación que puede explicar esta ausencia es la falta de uso en las obras de literatura dominicanas.
ANGLO
“Con el tiempo, los ricos se enamoraron del calor y la belleza natural de la ciudad, atrayendo a urbanizadores, empresarios, ANGLOS, judíos y negros”.
El estudio de esta voz es interesante. Lo es por su origen y por las tendencias por las que ha pasado a través de su historia, así como por las diferencias de significaciones en las diferentes lenguas. Este vocablo deriva del latín Anglus.
Los anglos fueron los individuos de una tribu germánica que se establecieron en el norte de Inglaterra en la Edad Media. La palabra anglo se ha usado también para denominar a los ingleses de Inglaterra. Así mismo es inglés lo que pertenece a Inglaterra.
En la edición vigésima tercera del DRAE aparecerá una enmienda a esta palabra del título. Se añadirá que es un elemento compositivo con el valor de inglés. Ya antes de que la RAE se decidiera a reconocer a anglo- como elemento prefijo, del latín anglis, había muchos vocablos en el que aparecía, como por ejemplo: angloamericano, anglófilo, anglofobia, anglófono, anglohablante.
En la actualidad se usa la voz anglo para mencionar no solo a los anglosajones propiamente dichos, sino también a los que de alguna forma tienen sangre anglosajona, o, se les presume esta ascendencia. En los EE. UU. El uso ha impuesto la voz “anglo”, por oposición a latino, afroamericano o, indoamericano. Con ese valor la utilizó la articulista en el texto reproducido al principio de esta sección.
En francés, el elemento anglo- lo mencionan como sacado de la palabra anglais, es decir, inglés. En portugués anglo es inglés y, el individuo que colonizó el norte y centro de Inglaterra y dio nombre a la isla.
METRAJE
“A lo largo del METRAJE aparecen amigos y fervientes defensores de. . .”
Con respecto de esta palabra el español tiene una deuda con la lengua francesa. Hasta la RAE en su diccionario lo reconoce cuando consigna que procede del francés métrage. No resulta difícil de discernir la procedencia si se presta atención a la terminación -aje del vocablo en español. Esa terminación es la terminación más frecuente para las voces francesas que a su vez terminan por -age.
La importancia de la voz no termina ahí si se piensa que en República Dominicana esta tiene un significado de mayor alcance que el que le es reconocido en el español general. Este aspecto se resaltará al final de la sección.
Mas hay que destacar que la razón por la que se trae a estudio este término no es por la procedencia, sino por la significación, que en este uso es impropio. Más abajo se verá el real significado de la palabra del título.
Desde hace largo tiempo en el DRAE y en los diccionarios de español general se asienta que metraje tiene que ver con la “longitud” de una película. El DRAE al enmendar la redacción de la acepción hace el asunto más claro cuando a la longitud le añadió la “duración de la proyección de una película cinematográfica”.
El metraje se refiere a una medida tomada en metros como unidad de medida. En realidad existe un uso de mencionar las películas como “un corto metraje” o “un largo metraje”, sin utilizar la palabra película en ellas; ahora bien, una cosa es decirlo y otra muy diferente es escribirlo. Téngase presente además, que al añadirle “corto” o “largo” eso logra una mayor aproximación al objeto a que se alude. En lenguaje más preciso en el texto debió ser “película cinematográfica” o, simplemente “película”.
Para ponerle el punto final a la sección se debe cumplir con traer a esta el “metraje” dominicano. Este valor de metraje dominicano siempre se utiliza como medida, ya sea de longitud o de tiempo.
El caso en que se escucha con mayor frecuencia el metraje dominicano es en béisbol cuando como consecuencia de un batazo la pelota recorre una larga distancia. Se dice que es un batazo de “largo metraje”, que va lejos en el terreno de juego o fuera de este. Téngase en cuenta que en el béisbol dominicano las distancias se miden en pies.
Se emplea el “largo metraje” dominicano para duración cuando se desea destacar que algo que se hizo, se hace, se hará, o haría, toma largo tiempo. Sin tratar de producir rubor en los lectores este tipo de español dominicano pertenece al registro hablado y en la mayoría de los casos se reserva para poner el acento en la duración del coito, que para un cibaeño sería hacerlo “laigo”.
Vale decir que los dominicanos se han adelantado a la RAE al extender el campo de acción de la cinematografía al campo del béisbol, empleando el vocablo como sinónimo de medida. Más atrevido todavía: sirviéndose de la voz como medida de duración en el acto de hacer el amor.
BICICLETEAR
“M. W. BICICLETEA desde. . .hasta el mercado campesino de B. para comprar frutas y verduras frescas y sin pesticidas”.
Produce satisfacción encontrar en alguna oraciones que se emplean términos con los que uno se crió. En la época en que uno (yo) era joven ese verbo era de uso continuado entre personas de la misma edad. La comodidad era el motivo principal por el que se recurría a este verbo, era más sencillo que tener que emplear un verbo acompañado del sustantivo bicicleta.
En aquellos momentos este verbo se consideraba más que nada parte de la jerga de los jóvenes.
La realidad es que aún en los tiempos presentes el verbo en cuestión no ha logrado la notoriedad que acredite su entrada en los verbos del español estándar. Se recuerda con cariño que al medio de transporte de que se trata aquí se le llamaba con cariño la “bici”. Por suerte esta apócope ha recibido la bendición de los diccionaristas.
La acción de bicicletear es propia de la América Hispana. En once países hispanoamericanos, entre los que se encuentra la República Dominicana, se sirven del verbo para manifestar “montar alguien en bicicleta” o “trasladarse alguien en bicicleta”.
El Diccionario de americanismos, 2010, de la ASALE le ha hecho un espacio al verbo del título. Lo que no satisface de la acepción es la redacción adoptada en ese diccionario para bicicletear: “Andar alguien en bicicleta”. Hay que dejar bien claro que la RAE usa el verbo “andar” en algunos de sus ejemplos con el valor que se critica aquí. Quienquiera que no esté de acuerdo con lo que se expone aquí puede verificar los dos verbos, montar y andar, y caerá en cuenta de la certeza de lo que se escribe aquí.