En la última década los caficultores dominicanos hemos estado sometidos a una serie de eventualidades que nos han obligado a endeudarnos para poder subsistir, las mismas van desde la crisis de bajos precios del 2000-2003, la cual descapitalizó y casi postró al sector; los desastres naturales (tormentas y ciclones); Plagas (la broca del café) y la última eventualidad que le puso la tapa al pomo y pone en riesgo de muerte al sector, la enfermedad de la roya del café.
Los caficultores para acceder al financiamientos tienen limitaciones que no los hacen sujetos de crédito, las cuales van desde la falta de titulación de sus unidades productivas hasta la acumulación de deudas vencidas con las instituciones crediticias que financian al sector; en los últimos meses instituciones como el BAGRICOLA, a causa de la situación de la caficultura creada por la roya, ha propiciado la renegociación de las deudas de los caficultores para tratar de facilitarles el pago futuro de sus deudas ya que en la actualidad no están generando los flujos de efectivos necesarios para honrar sus compromisos financieros con esa institución. La excelente medida de la renegociación de la deuda cafetera quizás no tenga el resultado esperado a causa de que los caficultores requieren de financiamiento fresco para poder renovar sus plantaciones y volver a generar los flujos de efectivos requeridos para honrar los compromisos financiero, pero la deuda antigua acumulada no los hace sujeto de crédito fresco.
La renovación de una tarea de café requiere una inversión de dinero fresco ascendente a RD$18,533.92, a invertirse en los primeros tres años del proceso de renovación; de ese monto la mano de obra asciende al 34.37% de la inversión y podría ser aportada por el caficultor; el restante 65.63% está compuesto por los insumos, servicios, gastos administrativos e imprevistos y deberá ser aportado mediante financiamiento otorgado al caficultor; esto es si se quiere devolverle al país una capacidad de producción de café mayor o igual a la que teníamos en la década de los años 80.
Para que renazca la caficultura dominicana de forma moderna, eficiente y productiva se requiere de una inversión de US$ 850 millones, sabemos que es una suma exorbitante y que nuestro país no tiene la capacidad de invertir en poco tiempo tan importante suma, por lo que sería necesario elaborar un gran proyecto de rescate de la caficultura mediante financiamiento nacional, aportado por el estado dominicano y financiamiento internacional, aportado por los organismos multilaterales de crédito, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo etc., con un plan de inversión a 12 años y con el otorgamiento de crédito supervisado a bajos intereses a los caficultores que lo requieran.
En el país hay experiencias de renovación realizadas mediante alianzas estratégicas del estado, ONG, cooperativas, asociaciones de productores que arañando han conseguido mostrar resultados, pero las mismas para ser eficientes, en el mediano y largo plazo, requieren de financiamiento blando para obtener niveles productivos que hagan atractiva la caficultura dominicana, de lo contrario el sector café seguirá siendo un sector de cosecheros y recolectores de café mas no un sector de caficultores modernos, eficientes y que generen riquezas para ellos y para el país.