Recientemente estuve observando las interesantes investigaciones del Dr. Masaru Emoto, médico japonés, sobre el efecto que tienen las palabras sobre las moléculas del agua.
El Dr. Emoto observó que palabras como amor, paz, armonía y otras producían en el agua una serie de formaciones hermosas, con colores que reflejaban belleza y armonía. Por el contrario, palabras como odio, violencia y otras formaban imágenes deformes y horribles.
A partir de estos experimentos, son muchos los que han reflexionado de que, como el cuerpo humano está formado en un setenta por ciento por agua, las palabras que pronunciamos o que otros nos dirigen tienen un impacto directo sobre las moléculas de agua de nuestro cuerpo y podrían incidir en el estado emocional, físico y mental de una persona.
Actualmente la sociedad se encuentra consternada por una serie de agresiones contra la mujer y todos estamos muy preocupados por esta terrible situación. Sin embargo, la forma en que estamos enfocando el tema, desde el punto de vista de la neurolíngüistica, en vez de apaciguar a los violentos, lo que se hace es enardecerlos.
Cuando se habla en los medios de la violencia de género, se muestran mujeres golpeadas, asesinadas, hombres golpeando, humillando y lanzando improperios a mujeres, en fin una serie de mensajes visuales, auditivos y sensoriales que, desde el punto de vista de la inteligencia emocional, son una invitación para que el violento sea más violento.
Si se quiere constatar lo que estamos planteando, solo hay que observar con detenimiento cualquier medio de comunicación masivo del país y ver su enfoque cuando se trata la violencia de género. En primer lugar, se repite la palabra violencia constantemente, se enumeran los hechos sangrientos ocurridos, se presentan mujeres golpeadas, humilladas, hombres violentos y toda la tragedia del caso. Casi nunca se observan imágenes de dos personas en paz, en armonía, amándose y dialogando.
Igualmente, si se quiere determinar cuán efectiva está siendo la lucha contra la violencia de género, sólo observemos si las agresiones han disminuido a partir de las acciones para frenarlas y podremos constatar que por el contrario han aumentado y cada día se presentan casos más horribles.
Para combatir efectivamente la violencia de género, es necesario comenzar a cambiar los mensajes que enviamos a la sociedad. Necesitamos crear una Cultura de Paz, es necesario hablar de armonía de género en vez de violencia de género, presentar imágenes en donde se observen a los hombres cuidando, acariciando y respetando a una mujer. En fin, todo lo contrario a lo que actualmente se muestra.
Es imposible combatir la violencia con imágenes y palabras violentas, necesitamos instaurar una Cultura de Paz, propiciar el entendimiento entre el hombre y la mujer, promover palabras como diálogo, entendimiento, armonía, comprensión, comunicación y muchas otras que forjen una relación sana entre dos personas que nacieron para amarse y tienen la responsabilidad de educar a quienes tendrán en sus manos el futuro de nuestra nación.