¿Cuál es el tipo de Academia Dominicana de la Lengua que desea la ciudadanía cultural de nuestros días? Lo que ha demostrado la crisis del último y “original” Premio de la ADL es que la misma debe ser sometida a un proceso interno de revisión de acciones, funciones, actitudes y prácticas intelectuales de trabajo.

¿Conoce la sociedad dominicana actual cómo es administrada la ADL?

¿Conoce la ciudadanía cultural el tipo de administración de nuestra dotación económica, institucional y cómo se distribuye la misma?  Si nuestro presupuesto se distribuye democráticamente en un trabajo equitativo, la sociedad dominicana y toda la membresía compuesta por académicos y académicas,  debe conocer el marco de su utilidad y distribución, pero a la vez la cardinal que gobierna su registro intelectual activo.

Nuestra academia no necesita sólo  del espectáculo “único” del reconocimiento, el homenaje o el premio “irracional” a un sujeto que, casi siempre, goza de la simpatía de un determinado grupo dominante y reinante en su núcleo oficioso de base.

Tenemos miembros activos de número, correspondientes y correspondientes extranjeros  que necesitan un cambio de práctica de trabajo y una actitud de investigación más actualizada, dinámica, más integradora y menos individualista.  No es posible que nuestro Boletín esté dominado por los intereses de ciertos miembros directivos, olvidando que también existen otros que necesitan un espacio para publicar sus experiencias de investigación lingüística y literaria.

Por otro lado, lo que exhibe nuestro Boletín son las personalidades muchas veces orientadas a “intereses personales” repetidos una y otra vez en temas sin ninguna importancia para la investigación y el análisis lingüístico actuales: una cantidad de cartas “amistosas” de amigos de la dirección, donde el envío de unos y de otros académicos exhibe una comunicación sin objetivo ni interés alguno para nuestros académicos , lectores,  o público especializado.

En la actualidad, vale decir, en este siglo XXI que apenas comienza, los estudios lingüísticos, literarios y culturales se orientan mediante otras líneas de investigación que reproponen nuestro objeto y objetivos, a partir de un diálogo integrado entre comunidad y academia.  Nuestra práctica de trabajo,  si es que quiere ser trascendente, plural, diversa y sobre todo científica, debe surgir de ese diálogo integrado y trabajo multifuncional sobre hablas locales reconocidas en contextos verbales de producción-L

En efecto, nuestra ADL debe ponerse a tono con los aportes mismos de los hablantes de diversos sectores de la población activa.  Pero para ese tipo de trabajo la misma academia, esto es, los académicos y las académicas, deben integrarse a un trabajo estimulante de búsqueda, donde nuestra membresía pueda sumarse a una experiencia profesional estimulada por intereses que puedan ser discutidos y fijados en programas basados en una experiencia de documentación lingüística y de laboratorio, tal y como se hace visible en los actuales trabajos lingüísticos de campo y comunitarios.

Tenemos necesidad de que nuestra ADL vincule experiencias lexicológicas, lexicográficas y discursivas a partir de los nuevos trabajos sobre derechos del hablante en contextos específicos de comunicación (idiolectos, tecnolectos, sociolectos) y otros actos de habla dominicanos surgentes de experiencias incidentes en prácticas comunicativas, alternativas y mostrativas de una lingüística social que ubique, reubique y traduzca el funcionamiento de hablas masculinas y hablas femeninas sobre la base del concepto de derechos lingüísticos y culturales de los hablantes.

Luego de haber conversado con algunos miembros de número y correspondientes, los mismos entienden que se hace necesario un giro institucional de la ADL sobre bases profesionales, democráticas e instruccionales distintas.  Pues la ADL no es un taller de gestión provincial dirigido de forma unidimensional, escolar o propagandístico.

Los actuales trabajos que surgen de la relación entre lingüística, literatura y cultura exigen la participación variada, plural y democrática de académicas y académicos con nuevas actitudes de trabajo y una concepción distinta de lo que es el español actual, las hablas y hablares dominicanos en texto y contexto.

Pero para ello necesitamos una revisión institucional de lo que es, para qué sirve y cómo debe operar la ADL.  ¿Qué le promete a su sociedad nuestra ADL?  ¿Cuáles son los nuevos actores institucionales que sobre la participación científica e instruccional se deben integrar al campo de acción de nuestra academia y sus propósitos de recuperación moral, científica, funcional, lingüística, literaria y cultural?